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jueves, abril 25, 2024

Muji

Hay un negocio japonés en las grandes ciudades que me fascina.

De hecho, no quiero que se instalen en Sevilla para que no se pierda la magia de visitarlo cuando voy a Londres o a Barcelona.

Se llama Muji y es una tienda de objetos de papelería, artículos de viaje, de decoración. Cosas diminutas con un diseño muy funcional que me vuelven loco. Compro sus bolígrafos, sus libretas, tijeras, grapadoras, reglas de medir, minúsculos mueblecillos y mil cosas que no necesito.

Siempre me gustó entrar en tiendas así. A saber por qué.

Soy tan fan, que Fran ha bautizado mi atracción por esos artículos insignificantes. Cuando voy a casa de alguien y me entretengo observando sus estanterías, o veo en un bar algún jarroncillo de líneas rectas, o una cucharilla de café de aspecto vanguardista, él rápidamente me cala y me lo dice.

—Muy muji, ¿verdad?

Mundología

Fran repite mucho un término que no le quiero robar.

A ese tipo le falta mundología—me dice, de vez en cuando, al encontrarnos con situaciones que delatan la falta de recursos comunicativos, sociales o emocionales de alguien.

Sí, la mundología no se aprende en ninguna facultad, sino teniendo las orejas y los ojos bien abiertos. Abiertos a no pasar por la vida como una ameba, sino a participar de la aventura del existir con plena conciencia.

Suele ocurrir que ese tipo de personas, doctoradas en sentido común, transmiten una luz diferente que atrae sobremanera.

Es una más de las razones por las que yo, a Fran, lo quiero tanto.

miércoles, abril 24, 2024

Indignados

La gente se indigna muy rápido con cosas que no está obligada a hacer.

Leer este texto, por ejemplo.

Hay que saber que la libertad de uno está también en saber elegir y en huir de aquello que no te gusta, sin tener que montar un pollo.

A mí no me atraen en absoluto los programas de cotilleo, pues no se me ocurre ponerme la sangre negra acudiendo a Tele 5. Respeto que cada cual combata su aburrimiento como quiera o disfrute con esos formatos. ¡Libertad!

A mí hay cosas de mi ciudad que no me gustan, pues no acudo ni las fomento. Hay grupos de música que me cansan, evito escucharlos; vacaciones que nunca haría, pues planteo otras opciones.

Vivir indignado con situaciones que puedes evitar es, más que nada, de torpes. 

Meterse en corral ajeno a demonizar la vida de los demás ya sí tiene un componente de maldad.

No tenemos derecho a decirles a los demás dónde tienen que buscar su paraíso.

martes, abril 23, 2024

Nunca sabrás quién fui

Siempre lo cuento.

Estaba a punto de publicar con Algaida mi novela 'Nunca sabrás quién fui', que tantas alegrías me dio, de modo que, como campaña de promoción, empecé a compartir extractos cortos del libro, con pinturas de arte contemporáneo como ilustración. Quería provocar la curiosidad de los futuros lectores.

Entonces llegó la pandemia y la distribución de la novela se retrasó unos meses.

Así que decidí tirar de unos textos que tenía publicados en un blog personal, para dar tiempo a la salida al mercado de 'Nunca sabrás quién fui'. 

Fue así como, hace cuatro años, comencé a publicar un texto diario acompañado de pinturas seleccionadas de artistas actuales.

Tan positiva fue la reacción que entré en un cierto pánico. ¡Cómo iba a mantener un texto diario! ¡De dónde sacar temas con cierta calidad literaria!

Casi mil quinientos días y cuatro novelas después, aquí sigo, terco, creativo y disciplinado, y ahí sigues tú.

La mejor escuela para un escritor.

Gracias.

Citas

Me ocurre con cierta frecuencia y me hace feliz, que alguien, cercano o desconocido, me diga que se acordó de mí ante determinada situación.

Siempre que me enfrento a esa persona, me vienen a la cabeza tus palabras de aquel texto que publicaste.

Es precioso compartir, decirnos cuál es la visión de mi mundo para que te ayude a ver el tuyo. Y viceversa.

Tengo la fortuna de tener lectores exquisitos que, con sus comentarios, me hacen incluso plantearme mis más profundas certezas.

Cine

Un día de hace mil años un amigo, ante mi emoción narrando una película que acababa de ver, me dijo que no se creía el cine.

Me imagino al director detrás, con todos los técnicos de sonido, fotografía...

A mí me dejó noqueado, primero porque tenía parte de razón, segundo porque me rompía la inocencia en dos.

Días más tarde, tras reflexionar, lo busqué para decirle.

Ya tengo la respuesta.

Él me miró con escepticismo y yo se lo compartí mi reflexión.

Mientras esa película esté en la mente de quien la crea, ya existe de verdad.


lunes, abril 22, 2024

Vasco

Acabadas las elecciones en el País Vasco, volvemos a darnos cuenta de que España es un país complicado.

Miras a nuestros vecinos franceses o portugueses y te dices, qué normalitos que son.

El nuestro es, sin embargo, un territorio complejo, desacompasado, a veces delirante.

Yo me agarro a una teoría que hace tiempo elaboré. Mi país es un reflejo más fidedigno de la realidad humana que otros, donde todo es más igual, más homogéneo. Tú vas a Francia y sabes que estás en Francia; a un guiri, en cambio, lo plantan en España, y puede estar en mil sitios.

Nuestro país es como las familias desestructuradas, como las pandillas de chavales, anárquico en los sentimientos, cateto y exquisito al mismo tiempo. Tremendamente contradictorio.

La vida, tan desordenada siempre, es más como nuestra España, caótica en su desorden, pero fuerte y resiliente para sobrevivir.

domingo, abril 21, 2024

Reconocimiento

Siempre he tenido inseguridad con mi faceta de ingeniero.

Como un intruso en territorio ajeno, no son pocas las veces en las que me he preguntado qué aporto yo a la empresa, pese a las muchas pruebas, reales, que demuestran mi validez. Durante treinta años he cumplido los objetivos anuales que me han ido marcando, han ido subiendo mis responsabilidades, me han confiado la dirección de grandes equipos, han tirado de mí desde distintas secciones de la compañía.

En mis primeros años en Renault hice especiales migas con un hombre de mantenimiento que podría tener la edad de mi padre. De él aprendí no solo de técnica, que fue mucho, sino de alegría en el trabajo, de espíritu de equipo, de solidaridad. 

Lo llamaban el Mochuelo.

Una madrugada, mientras dormía en casa, sonó el móvil de empresa a eso de las tres.

Hola Salva, soy el Mochuelo despertador, perdona las horas.

Tardé dos segundos en reaccionar.

¿Qué pasa?

Tenemos una máquina parada y peligra la producción de la noche. ¿Puedes recordarme como reiniciar el autómata?

Es de mis momentos más felices. 

¡Era útil!

Amigos

El otro día leía que se han multiplicado por cinco, en los últimos treinta años, las personas que declaran no tener ningún amigo íntimo.

¡Nadie a quien poder llamar a cualquier hora del día!

Entonces me puse a hacer cuentas de cuántos tengo yo, de a cuáles le puedo aplicar la categoría de íntimos, e incluso a calcular cuántos tenía hace treinta años, cuando era un imberbe perdido en mis diatribas.

Sin duda, he ganado en amigos, en número y en calidad, pero ese juego mío no es limpio, porque estoy comparando a un adolescente encerrado en su habitación con el hombre social que soy hoy.

Si lo analizo con frialdad, entiendo ese estudio. Visto desde mi atalaya de observador de la sociedad en la que vivo, creo firmemente, a mi pesar, que la gente ha perdido mucho de contacto emocional, carnal, humano con sus semejantes. Sobre todo en los últimos tiempos.

Sustituimos abrazos por unos cuantos 'me gusta' y dos corazones.

sábado, abril 20, 2024

Achicar

Tengo dos grandes amigos que pongo como ejemplo cuando hablo de empatizar.

Llegué a ellos por sus mujeres y se han hecho tan imprescindibles en mi vida como ellas.

Cuando los analizo, arrastran en su mochila la carencia del afecto paterno. Más acusado en uno que en otro, pero los dos han padecido la frustración de no sentirse amados cuando eran pequeños.

No hace falta más que rascar un poco para que eso salga a la luz. Ese dolor. 

De ahí que me sorprenda cómo de bien han gestionado esa actitud áspera del progenitor, hasta convertirse en dos personas de las más nobles que conozco. Buenas en el sentido amplio de la palabra.

Quisieron achicarlos y crecieron dos tallos hermosos, pese a algunas raíces podridas con las que aún tienen que batallar.

Tal vez para siempre.

Cómo duele un padre malo.

viernes, abril 19, 2024

Reproche

Hay quien no se da cuenta de que el reproche es desmotivador.

Que decirte que no la llamas te va a hacer llamarla más, cuando lo que de verdad incentiva es mostrar lo bien que me iría estando a su lado.

Si alguien no se acuerda de mí, no es culpa de nadie, sino que yo no soy lo suficientemente atractivo como persona para que me echen de menos, o porque he fallado demasiadas veces, o porque le aburrí en demasiadas ocasiones, o porque mi conversación no es tan interesante como yo pensaba.

Recuperar a alguien querido no se consigue sino mostrando nuestra mejor cara, no buscando los motivos en el otro.

Tal vez nos venga bien ese olvido.

jueves, abril 18, 2024

Contemplativa

Nos falta vida contemplativa.

Estoy convencido de ello. De nuestra necesidad, como sociedad, de mirar durante un rato al día los paisajes, las gentes que nos rodean.

Nos iría mejor.

Hacerlo como ejercicio voluntario, cada cual a su manera, pero educarnos a parar sin más motivo que el disfrutarlo.

Llegamos a los sitios, echamos la foto y nos vamos. Para decir, para decirnos, que hemos estado allí. Sin pararnos a oler, a ver las hojas moverse, a sentir los colores.

Tal vez nos dé miedo enfrentarnos a nosotros mismos y por eso buscamos ruido, algo que mirar, algo que teclear.

Lo lento es precioso.

Peor

¿Qué es lo peor que me puede pasar?

Es una pregunta que me hago cuando estoy en un apuro y suele desactivar todas mis alarmas.

Si cierro la puerta con las llaves dentro, o no me da tiempo a preparar la presentación del día siguiente, o no tengo la cartera cuando tengo media compra hecha, o cuando se anuncia huelga de vuelos justo en el período que tienes organizadas tus vacaciones, o cuando me toca el peñazo de turno al lado en una cena.

Lo peor que puede pasar es nimio en relación a la alegría de sentirse vivo.

domingo, abril 14, 2024

Empire State

Suelo viajar a Nueva York con mi padre mientras duermo.

Son excursiones no programadas, con ese superpoder que nos dan los sueños de recorrer miles de kilómetros, en apenas segundos, sin consultar la agenda.

Tal como le ocurría en París, en los días reales de carne y hueso, a él en Manhattan se le va la cabeza hacia las azoteas, pero no encuentra las buhardillas de pizarra que tanto le sorprendían de la capital francesa. 

—¡Qué maravilla de ciudad!

Quizás yo saqué de mi padre esa capacidad infinita de maravillarme. Él no para de girar la cabeza hacia arriba para contemplar los rascacielos mientras yo disfruto observándolo a él observar.

Siempre me ocurre que se me olvida llevarle a ver el Empire State antes de despertarme y me apresuro a tomar el metro para llegar allí, en esos instantes en que aún confundo la vida de aquí con la de allí y me niego a terminar el viaje.

Afortunadamente nunca alcanzamos a ver el gran rascacielos de King Kong, porque me da miedo que el día que lo visitemos ya no tenga motivos suficientes para acompañarme a Nueva York las noches más inesperadas.

Humor

Si escribir es una de las actividades que me pone de mejor humor, ¿por qué, a menudo, me cuesta tanto?

Tiene que ver, sin duda, con el esfuerzo que supone rebuscar en mis tripas. 

Crear desde la nada es tener que dejar parte de ti en el intento, una composición de la que eres responsable último, en la que uno debe utilizar herramientas que están solo a su alcance, métodos que has tenido que inventar para conseguir sacar algo que interese, que aporte, que haga reír o conmover.

Mi principal argumento para escribir es indirecto y no es otro que la satisfacción que sé que voy a sentir cuando termine, porque si el primer motivo para hacerlo fuera que me voy a abrir en canal no tendría nueve novelas entre mis logros, ni un texto diario que compartir contigo.

viernes, abril 12, 2024

Salud

Hay un factor placer en el cuidarse.

Saber que la ensalada que tomas es sanísima, renunciar esa noche a la cerveza, darte el largo paseo hasta Triana pese a la pereza, hacer las flexiones antes de dormir, estirar la espalda en la ducha, comprar un kilo de sardinas en el mercado, con todo su omega 3.

Tenemos que disociar la lucha salud-disfrute, porque las dos caben en el mismo cofre de las maravillas.

Querer a nuestro cuerpo es querer al mundo. Cuidarlo es lo menos que nos podemos pedir.

Fea

—La vida es fea —me decía hace unos días un amigo, en el tanatorio, tras dar el último adiós a su madre.

—La vida es fea hoy —le respondí—. La vida es fea hoy para ti, para nosotros, que estamos aquí contigo.

Sí, así se ofrece a menudo, sin piedad, malaje, dañina, cruel. 

Devastadora.

Me quedé pillado con su frase, que deshice, ya de vuelta, con esos días de sol en las playas de Conil, con los festivales que celebramos en su casa de campo, las fiestas de disfraces, el nacimiento de sus niñas, las cervezas en la Alameda, su pasión al hablarnos de su empresa, las discusiones divertidísimas con su mujer.




Enrique

—¿En qué consiste tu trabajo actual?

—¿De verdad te interesa saberlo? —me respondíió, sorprendido.

—¡Claro que sí!

Hacía tiempo que no nos veíamos y tenía ganas de saber cómo le iba, y en ese saber va incluida también la vida laboral, ésa a la que dedicamos tanto tiempo los que tenemos edad de trabajar y la suerte de tener un empleo.

Yo hago vida con muchos amigos y conocidos que no tienen ni idea de a qué me dedico, les basta reducirlo todo a 'ingeniero de la Renault'.

Una amiga, cuando se refiere a mi trabajo hace el gesto de teclear. Supongo que imagina que yo me paso las horas escribiendo informes en un ordenador, porque no tiene el más mínimo interés en saber. Cada vez que gesticula mi forma de trabajar, me apetece decirle:

—Sí, soy pianista.

domingo, abril 07, 2024

Corregir

A nadie le gusta que le canten a la cara las cosas que hace mal, y todos tenemos defectos, gordos, que se ven desde fuera con claridad.

A mí, desde luego, no me gusta, por mucho que en teoría diga que sí, que quiero mejorar como persona a través de tus comentarios.

Cosa diferente es la forma en la que te lo hagan ver, con cariño y sutileza.

Pues si a nosotros no nos gusta, es seguro que a los demás tampoco, por mucha razón que tengamos en nuestras críticas y buena intención al hacerlas.

Si queremos aconsejar, opinar o influir en la forma de ser de alguien a quien queramos, seamos ejemplares, empáticos y sensibles. No hay que dejar de hacerlo, pero sí hay que provocarlo para que suceda tal como nos gustaría que alguien nos dijera en qué les gustaría que fuésemos mejores.


Ingenuidad

Desdeñar la vida por el hecho de que todos acabamos por perderla es de personas descreídas, no de seres inteligentes.

Claro que esto de existir es una encerrona, desde el momento en el que admitimos que nos han metido en este circo sin preguntarnos y de que no podremos evitar la muerte. Es así de crudo.

Ante esto, soy de reivindicar una mirada infantil sobre nosotros y lo que nos rodea, infantil en el sentido de no perder la capacidad de sorprendernos, de reír a boca llena, de emocionarnos con los logros que vamos firmando.

Todo eso se entrena, a ser ingenuos se aprende.

Al circo de leones donde nos lanzan, tenemos que saber ponerle el decorado, construir lugares donde sentirnos seguros, rodearnos de gente a la que querer. 

Aunque sepamos que antes o después el león nos encontrará, vivamos la mayor parte del tiempo como si éste no existiera.

Es más sabio.

sábado, abril 06, 2024

Refunfuñar

Tengo la sensación de que, cuanto mayores nos hacemos, más refunfuñamos.

Quizás porque tenemos tan claro aquello que nos disgusta, que nos molesta verlo una y otra vez. El niñato, el maleducado, el de la voz en grito, el listillo, el que no para de hablar, quien sabe de todo, quien no quiere saber de nada. Es agotador.

Y refunfuñamos, aunque sea para nuestros adentros.

Pues sí, es una batalla que también tenemos que luchar, la de no convertirnos en insoportables insoportabladores.

Desvanece

Es un fenómeno muy positivo que se produce en mí.

Nací con ese don, el de que se me borre de la mente la cara de la gente que detesto.

No hace falta que hayan pasado veinte años, sino incluso me ocurre con aquel a quien realicé hace pocos días una presentación en el trabajo y me trató con la punta del pie. Intento hacer memoria, y no distingo sus facciones. Como si fuera un bulto con ojos con camisa y pantalón.

Me di cuenta hace unos años y lo celebré. Tengo el poder mental, involuntario, de no retener la cara de las personas que me hacen daño.

Está chulo, ¿verdad?

El ser humano

 Contaba acerca del único accidente de circulación que he tenido. Íbamos por la sierra de Cádiz en dos coches, hacia una casa de campo que habíamos alquilado para un fin de semana largo. Yo conducía el segundo.


Lloviznaba.

En una curva, el que conducía Araceli se salió de la carretera.

—Lo que es el ser humano —expliqué yo—. Yo me salí justo detrás y no nos matamos de milagro.

—Así que no fuiste tú, sino el ser humano —ironizó mi amiga Carmen.

Tenía toda la razón. Cuando hacemos algo bueno, es mérito nuestro. Cuando nos pegamos un castañazo, la responsabilidad es del mundo mundial.

Patinete

Ya en la calle, pasada la medianoche, terminábamos de despedirnos tras una de esas cenas entre amigos que te dan la vida, cuando vimos acercarse una mujer conduciendo con ambas manos un patinete. Llevaba la cabeza doblada en un escorzo imposible para sujetar el móvil entre la oreja y su hombro.

Hablaba a voz en grito.

Nos apartamos para dejarla pasar y nos miramos, hasta que alguien se atrevió a decirlo.

¡Lo que tiene que hablar esa mujer!

Daba pereza de solo pensarlo.

miércoles, abril 03, 2024

Autoridad

Para madurar de forma sana es imprescindible hacerse respetar.

Lo difícil es encontrar el equilibrio en esa tarea de defender nuestro castillo. No debemos establecer murallas inaccesibles ni abrir todos los portones.

Creo que lo entendí desde bien pequeño, que mi vida me iba en ello, en asegurar que nadie se pasaba de la raya conmigo, incluso ya siendo un renacuajo. 

No me ha ido mal.

El problema empieza cuando se ven enemigos por todos lados y la susceptibilidad se convierte en tu compañera de viaje, pero peor es aún no reaccionar cuando alguien te hace sentirte diminuto.

Ése es el arte de vivir, el continuo aprendizaje para encontrar nuestro lugar en el mundo. 

Digno y amigable.

Corazón

Solo a quien se le ha vuelto loco el corazón sabe disfrutar de su latido, pausado, con una mano en el pecho.

Sentirlo ahí, calmado, rítmico, tranquilo, sano.

Quien no supo de problemas cardíacos da por hecho que ese músculo se mueve porque sí, que no merece que celebremos su buen comportamiento.

Apaga la luz, déjate caer en la cama, pon la palma de tu mano en el pecho y siéntelo. Regocíjate con su tic tac, constante, fiel; firme, perseverante, protector.

Es el pulso de la vida. 

domingo, marzo 31, 2024

Tiendas

'Camisas que no necesitan plancharse', vimos en un escaparate de Bolonia.

Me vendrían bien para el trabajo comenté a Fran.

¡Pues entra!

Negué con la cabeza y continuamos el delicioso paseo mañanero.

Soy tan tonto que, por mínima simpatía que tenga el dependiente, cuando atravieso la puerta de un negocio es como si firmara con sangre la futura compra de uno de sus productos.

Ya por la tarde, me acordé de las camisas. 

¡Vamos! insistió Fran.

Hoy ya estoy en el trabajo con una de las dos que me compré, algo arrugada ya.

Mezcla

Se nos acercó el chaval a nuestra mesa y no podía ser más simpático.

Con unos rasgos difíciles de definir, con un toque asiático y pelo rubio, lo llamaban en un idioma difícil de apreciar desde el otro lado del biombo que separaba a los comensales.

Así pasó parte del almuerzo, con visitas del pequeñín para vigilar los platos que comíamos, con una sonrisa en la boca.

Cuando pagaron la cuenta, vimos a sus padres, una joven japonesa, intuimos, y un tipo pelirrojo, tal vez nórdico.

La historia del ser humano es una lucha por no mezclarse, cuando el resultado no puede ser más hermoso.

Turismo

Tras unos días en Florencia, uno vuelve a casa feliz, por encima de todo, empapado de belleza, de conocimiento, con nada que seas curioso, cargado de energía para volver a los días iguales, más sabio, más sensible.

También inquieto por lo que el turismo de masas destroza, entre otras cosas el buen carácter del ciudadano que habita esos lugares. Nos ha sido difícil encontrar un florentino simpático. En el hotel, en los restaurantes, en las taquillas de los museos. ¡Están hasta el gorro de turistas, a pesar de que muchos vivan de nosotros!

Haber combinado el viaje con Bolonia sirve para comparar dos realidades. Una ciudad fagocitada por extranejros, frente a otra que aún mantiene su personalidad. Una donde es imposible hacerse una foto sin que suene un claxon o una protesta, frente a otra donde incluso puedes pedir que te retraten.

Viajar no puede volver a ser una actividad elitista, no iría por ahí mi razonamiento, pero me cuesta encontrar una solución a la habitabilidad de ciudades-museo que pueden acabar por ser caricaturas de lo que fueron.

Inteligencia

Una persona no puede ser inteligente si no sabe escuchar.

Así me lo resumió Fran tras una cena agotadora en la que la otra persona no se molestó siquiera en disimular con un ¿qué tal estáis?

Reconozco que es un tema sobre el que me repito, de tan llamativo que me resulta. Esas ansias por el yo, yo y yo sin preocuparse por el vosotros.

Acaba ocurriendo que con gente así terminas por no quedar, que es menos complicado, tal vez menos valiente, que decirle 'no hay quien te aguante'.

Sí, la inteligencia es, también, callarse y escuchar.

martes, marzo 26, 2024

Yiyi

A veces, suena muy novelero cuando se dice eso de que alguien no ha muerto, por el hecho de que sigue vivo en nosotros, pero en el caso de mi tío Yiyi es muy fácil de explicar.

Cuando apenas tenía 13 años, un niño enclenque en un colegio homófobo y ultracatólico, fue él la primera persona que me vio en el agujero y tiró de mí hacia fuera.

Borete, tú te vas a apuntar a remo con mi amigo Anchoa.

Convenció a mi madre y no me dieron opción.

La semana siguiente, nervioso como un perro chico, me planté en ese club deportivo y allí estuve entrenando a diario hasta que entré en la universidad.

Descubrí que había otro mundo, hice amigos, aprendí valores nuevos, comencé a formar un cuerpo de hombre, salí de la ratonera de mi habitación, ¡respiré!

Si Yiyi no hubiera tirado de mí, yo sería hoy una persona mucho menos interesante.

Él se nos fue el viernes pero, con el tanatorio abarrotado para despedirlo, seguro que seguirá viviendo en muchos de los que estábamos allí.

lunes, marzo 25, 2024

Presumir

Presumir de lo propio nunca debe implicar atacar lo contrario.

Caben mil amores en el tarro de nuestras perdiciones. Del mismo modo que caben otras tantas combinaciones en los de los demás.

Somos dados a criticar otras ciudades para alabar la nuestra, a otras costumbres para ensalzar las que nos gustan, otras culturas, gastronomías, paisajes para resaltar lo que nos conmueve a nosotros, sin pensar nunca en que, quien te escucha, puede llevar a fuego en su corazón el amor por aquello que despreciamos.

Yo me pienso muchísimo el decir que algo no me gusta, prefiero mil veces hablar de lo que me emociona.

Tacos

Será que soy demasiado cursi, pero me llevo muy mal con lo soez.

Hasta la palabra soez me resulta soez.

No me valen ni siquiera las situaciones extremas para utilizar la brocha gorda a la hora de expresarse. Por muy cabreado, angustiado o indignado que uno esté, sacar el listado de palabras malsonantes, escatológicas y bajunas es una forma, torpe, de retratarse. Incluso los gestos. No soporto aquel de bajar los dedos índice y corazón por encima de la nariz para referirse a la miseria económica. Mucho menos el del dedo corazón hacia arriba.

Es esa situación crítica la que nos tiene que mostrar como lo que somos, personas que controlan la aparente inercia de la palabra fea cuando vienen mal dadas.

Partido

Entiendo que deban existir los partidos políticos, porque creo en la democracia.

Asumo, por tanto, que son necesarios los políticos, para hacer la labor de proponer, y en su caso ejecutar, acciones que redunden en el bienestar de la sociedad a la que se dirigen.

Es más, no dudo de la honradez de muchos de ellos.

Lo que sí sé, porque me conozco, es que nunca podría pertenecer a un partido, por muy cerca de mi ideología que se encuentre. Hacerlo implica comulgar con ruedas de molino cuando no se tiene razón, cuando se mete la pata, cuando se mete la mano. Justificar lo injustificable en defensa de la organización.

Escasean los líderes fuertes, sagaces, libres de espíritu y tajantes en la responsabilidad ética.

Tal vez no existan porque el sistema les impide existir.

sábado, marzo 23, 2024

Vino y quesos

Los días de vino y quesos sí existieron.

Es una imagen que nunca debemos perder de la cabeza. Existieron y, tal vez, volverán.

Los días en que quisimos con el corazón, en que nos dolió la barriga de reír, en que descubrimos un paisaje al girar una curva que nos hizo exclamar ¡qué maravilla!

Esos días existieron y fueron nuestros. Y habiendo existido, ya son nuestros para siempre.

Y eso vale más que todas las riquezas acumuladas.

Aznavour

Qué dulce es pasar una tarde tranquilo en casa escuchando a Aznavour.

Quisimos verlo en Marbella, por vez primera, en una actuación programada durante meses. Sabíamos que sería uno de sus últimos conciertos, con sus noventa años ya bien cumplidos.

Anularon esa noche soñada y, no mucho tiempo después, falleció.

Sus letras son cursis, su francés tiene erres exageradas, su voz no es prodigiosa y, sin embargo, no me canso de escuchar una tras otra sus canciones acerca de amores tremendos.

En tiempos donde todo va deprisa, Aznavour es la mejor pastilla contra la angustia vital que nos contagian.

Macarena

Como ese sobre en el que nos escribió antes de morir y no me atrevo a leer, mi madre se aparece este día en el que yo cada vez estoy más lejos de Sevilla, de esas calles frías de madrugada en las que pasean a esa Macarena que le provocaba unas lágrimas enormes al verla pasar.

Mira, Borete, mira cómo viene cada año a llevarse nuestras penas con su gran manto. Mira cómo se las lleva.

Su Borete ya es un hombre que no cree en vírgenes que nos salven, pero en ese Boretillo que ella dejó aún resuenan sus palabras, ese niño que no entendía las lágrimas de una madre que vivía sus últimos años.

Intenté varios años reencontrarme con esa virgen, en el mismo cruce con la calle Francos donde ella un día me habló de un manto milagroso, pero en el estómago se me hace un agujero de infinito dolor, porque veo a la gente llorar, gentes a las que yo querría explicar que no hay superpoderes en esa Macarena.

Que las penas siguen y las madres se van.

Talibán

De Afganistán aprendimos, desgraciadamente, un término que utilizo mucho.

Talibán.

Hay mucho talibán fuera de Afganistán. En mi misma calle, en mi trabajo, en mi familia.

Nos cruzamos con ellos a diario, gentes que nos regalan sonrisas, que nos saludan, que se interesan por saber cómo estamos, que no te tiran piedras físicas.

Pero quisieran.

Gentes radicales que todo lo juzgan con un prisma inamovible, sesgado, rotundo, inmisericorde.

Todavía no

Caminaba por el centro a esa hora en la que me gusta callejear para bajar las pulsaciones de las tensas jornadas de trabajo.

Sin rumbo fijo, atravesé una calle en curva que da acceso al parking de El Corte Inglés, cuando vi a doscientos metros acercarse un coche de alta gama, que aceleró.

Lo hizo tanto que tuve que correr para subir a la acera en una zona donde el máximo de velocidad permitido es de 30 km/h.

Cuando pasó a mi lado, me encontré a un grupo de niñatos de familia bien. El conductor tenía la ventana bajada.

¿Pretendías atropellarme? Pregunté, con mi corazón a cien.

No. Has visto que no te he atropellado los demás se reían. ¡Todavía no!

Todavía no...

Noche tenebre

No hizo falta más que una mirada para entendernos.

Aquello nos había impactado.

Desde ese día nos juramos que había que volver a repetir.

Era Jueves Santo y habíamos llegado a esa iglesia por puro azar, tras una larga caminata por las calles comerciales de Florencia. Serían las ocho de la tarde.

Al abrir la puerta, dudamos si podíamos entrar, pero entramos. Allí estaba pasando algo indescriptible. Un espacio inmenso de incienso y velas, con las estatuas de los santos tapadas de terciopelo negro y cientos de mujeres, vestidas como vírgenes, arrodilladas frente a una capilla. Sonaba música de órgano, mientras cantaban con voz muy baja.

Sin hacer ruido, Fran y yo nos situamos lo más camuflados que pudimos, entre las bancadas.

Era la 'noche tenebre'.

Mañana salimos para Florencia, abducidos por esa noche, en ese sitio, a dejar el espíritu correr como quien saca a un perro por la montaña.

sábado, marzo 16, 2024

Michelangelo

Lo llaman el fenómeno Michalangelo y no sabía que existía.

De hecho no sabía que lo sabía, ni que Fran y yo lo practicábamos ya.

El nombre se debe al efecto de esculpir. De esculpir a tu pareja.

¿Cómo se hace eso? 

Valorando sus mejores cualidades. Si Fran es una persona altruista, que lo es, fomentando el que lo siga siendo. Si yo soy constante, que lo soy, él halaga frente a los demás mi constancia.

Pero el tema no queda ahí. La mejor forma de poner en valor su altruismo es potenciarlo en mí, que es la  manera ideal de demostrarle lo mucho que aprecio esa actitud en él. Y viceversa.

De esa forma vas esculpiendo tu yo ideal en el otro, sin manipular, sin imponer, sino resaltando todo lo bueno que hay en la persona que amas, para hacerlo crecer, y demostrarle que, por lo mucho que lo quieres, tú también luchas por ser así.

Una manera de amar que hace crecer a los dos.

Manitas

Qué rollo es no ser manitas.

O, ni siquiera querer intentarlo.

Más rollo aún cuando tu pareja tampoco lo es.

Así que acabamos conviviendo con puertas desvencijadas, persianas descolgadas, luces mal orientadas y apaños por doquier.

Lo más irritante es cuando alguien me dice, 'mucho ingeniero, pero no sabes ni arreglar un enchufe'.

Llega el día en el que, con dos cervezas, nos decimos. 'Esto no puede seguir así'.

Pero con la tercera cerveza, cambiamos de conversación.

Los otros

Me da mucho más miedo la muerte de los que quiero que la mía propia.

No por una cuestión de bondad, sino de egoísmo. Yo no quiero sufrir.

Soy de los que piensa que, cuando uno muere, todo se acaba, luego en el momento en el que yo desaparezca tengo claro que ya no habrá dolor, ni gozo, ni angustias dentro de mí.

En cambio, el día en el que alguien muy amado se vaya de mi lado, tendré que sufrir la pena, enorme, real, sentidísima, de no poder abrazarlo nunca más.

Sí, hombre

Ocurre todos los días y todas las noches caigo.

Él, que siempre está ya en la cama cuando yo me acuesto, espera a que ponga las alarmas, organice mis libros, haga un zapping rápido por la tele y acomode mis almohadas, y así, para cuando ya me he colocado cómodo, me suelte.

Échate para allá para el otro lado de la cama, para abrazarme.

Entonces mi yo más arisco, el organizado, el que está concentrado en lo que ha hecho en el día y lo que tiene por hacer mañana, siempre le responde.

¡Sí, hombre! con cara de cuerno.

Y viene la carcajada de Fran.

Papá

No ocurre a diario y, tal vez por eso, no deja de emocionarme.

Voy a realizarme una transferncia de una de mis cuentas a la otra, para evitar dejar a la segunda en números rojos, y aparece como posible destinatario su nombre, Salvador Navarro Sanz. 

Voy buscando en la agenda el teléfono de Pablo y me aparece el de 'Papá'.

Trato de buscar una foto de la última vez que estuvimos en algún lugar del mundo y por allí aparece su imagen, días antes o después de ese viaje que quería encontrar.

Aparece de golpe, sin avisar, sin esperarlo y la melancolía, como si pulsaras un botón, lo invade todo.

Torrijas

Cuánto me gusta una torrija y ¡cuántas historias hay en cada bocado que les das!

Sí, se han puesto de moda como postre estrella todo el año, compitiendo con la tarta de queso. No hay restaurante que se precie que no tenga en su carta una reinterpretación del típico dulce de Semana Santa.

En estos días, en cambio, aparecen las clásicas, esas bañadas en vino o miel en una bandeja de cristal, las que te hacen despertarte antes de la siesta solo imaginando cómo se van a deshacer en tu boca. Y con ellas viene la cocina de mamá, el trabajo en cadena que hacíamos los niños para elaborarlas.

Tú las vas metiendo en leche, Borete.

Como la magdalena de Proust, nos llevan a tiempos en los que la vida era menos complicada.

Orfandad

No es ni mejor, ni peor, pero la orfandad es determinante en la vida de los que hemos vivido la muerte tan de frente de pequeños.

Yo tengo muy presente a quienes han perdido a alguno de sus padres siendo pequeños, porque siento que me une algo importante a ellos, en las sonrisas, en los gestos, incluso en las carcajadas.

Suenan de otro modo y no tienen por qué ser más tristes.

Esa sensación de perder para siempre un pecho en el que refugiarte te configura como una persona especial, que tiene que construir a su propio progenitor dentro de sí.

Yo, que no soy creyente, vivo desde los dieciocho años con mi madre en mí. Soy yo mi madre, soy ella, y cuido de mí.

Histéresis

No puedo negar que la carrera de Ingenieros fue un episodio duro.

Huérfano de madre a pocos días de comenzarla, atormentado por mi sexualidad, estudiar esa carrera era una condena más en la que sentía que hacía lo que los demás esperaban de mí, no lo que yo deseaba.

Fue un período tormentoso al que trataba de buscarle rendijas por donde asomarme al mundo futuro que sí quería vivir, de ahí que jugara a darle un enfoque a unos estudios tan fríos con una visión humanista, y así aprender de la vida, de modo que me empezaron a emocionarme algunas asignaturas, como las ecuaciones diferenciales o la física electrónica.

Hay dos términos que retuve para siempre, la entropía y la histéresis, tan fácil de explicar el primero como complicado el segundo, si no es a base de fórmulas.

La entropía viene a ser aquella ley física que viene a confirmar que tendemos siempre, sin excepción, al desorden. Nunca, jamás, se vuelven a dar las mismas circunstancias en la vida. La repetición total no existe. ¡Y cuántas veces no me habré lamentado de ello!

La histéresis, por su lado, la siento día a día, pero nunca he sabido explicarla, hasta que el otro día la visualicé.

Aunque sean los mismos metros de distancia, no hay la misma emoción antes y después de un abrazo, cuando estás a diez metros de esa persona a la que quieres abrazar, que a diez metros de ella cuando ya te ha achuchado.

Eres otra persona en el mismo lugar.

Luz

Un amigo mayor que yo, al que admiro y respeto, me dijo hace unos años una frase que me ha acompañado todo este tiempo.

Salva, transmites luz.

En esa charla me animaba a seguir amando así la vida, a aprovechar de todo lo que había conseguido crear a mi alrededor, a ser consciente de mi propia felicidad.

Yo, sin falsa humildad, le di la razón, porque no veía en mí sino a un hombre que había dejado atrás un pasado oscuro, el de la época adolescente en la que él me conoció, para convertirme en alguien con la fuerza que da el quererse.

Como todo en esta vida, esa frase también implica una carga, potente, una responsabilidad personal. Cada vez que viajo por situaciones que me provocaban emoción y la emoción no aparece, me lo planteo.

¿Me habré apagado ya?

domingo, marzo 10, 2024

Estrés

Uno de mis enemigos más feroces es el estrés, ganador de mil batallas contra mí.

No pocas veces me ha dejado noqueado en las urgencias de un hospital y, aún así, sigo sin poder con él.

Nada más claro que yo elegí mi vida, una profesión que requiere mucha responsabilidad a cambio de permitirme disfrutar del mundo en su plenitud.

Yo me digo que yo controlo, que sé priorizar lo que de verdad importa, que manejo bien las situaciones extremas, que sé dejar en el despacho los problemas de mi equipo o las exigencias de mi empresa.

La mayoría de las veces lo consigo, lo que ocurre es que el estrés siempre está al acecho, esperando un descuido en mí para plantarse de frente y decirme, 'éste es el precio que tienes que pagar por ser un privilegiado'.

Glucosa

Estoy convencido de que hay determinadas verdades irrefutables en lo que a la nutrición se refiere y muchas de ellas tienen que ver con el azúcar, los carbohidratos y la glucosa.

Enamorado como soy de la pasta, la restrinjo al máximo para no pecar.

Enamorado como soy de Italia, no hay menú que se precie allí donde la lasaña, los tagliatelle o las pizzas no sean platos principales.

Teniendo un cuñado veneciano, sé bien que no entra en la cocina si no es para preparar alguna de esas especialidades italianas.

Me falta una variable en esta ecuación. Si tan evidente es ese estigma, ¿por qué los ciudadanos de ese país no tienen peor salud o calidad de vida?

Las realidades científicas son más defendibles con ejemplos concretos.

¿Qué es lo que se me escapa?

Sexy

La inteligencia es sexy.

La respuesta ágil, el razonamiento estructurado, las comparaciones apropiadas, el sentido común bien aplicado, la visión simple de cuestiones complejas, la claridad en las explicaciones, la priorización de los problemas, la escucha activa, la capacidad de entender al otro.

No sé hasta qué punto y en qué proporción uno nace con esa cualidad o la entrena, sólo sé que a mí me atrae, me erotiza, una mente brillante.

Sobre todo cuando, tras de ella, hay una persona humilde.

sábado, marzo 09, 2024

Humildad

La humildad es hermosa, incluso cuando se practica como estrategia.

Tú puedes saber que vales más que la otra persona en determinado campo y no por eso debes refregarlo en la cara de quien te escucha.

Cantar las propias virtudes es, además de torpe, una forma retorcida de mostrarse.

Las cualidades de cada uno no deben explicarse, sino que los otros tienen que confirmarlas por tus hechos.

No sirve de nada hablar de nuestra calidad humana, tienen que descubrirla los demás.

Quejica

No me fío de los quejicas.

De los pejigueras con la comida, de quienes hablan a todas horas de enfermedades, de los que ponen pegas a todas las ciudades que visitan, de aquellos a quienes les aburren todos las novelas, 

Me alejo de los expertos en ver el gris incluso en paisajes de colores.

No me gusta la gente a la que no le gusta nada.

miércoles, marzo 06, 2024

feminista

Soy un hombre homosexual feminista. Dos características históricamente vapuleadas.

Tal vez por esa primera condición, la de mi sexualidad, soy especialmente combativo por la segunda, la igualdad entre hombres y mujeres.

Por mucho que quieran deformar el discurso los que abanderan las críticas contra ese movimiento, tachándolo de guerra soterrada contra el hombre, el fin último de la liberación de la mujer es vivir en una sociedad de iguales, donde todos, sea cual sea el sexo y la sexualidad, vivamos con dignidad.

No hay causa más justa que la feminista, porque nos involucra a todos por igual en el objetivo más noble, el respeto profundo a nuestros semejantes. 

domingo, marzo 03, 2024

Seguridad

Admiro el aplomo que deriva del conocimiento.

Cuando un médico te responde sí o no, sin titubeos. Cuando lo hace un compañero de trabajo respecto a cuestiones que suponen muchos miles de euros. Incluso cuando en un restaurante preguntas por una recomendación.

El carpaccio de alcachofas.

La duda interna es una fuente de sabiduría en el día a día, porque nos abre las puertas a la reflexión y eso nos hace crecer. Dudar es reconocer nuestras flaquezas y trabajarlas.

Pero cuando necesitas una certeza, qué atractiva es la persona que te responde, firme, a los ojos, cuál es su verdad.

Rencor

Siempre he pensado que un poquito de rencor es bueno.

Que ejerza de memoria respecto a quienes me hicieron mucho daño, que los hubo. 

Me parece demasiado naif eso de olvidar traiciones y puñaladas.

No es cuestión de poner fotos en tu habitación a las que ir lanzando dardos antes de irte a dormir, sino de saber con quiénes no, nunca, a ningún lado.

Lluvia

Estoy seguro que que el hombre controlará que llueva lo preciso, donde sea necesario y a las horas en que no moleste.

Tanto como que dará con la técnica, individualizada, para eliminar el horroroso drama del cáncer de nuestra sociedad.

No tengo dudas de que encontrará la fórmula para producir alimentos suficientes para toda la población sin destrozar el planeta.

Lo que no tengo claro es si ese mismo hombre se matará antes a sí mismo en guerras de soberbia, ira y rencor.

El bienestar personal tiene mucho que ver con cómo tenemos compartimentada la cabeza.

Si tu mente es un solo espacio donde todo se confunde, es difícil manejarte con soltura por el mundo. Los traumas y los proyectos se juntan y de esa ensaladilla no puede salir la calma que requiere el sentirse bien en la propia piel.

Las pérdidas, que todos arrastramos, deben tener su sitio en nuestro cerebro, pero deben estar bien separadas de las preocupaciones del día a día, y éstas deben tener un sitio apartado de aquél donde están nuestras ilusiones de futuro. El amor, el deseo sexual, la ternura, la reflexión. Debemos poder abrir esos cajones en cada momento preciso.

Si una muerte de alguien querido causa estragos en cada uno de nosotros, tenemos que encontrar el modo de acudir a ella cuantas veces lo necesitemos, pero sin que todo nuestro pensamiento se llene para siempre del aroma negruzco del dolor.

Eso no es traicionar a nadie, sino vivir con dignidad.

miércoles, febrero 28, 2024

Gozo

Escribir una novela es una lucha entre el sufrimiento y el gozo.

Tengo clarísima en mi cabeza mi próxima historia, ya los personajes conviven conmigo en mi vida diaria. Cada día descubro algún detalle de ellos que se me escurría, al acostarme me susurran historias de su pasado que casan con sus comportamientos actuales, visualizo escenas extraordinarias donde todo se derrumbó entre ellos, empatizo con sus ilusiones, admiro cómo deshicieron errores pasados.

La dificultad es encontrar la fuerza para abrir el fichero y colocarse tras la última frase, respirar hondo y mimetizarse con el escenario, con la mirada de ella, con la respiración acelerada de él, ponerse en la piel de uno y otra para continuar la historia allí donde la dejé, donde ella me dejó a mí.

Se sufre, porque tengo que salir de mí para convertirme en ellos, por lo que aparecen mil excusas para dilatar el momento, ese instante en el que, por fin, tecleo la primera frase. Él la mira, ella le dice qué estás mirando y todo comienza a rodar.

Cuando cierro el ordenador y vuelvo a ser yo, todo es gozo.

Catetos

La gente menos viajada, menos leída, menos curiosa, más apoltronada piensa que los extranjeros son tontos y no tienen remilgos en gritarlo al viento.

-Mira el guiri ese, la cara de pánfilo, que no se entera ni de la mitad.

Ese guiri, que es probable que no hable el idioma de la tierra que visita, ha hecho el esfuerzo de gastarse un dinero en visitar la tierra de quien le critica, pone de su parte por entender el menú del restaurante y trata de leer acerca del lugar que visita para ampliar su mundo.

Son los guiris, o nosotros cuando estamos en lugares lejanos, los que unen el planeta, los que lo hacen más grande, los que saben explicar qué se siente allá o allí, los que rompen fronteras.

El guiri tiene de tonto lo que de avispado tiene el cateto que lo critica.

Restaurante

A veces miro a la gente cenando en un restaurante o charlando con amigos en un parque y me digo, qué bonito es vivir.

Me pongo el disfraz de hombre invisible y me mezclo entre viandantes que no conozco, poco importa en qué ciudad, en qué país o en qué circunstancias, para disfrutar de su cotidianeidad al escuchar historias que se repiten, banales, tremendas, cómicas, tristes acerca del devenir de las cosas.

Observo a ese chaval arreglado y perfumado, a esa señora buscando algo en el móvil, a la cría saltando a la comba como si le fuera la vida en ello y me digo, qué bonito es vivir.

Gordofobia

Ya me ha ocurrido en un par de ocasiones, que alguien o yo ensalcemos la figura de una amistad a quien queremos y surja la polémica.

Eso es gordofobia.

Al principio me lo tomé a mal, porque mi intención, o la de la persona que comentaba la pérdida de peso de alguien querido, salía del corazón con la idea de animarle.

No me ha hecho falta meditarlo más de dos veces para dar la razón a quienes critican esos comentarios, que permiten profundizar en complejos físicos de quienes los escuchan. Quizás, el día que no estén tan delgados, prefieran no salir a la calle o quedar contigo. Creemos hacer un favor al piropear y lo que estamos haciendo es definir el tamaño de su jaula.

'Es que antes no existían tantas tonterías', protesta una parte de la sociedad.

Es que antes éramos menos sensibles a los traumas de los demás. El peso, el acné, el pelo, las dentaduras, la forma de las piernas. Todo lo que no pasara por el estricto filtro de lo estándar podía ser motivo de mofa o llevar asociado comentarios degradantes.

Cómo vemos el cuerpo de los demás es problema nuestro, no de ellos.

Afortunadamente que vamos cambiando, que se crean esos términos para definir lo que no deberíamos hacer, hasta llegar al punto en el que no califiquemos nunca más a nadie por su físico.

Conseguiremos que las calles estén más llenas y haya menos gente mirando por la ventana.

Seremos, todos, más bonitos.

Carrefour

Recién llegados a Conil, nos fuimos a un supermercado para rellenar la nevera con los básicos.

Ya en la cola para pagar, mientras hablaba por el móvil, vi cómo Fran ayudaba a una cría que colocaba la compra en la cinta, cómo le acercaba el carro de cestas para que depositara la suya.

La niña, de unos diez años, siguió para delante sin mirar a los ojos a Fran. 

La madre, a su bola, se enzarzaba en una conversación con la cajera.

Dejé el teléfono y lamenté.

No se educa en dar las gracias.

A lo que Fran respondió con un 'qué pena'.

Andaluz

El sentimiento andaluz no va contra nadie, sino a favor de nosotros mismos. 

Queremos ser de todos los sitios de los que somos.

Hartos de ser motivos de mofa, por nuestro acento, por nuestra economía, por nuestro folklore, cada día nos reafirmamos más en lo que nos identifica, un pueblo humilde, orgulloso de entender la vida a pecho descubierto, buenos anfitriones sin enemigos por combatir, expertos en mano izquierda y en comunicarnos sin brusquedades.

Tal vez por nuestra sangre impura de tantas razas mezcladas y ese sol fuerte que nos alegra los días, no queremos dejar de ser lo que nos caracteriza, una sociedad con personalidad propia, donde lo que menos cuenta es el RH o el origen de nuestros apellidos.

Siendo de Andalucía, somos de cualquier lugar del mundo, porque no miramos a nadie por encima del hombro. Esta, mi tierra, es tuya también, todos los acentos son bienvenidos. Y yo, que estoy muy viajado, sé bien lo que me digo.

Cuánto más me dicen que somos incultos, que somos vagos, que somos horteras, que somos superficiales, cuántas más veces me piden que cuente un chiste por haber nacido donde he nacido, más me digo para mis adentros que no me cambiaría por ninguno de los que me critican.


Anchoas

Uno de los grandes retos del ser humano es saber gestionar sus contradicciones.

Nadie se libra.

No importa cuál sea la lucha, los intereses, las aficiones o los miedos, que siempre hay un detalle en nuestro comportamiento que nos desmiente, de ahí que, salvo con temas de aceptación universal, sea tan peligroso sentenciar acerca de nada, porque tendremos antes o después que comernos nuestras palabras.

Puedo ensalzar a Murakami y al mismo tiempo detestar cómo gestiona los finales de sus obras.

Puedo odiar a toda la clase política y admirar profundamente a un político.

Puedo condenar todas las guerras y, al mismo tiempo, defender la batalla de los ucranianos.

En temas peliagudos, me he visto defendiendo una opción tras haber abanderado la contraria.

Todo quien me conoce sabe que si hay alguna comida que no soporto, son las anchoas, pero, en secreto, y sin que nadie se entere, siempre hay aceitunas con anchoas en mi nevera.

lunes, febrero 26, 2024

Odio

Mucha gente confunde la libertad de expresión que dan las redes sociales con campo libre para odiar, sin importar los daños asociados.

Autoproclamados reyes de un territorio que les da visibilidad, se vienen arriba con insultos y desprecios que, si muestran algo, es sus complejos y su pequeñez. Expulsan la bilis que su cobardía les impide desahogar en su vida diaria del mundo real.

Un adulto que se precie de serlo debe poner filtro a sus instintos.

Interpretar esta ventana que nos da la tecnología como un búnker desde donde disparar nuestras frustraciones es no haberse enterado de lo que es la clave de la comunicación entre humanos, el respeto al otro.

A mí me educaron en pensar en los demás y no hacer pupas innecesarias.

jueves, febrero 22, 2024

Redención

La risa es la redención. 

Los libros te llevan a mundos que nunca visitarlas, sí, pero también te lanzan frases que resumen toda una filosofía de vida, para apropiártela para siempre. 

Fue mi hermana Raquel quien me introdujo en la atmósfera de Kallifatides, como ya en la adolescencia me hizo descubrir a Auster o la Highsmith. 

La sensibilidad del viejo escritor griego afincado en Suecia es de una sutileza que te reconcilia con el mundo.

Sí. La risa es la redención. 

Color

Yo me aprovecho de pintores excelentes para hacerme ver, luego está en ti el curiosear o no el texto que acompaña a esas pinturas.

Los que no lo hacen, muchas veces me preguntan si el artista soy yo.

Al aclararle que yo no hago sino ponerle letras a los cuadros, suelen responderme que tengo muy buen gusto, especialmente los que me siguen por Instagram, donde todo es imagen.

A mí no me desagrada ofrecer al mundo esa paleta de colores alegres de obras que no he creado yo, porque transmiten por sí solas lo que mis relatos quieren alcanzar. Darte un trocito de luz cada día.

Sin más.

México

Os invito a jugar a un juego.

En mis años parisinos, mi jefe me llamó una tarde para hacerme una propuesta.

Tenemos un problema importante con un proveedor mexicano y necesitamos que vayas allí unos meses hasta que enderecen el rumbo.

Yo mostraba un semblante sereno de mesa para arriba y me temblaban las piernas, ¡de emoción!, de mesa para abajo. 

El compromiso con mi empresa era enviarles un informe diario de cómo avanzaban todas las acciones que íbamos poniendo en marcha, de forma acordada, para remontar esa empresa.

Los primeros días todos los grandes jefes, desde Francia, respondían a mi reporte con infinidad de propuestas y preguntas. Pasados unos meses, nadie respondía a mis informes. Así que me decidí a escribir uno en el que decía 'me acabo de caer por la terraza de mi hotel en México y esstoy muerto'.

Nadie contestó. ¡Nadie me leía!

Ahora viene el juego. 

Si me lees, no le des al me gusta, el botoncillo azul, sino al de la risa. Vamos a hacer recuento y comprobar cuánta gente me lee o si tengo que cerrar el chiringuito.

miércoles, febrero 21, 2024

Censura

 A la hora de escribir no me puede cohibir el no molestar a gente querida que piensa distinto, poque, en el fondo, las defraudaría a ellas, sí, pero, sobre todo, me defraudaría a mí.

No niego que pienso en determinadas personas cercanas cuando me posiciono sobre algún tema, del mismo modo que sé que si lo sé es porque esa persona no tiene tapujos en manifestar lo que piensan.

Cuando, hace muchísimos años, decidí publicar mi primera novela, me invadía el rubor al imaginar la reacción de mi padre al leer las escenas de sexo, a pesar de que siempre las traté con delicadeza.

Tengo claro que el creador no debe censurarse por el qué dirán, sino por dejar de lado su propia autenticidad.

martes, febrero 20, 2024

Trabajo

Qué peligro nacer sin tener necesidad de trabajar.

Pongo nombre y apellidos a casos cercanos, pero también a personajes mediáticos que nacieron en entornos en los que no solo les dieron más de lo que necesitaban, sino que no les exigieron el esfuerzo de buscarse una forma de sustento.

Sí, son pocos, por fortuna.

Trabajar es tanto la maldición como la salvación, es la independencia labrada con el esfuerzo, la condena necesaria.

Tendríamos mil cosas por hacer si no trabajasemos, tanto como sé que podríamos dedicarnos a ellas porque nos hemos ganado el poder hacerlas, hemos superado retos por nosotros mismos sin ayudas, hemos sabido apretar los dientes cuando había que hacerlo.

Saber que somos capaces y que lo hicimos, nos catapulta como individuos.

domingo, febrero 18, 2024

Biblioteca

Todos tenemos nuestra biblioteca de recuerdos sexuales en nuestra cabeza.

Para qué engañarnos, no todas nuestras relaciones son para encuadrarlas en el marco de lo inolvidable. 

Hubo momentos, eso sí, con personas, circunstancias, tiempos, deseos, cuerpos y caricias que quedan para siempre en el archivo de lo más excitante que nunca nos pasó.

Es bonito tirar de ellos, para sacar una sonrisa, por motivarse, para darse un gustazo, por mantenerlos vivos.

Ese día, con esa persona, en aquel lugar, en que levitaste de placer.

Pasteles

Marisol, la tía de Fran, le dio una bandeja con cuatro pasteles para mí.

Que se los tome, que está muy delgado.

Cuando Fran apareció con los dulces, me entró un cosquilleo de emoción por el detalle que había tenido conmigo, pero lo tuve claro.

Dale un beso muy grance y las gracias, pero eso tiene mucha azúcar.

Ya a la tarde, con Fran fuera y yo recién terminado de trabajar, vi la bandeja sobre la encimera de la cocina. La abrí, por curiosear, y me encontré dos bollos de leche y dos hojaldres con crema.

Tomé un cuchillo para recortar un pequeño extremo del dulce que no tenía crema, por ver a qué sabía.

¡Una delicia!

Me comí los cuatro pasteles.

Absurdo

Reivindico mirar la vida, de vez en cuando, desde los ojos de lo absurdo.

Nos hacemos a nacer con piernas y brazos, a tener padres, a ingerir comida y expulsarla, a tener sexo con otras personas, a morir, a creer o no creer en un dios que todo lo sabe y todo lo puede, a juntarnos con amigos, a pelearnos, a buscar el amor, a sufrir dolencias, a disfrutar victorias.

Todo es absurdo cuando te pones las gafas de ver la realidad con lentes estrictamente racionales. Todo se desbarata y el mundo se convierte en un terreno de juego inentendible que te hace preguntarte ¿qué hago yo aquí?

Luego te quitas las gafas y, como el resto que no las lleva puesta, te limitas a seguir la partida.

jueves, febrero 15, 2024

Jueces

Tenía un compañero de clase, tan empollón como yo, que tardó hasta los treinta y tantos años en sacarse las oposiciones a notario.

Pudo hacerlo porque tenía una familia pudiente detrás que lo mantuvo durante todos esos años, de encierro conventual, para empaparse de libros gordísimos con leyes por memorizar.

Lo mismo ocurre con los jueces, los inspectores de Hacienda y otras profesiones que, salvo contadísimas excepciones, pertenecen a la clase alta de nuestro país.

No conozco a ningún juez ni notario que provenga de una familia obrera.

De ahí el carácter netamentte conservador de la carrera judicial. Si la vida nos lleva delante de un tribunal, sabemos que quien nos juzgue, muy probablemente, tendrá una sensibilidad que no corresponde con el perfil medio de la ciudadanía.

Incluso siendo un hombre bueno, tendrá un recorrido vital más acomodado que la media, menos conectado con las capas menos favorecidas de nuestra sociedad.

Si los jueces eligieran a su propio Consejo del Poder Judicial, tendríamos uno de los tres poderes de la democracia alejado de la realidad de las cosas. 

Si el pueblo vota, que sean nuestros representantes quienes los elijan.

Manta

En esta vida lo fácil es tirarse en la cama y taparse con la manta hasta arriba.

A todos nos gusta.

Esconderse en ese refugio siempre a mano para no participar del juego de los retos es destructivo. Son millones las personas que se meten en esa cueva, por no arriesgar.

Llega un día en el que se les viene el mundo encima y se dicen, no he viajado, no suena el teléfono, no tengo historias que contar, no sé hablar de nada interesante, porque siempre que le propusieron algo, cómodo o retador, prefieron apagar luces y tirarse en diagonal en el colchón.

miércoles, febrero 14, 2024

Izaguirre

Tomaba una sardinas en la playa con mi padre y sus amigos.

Alguien que no lo conocía bien, le llamó Boris, en vez de Bori, que es como lo conocíamos.

¿Cómo Boris Izaguirre? preguntó a mi padre.

¡No! Que yo no soy maricón.

Tal como lo dijo, se dio cuenta de que tenía a su hijo homosexual a su lado, con una cerveza.

Horas después vinieron a buscarme mis hermanas para decirme lo mal que se sentía por haber soltado esa frase. Que le daba incluso vergüenza hablarlo conmigo.

Le dije que le dijeran que los homosexuales llevamos toda la vida siendo insultados..

Y que sabía que no había maldad en él.

martes, febrero 13, 2024

Despistado

Acostumbrado a tocarme la cremallera del pantalón al salir de casa y llevarla abierta, soy especialista en comprobar varias veces que llevo la cartera, las llaves o el DNI si salgo de viaje, 

Tan despistado soy que, cada cierto tiempo, en cualquier sitio, echo mano a la portañuela, al bolsillo, al móvil y a las gafas de sol por ver si está todo en su sitio.

De tan en la parra que suelo estar, he creado, sin querer, mecanismos de control que hacen poco creíble mi fama de despistado. 

Tan de un extremo que era que, sin darme cuenta, atravesé al otro lado.

lunes, febrero 12, 2024

Yiyi

Nosotros somos cuatro hermanos, pero, de pequeños, en las fotos, siempre aparecíamos cinco.

Mi tío Yiyi, el pequeño de la familia de mi madre, estaba más cerca de nuestra edad que de la de sus hermanos mayores, así que, cada vez que hacíamos una excursión, se venía con nosotros.

Largo, de piernas inacabables, él nos iba abriendo camino. En su habitación de la casa de la abuela nos ponía canciones de Pink Floyd y los cuatro nos quedábamos embobados. El día en el que se echó su primera novia se rompieron muchas rutinas con él.

Cuando murió su hermana mayor, nuestra madre, él debió sentir un desconsuelo más de hijo que de hermano. Supo de nuestro inmenso dolor y nunca dejó de acompañar a esos chavalillos huérfanos, en plena adolescencia, que éramos los cuatro.

Ese hombre vital, culto y chistoso, hoy, tan joven, está viviendo una situación crítica, inesperada, de salud, y los cuatro hermano-sobrinos que tiene no hacemos más que pensar en él, en nuestro tío preferido, el más divertido, el que siempre estuvo a nuestro lado cuando más lo necesitábamos.

Lo queremos sano y fuerte, y él lo va a conseguir.

sábado, febrero 10, 2024

Cariño

Cuando hay amor, se llega al equilibrio.

El amor de verdad, maduro, es una lucha por no ganar, es un tablero donde no quieres que pierda tu contrincante, porque el corazón es sabio y sabe que, si buscas tu beneficio, se derrumba el pastel.

No es un equilibrio sencillo, siempre hay quien está mejor posicionado, más animado, menos apático. Es esa persona, la que tiene la fuerza en ese momento, la que debe entender que el mayor esfuerzo debe estar trabajado desde su lado.

Querer de verdad es no buscar victorias en la que no ganen los dos.

Agradecido

Soy tan de decir gracias, que incluso las digo cuando me las tienen que dar a mí.

Interpreto que ese hábito lo tomé de mi período vital en París, cuatro años residiendo en un país donde el 'merci' está en la boca de todos, aunque no esté acompañado por el gesto.

Yo lo tomo como una ganancia, que, a veces, incluso llega a incomodar. No hay plato que me cambien en un restaurante, respuesta que me den en una tienda, comentario que me hagan en el trabajo que no vaya seguido de un agradecimiento por mi parte.

De ahí que, en ocasiones, me aparte para dejarle el paso a alguien en cualquier espacio público y, además, le dé las gracias, instintivamente, por llenar el silencio que no merecen las situaciones de cortesía.

Prefiero el exceso.

viernes, febrero 09, 2024

Elisa

Cada vez que paso por la puerta del McDonald's del edificio Cristina veo a Elisa.

Pero no a mi querida Elisa de Ubrique, ni a mi adorada Elisa de Huelva, veo a la Elisa de 'El hombre que ya no soy'.

Demacrada, atacada, golfa y vividora, no puedo no pensar en ella cuando paso por allí. 

Crear mundos desde cero provoca ese efecto surrealista de cruzarte con gente que no existe sino en tu cabeza. 

Yo paso con el coche y me asomo, inconscientemente, por ver si la está liando, una vez más, en el McDonald's.

Fría

Me descuadra la gente de sangre fría. 

La admiro, la envidio, la observo.

Yo vivo con una persona así, comparto mi vida con ella, estoy enamorado de él. Me enseña, sin discursos, a ver las cosas con perspectiva, a pensar las cosas antes de estallar, a no caminar siempre al borde del precipicio.

Yo le bajé varios grados la temperatura a mi sangre desde que estoy con él, pero aún soy un individuo que se revuelve con demasiada facilidad.

Hay que apretar los dientes, aguantar el pronto y mirar con perspectiva.

Se gana, siempre se gana, cuando se actúa uniendo la cabeza al corazón.


Católico

Llegado bien de mañana a Barcelona un domingo reluciente, me lancé a atravesar las Ramblas tras leer la prensa con un tazón de Cola-cao en el café Zurich.

Mis pasos me dirigieron, tras saludar a Colón, hacia la basílica de Santa María del Mar, pura poesía en piedra, un espacio austero de techos altísimos donde me senté a descansar mientras mis ojos iban por libre atisbando cada detalle.

Un intento fallido en el Museo Picasso, ¡cortaron la cola justo delante de mí!, me llevó a la plaza de la Catedral. 

Dos chicas impedían el paso a todo el que no entrase a misa, lo que no me desanimó. Con mis mejores palabras, les comenté que hacía años que no pisaba Barcelona, que me quedaría apenas un minuto al fondo del templo, sin hacer fotos. Ellas se miraron, sonriendo, con cara de decirse ¡vaya petardo de tío, la chapa que nos está dando!

Entonces, conocedor de la importancia que le doy al respeto, me hice, por un momento y por partida doble, mentiroso.

Perdonad, pero voy a entrar, soy católico y he venido a rezar.

Y allí las dejé, tan ancho, mientras subía las escaleras camino de la Catedral.

sábado, febrero 03, 2024

Regalo

Voy sin tiempo, Salva, perdona por no habértelo dicho antes me decía mi amiga Isa. No tengo ni tiempo para aparcar. El amarillo. 'Y si aparece'.

Le dije que no se preocupase y que me dijese el nombre de la cumpleañera.

Se llama Guada.

Mi gente no se imagina la felicidad que me produce cada vez que se acuerdan de mí para regalar un libro. Esa sensación tan potente de comprobar que se sienten orgullosos de mí.

Sí, tengo miles de lectores en toda España. Sí, dedico mis novelas con todo mi afecto a personas que no conozco. Todo implica una satisfacción brutal de confianza en mi capacidad de emocionar con mis historias.

Pero llega un amigo y piensa en mí para un regalo de cumpleaños.

Y floto.

Luque

Yo andaba recién llegado.

Me habían dado la ropa de empresa y una persona de mantenimiento con la que estar a todas horas, para aprender. Recién salido de la escuela de Ingenieros, yo no tenía idea de nada, así que preguntaba con ansia infantil cada operación que mi tutor, de la edad de mi padre, realizaba; mientras, poco a poco, me iban dando autonomía.

Salva me paró un veterano de la fábrica, ¿quieres un café?

Se lo acepté. Por el poco tiempo que llevaba allí, sabía que esa persona era un referente entre las decenas de técnicos que trabajaban en el mantenimiento.

No camines nunca por la fábrica con las manos en los bolsillos me sugirió, con una sonrisa en la boca y con la elegancia de hacerlo sin que nos escuchara nadie.

Supongo que enrojecí. Por la evidencia del consejo y por no haberme dado cuenta, imbuido en otras cosas de ese período del paso a la vida adulta.

Guggenheim

Pregunté a una de las trabajadoras del Guggenheim acerca de una sala, por ver si formaba parte de una exposición. Me contestó que sí, con entusiasmo.

Entré y comprobé que emitían un documental bastante peñazo y que no había nadie más allí; esa vigilante de sala y yo.

Me había programado una jornada cultural intensa en las dos horas libres tras el trabajo, por lo que apenas en un rato tenía que dejar el museo para asistir a la presentación de un libro no lejos de allí.

La chica observaba cómo miraba yo la película, que ocupaba toda la pared.

Apenas tenía cuarenta minutos y todo el Guggenheim, visitado mil veces antes y siempre con propuestas nuevas, por ver.

Me di media vuelta y me fui, cruzando la mirada contra el entusiasmo de la explicación de la chica.

Perdona, tengo prisa —me justifiqué, sin necesidad.

Tal vez ella pensaría que cuando uno va a una exposición no debe tener prisa, yo me dije a mí mismo que poco importa lo que piense de ti un desconocido.

Pero aquí estoy escribiéndolo...

miércoles, enero 31, 2024

Complejos

Hay quien juzga las virtudes como complejos y que vienen a resumir en una frase.

'Si te comportas bien es por interés propio'.

Y no les falta razón. Es seguro que una parte de nuestras bondades tienen que ver con el querer ser queridos. ¿Qué habría de malo en eso? ¿Qué pecado se encuentra en buscar el amor con el amor?

Mientras tras los comportamientos afectuosos no haya una falta de autoestima, sino unas ganas sinceras de confortar, todo beneficio que venga de vuelta es bienvenido.

Porque no nos engañemos, a todos nos gusta que nos quieran.

Metido

Porque he vivido media vida deseando que alguien me preguntase qué es lo que me comía por dentro, soy un especialista en escuchar lo que la gente cercana me quiera contar.

No hay como abrir diques con alguien de confianza para sentirse menos raro, nada como descubrir que te comprenden llega a ser tan apaciguador.

Pasamos por la vida defendiendo un castillo en el que nos queremos sentir protegidos, sin darnos cuenta de que la verdadera fortaleza es tirar murallas, empezando por las propias.

Hay que saber entender esas señales y encontrar el momento de preguntar.

¿Cómo estás?

domingo, enero 28, 2024

Duermevelas

El momento del día que más disfruto es, sin duda, justo antes de dormir.

Cuando estoy agarrado a Fran y mi cabeza empieza a viajar entre los dos lados de la frontera, ya sin fuerzas, en ese instante mágico en el que se me cruzan pasado, presente y futuro y aparezco, sin darme cuenta, en otro mundo que también es mío.

Aún se escuchan los ruidos de la tele, o la música bajita del mundo que creemos real y yo batallo, relajado, por pensar en qué hice y todo lo que quiero hacer.

Son instantes de una paz infinita en donde todo sobra, nada tiene importancia, todo se ralentiza para no ser más que yo.

Formas

Es imposible convencerme de la bondad de una persona a la que le fallan las formas.

Me pueden criticar que pongo la cruz demasiado pronto a individuos que tratan con soberbia a otros, que ridiculizan, que no escuchan y hablan a gritos.

Pero, si es un pedazo de pan, Salva...

Yo a ese de pedazo de pan lo pondría en remojo para que se reblandeciera. Tal vez consigamos una torrija.

Inmortalidad

Uno de mis principales argumentos para no creer en la inmortalidad es la pura observación del género humano.

Hay gente tan mala, tan mediocre, tan absurda que destrozarían cualquier futuro en armonía por los tiempos de los tiempos. Auténticos bultos con ojos.

Yo habría hecho inmortal a Saramago, A José Luis Sampedro, a Montserrat Caballé, para que alegrara aún más el paraíso con sus arias...

Sin embargo, paseas un rato por cualquier ciudad y empiezas a rogar a quien corresponda que, por favor, esto no sea eterno.

Ruido de sillas

Tuve un director francés que, tras cada reunión, nos afeaba el que arrastrásemos las sillas o las dejásemos apartadas, de cualquier manera, de la mesa.

Podría parecer una tontería, podría hablar de otras cualidades más complejas de este hombre, que las tenía, pero a mí me demostraba con ese comentario la importancia que le daba a la más estricta educación, entendida como actuar pensando en los demás.

Es desagradable el ruido de una silla que se arrastra o llegar a una sala de reuniones como si allí hubiera habido una fiesta de pijamas.

No hay vez en la que me levante de una mesa de un restaurante y levante la silla para colocarla correctamente en su sitio.

Aún no he llegado al punto de solicitarlo a los demás, porque pienso, tal vez con cierta inocencia, que el ejemplo es la mejor forma de predicar.

Sensible

A veces querría ser menos sensible, pero no sé si ese deseo es sincero.

Me junto con gente tan alejada de los problemas del mundo que me digo si no sería más fácil vivir así. A fin de cuentas, mis diatribas acerca de lo que es justo o injusto no llegan a producir el más mínimo efecto para cambiar las cosas.

Dicen que es más feliz quien no empatiza, porque al no hacerlo no se lleva a casa los problemas de los demás.

La sensibilidad es una virtud que puede dañar a quien la padece, que abre los ojos a realidades que otros no ven, que perturba, hiere, descoloca, dificulta, desarbola, te cuestiona.

Yo querría ser menos sensible, me digo, pero sé que me haría mal.

Parla

Seguramente con alguna enfermedad mental, quién no la tiene en mayor o menor grado, una chica insultaba a todos los pasajeros del cercanías que llevaba de Chamartín a Parla.

¡Sois unos borregos!

Íbamos como sardinas en lata en un tren que yo solo cojo de vez en cuando para hacer un transbordo entre AVEs cuando viajo entre Valladolid y Sevilla. 

¡Todos los putos días lo cojo para trabajar y nos tratan como a mercancía!

Se quejaba de la frecuencia de los trenes y los pasajeros miraban al suelo o a sus móviles sin hacer caso a esa chica que se desgañitaba. 

¡Sois unos mierdas por no protestar!

Yo me bajé en Atocha, acogotado por la angustia que se respiraba en ese vagón, lleno de trabajadores apretujados en su resignación. 

sábado, enero 27, 2024

Vaticano

Sé que estuve en el Vaticano, sé que me impresionó, pero lo sé porque me consta que estuve, ya que aparece en mí como un recuerdo robado.

Me ocurre con determinados paisajes, personas o situaciones, que sé que los visité, las encontré, me ocurrieron, y al mismo tiempo no se instalaron en mi corazón, puede que porque mi cabeza estuviera en otras cosas que me perturbaban.

Sueño con volver a esas conversaciones que no me emocionaron siendo emocionantes, a ese inmenso Vaticano que vi pequeñito porque yo, ese día, estaba pequeñito, recuperar personas que sé que valían mucho y con las que no supe conectar, recorrer de nuevo Bolivia sin los miedos con los que la recorrí, abrazar con fuerza a aquellos que quisieron quererme y encontraron en mí un trozo de hielo a punto de derretir.

Plantarme allí y decir, perdón, esa era una persona que nunca quise ser.