Cuando fui a pedir un Uber vi que apenas tenía batería y me impacienté por pedir la cuenta, que tardaron en traer. Ya en la calle, el móvil se me apagó por completo.
Estaba a tres kilómetros de mi alojamiento y no sabía ni hacia dónde tirar. Sin Google maps ni Uber, pensé en meterme en un kiosco a comprar un plano de la ciudad.
De pronto tuve una visión. ¡Un taxi con la luz verde!
La tecnología nos vuelve tontos. No tuve más que levantar la mano.
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