Me encuentro a alguien por la calle, lo saludo y me suelta que anda muy liado, como si yo pretendiera bloquearlo allí para someterlo a un interrogatorio y no simplemente ser cortés con él.
—Lo siento —se disculpan—, me tengo que ir.
Los hay que me buscan para que les aconseje un modelo de coche para comprar y me advierten, de antemano, 'me resulta imposible tomarme una cerveza contigo, estoy hasta arriba'. Como si yo le hubiese pedido consejo, y no él, o le hubiese propuesto irnos de cañas.
—Ay, Salva, me encantaría leer tus novelas, pero no tengo tiempo.
—Pero, ¿cuándo te he pedido a ti que lo hagas, que sé que no lees ni las cartas del banco?
O cuando muestro fotos mías en algún lugar de España y alguien de allí me dice, 'siento no poder tomarme un café contigo'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario