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salvador-navarro.com

domingo, agosto 26, 2012

Drama

No soy una persona tímida ni extrovertida. Las relaciones sociales las cultivo con soltura, de hecho las potencio y cuido en lo posible, manteniendo una sutil barrera que me permite preservar mi espacio personal.

He venido construyendo desde hace tiempo una teoría sobre mí, del mismo modo que me gusta elaborarla sobre los otros, para explicar mi lugar en el mundo.

A saber: soy lo que soy por la gran carga dramática con la que he afrontado la vida.

Drama en cuanto a capacidad para atacar con ojos pasionales cada decisión como si fuera la última, creyendo ser consciente de lo que suponía un no en cada caso, interpretando mi vida futura en función de lo no hecho, no disfrutado, no proyectado.

Todo ello no implicaría, en mi caso, una connotación peyorativa sino más bien lo contrario; plantearme que las oportunidades no se repiten, que la gente no pasa por tu lado a pedirte amistad, que los proyectos laborales no esperan a que a ti te entren ganas de aceptarlos, que el amor es especialmente duro cuando no lo mimas.

Un síntoma para mí de vejez sería el dejar de ver la vida así. La energía irá disminuyendo, de hecho ya lo hace, pero no la óptica para afrontar el caminar.

No hay nada más absurdo que estar poniendo esparadrapos antes de tener heridas, y me he encontrado desde siempre con tanta gente así, tan incapaz de apreciar la unicidad de su propia existencia, que me sublevo de pensar, a veces, cuánto las quiero y qué torpes son.

La vida no tiene borrador. 

jueves, agosto 23, 2012

84

Hace unos meses, duchándome, me dio por leer acerca del bote de gel con el que me enjabonaba. Olía muy bien. Entre los ingredientes y las instrucciones me encontré en letra pequeña un 'made in England'.

Me dio que pensar. Las sensaciones no fueron buenas.

Nos bombardean desde las plazas financieras de Londres, especulan con nuestra deuda como país y además nos venden el champú.

Es cierto que gracias al turismo inglés y el alemán no hemos caído aún a las puertas del infierno, pero cierto es igualmente que si vienen es porque les ofrecemos una calidad hotelera y de restauración impecables en entornos que para sí quisieran.

No tengo ninguna intención de hacer un alegato entre los míos contra la compra de productos venidos de esas tierras, pero sí es cierto que el descubrimiento me concienció para comenzar a observar, de forma metódica, los códigos de barras de cada producto que meto en la cesta.

Desde que tengo uso de razón he hecho lo que ha estado en mi mano para apoyar los negocios que han montado mis hermanas, o mis amigos, o la familia en general. Prefiero gastar un poco más, perder algo de confort o repetir más veces en un sitio si sé que estoy haciendo porque la gente que me rodea pueda recibir un pequeño empujón en su tarea de salir hacia delante.

No soy hombre de banderas, pero ahora soy consciente de que el 84 es el inicio del código de barras del producto español, y prefiero hacerme con un champú fabricado en Barcelona o Badajoz, que no uno producido en Sheffield.

En situaciones límite como las que vivimos no hay que lanzar mensajes xenófobos ni andar con patrioterismos, pero sí es recomendable una cierta sensibilidad para hacer un consumo responsable y solidario.

Si me ponen dos bolsas de magdalenas en un estante, tomaré antes la portuguesa (código 56) que la alemana (código 40), aunque tuviese que sacrificar un poco el sabor.

No debemos cerrar los ojos ni dejarnos avasallar.

domingo, agosto 19, 2012

Pocas luces

Ante la abrumadora petición de prórroga de la ayuda de 400 euros a los parados de larga duración que planteaban casi todas las asociaciones sociales y políticas, a las que yo me unía sin lugar a dudas, por lo terriblemente doloroso que supondría dejar a determinadas familias sin un mínimo ingreso, acrecentando el porcentaje de población bajo el umbral de pobreza en nuestro país, hay determinadas certezas que consiguen desmoralizar.

Veía el telediario y aparecía una chica de poco más de veinte años con un bebé recién nacido en brazos, echando espuma por la boca en su reclamación de esa ayuda porque llevaba más de dos años sin trabajar, al igual que su marido y no tenían ningún ingreso.

Una prueba más de la falta de educación, insolidaridad social, falta de sentido común e incultura de nuestra sociedad.

Si tú y tu marido lleváis más de dos años en paro, ¿cómo se os ocurre tener un crío?

¿Dónde enseñamos que para construir un proyecto de vida en familia primero hay que establecer unas bases sólidas?

Es fácil pensar que el país, que somos todos, tenemos que financiar la crianza de chavales que son carne de cañón para actuar con la misma falta de luces que sus padres de aquí a veinte años.

Mientras en nuestro país no consigamos elevar el nivel cultural, educativo y formemos en ética, en los verdaderos valores de una sociedad moderna, solidaria y emprendedora no conseguiremos salir del impasse en que nos encontramos.

La desmoralización viene, de hecho, por la perspectiva que tenemos de que caminamos en sentido contrario, adelgazando la estructura educativa, disminuyendo las exigencias de calidad y dificultando a estudiantes sin recursos el acceso a la enseñanza universitaria.

A los que nos sentimos comprometidos con una visión progresista, que creemos en el reparto de la riqueza y que abominamos de crear guetos de pobreza en nuestras ciudades se nos viene el mundo encima cuando vemos a personajes como éstos, que vociferan con maldiciones pidiendo la ayuda del Papá Estado cuando ni siquiera son capaces de ordenar sus propias vidas. 

viernes, agosto 17, 2012

Dos perros

Vi desde muy lejos a un hombre paseando a dos perros cuando iba corriendo por la playa que une Conil con El Palmar, al anochecer, en ese momento en que el cielo se ha puesto rosa al tragarse la mar el sol y el inmenso arenal se convierte en una gigantesca pista de atletismo natural.

Al no haber apenas nadie en la playa, centré mi vista en los juegos de ese hombre con los perros, que se veían saltar por la orilla buscando piedras que el dueño les tiraba. La visión en esas situaciones es espectacular, sea cual sea, porque la arena húmeda refleja las imágenes de los paseantes como si de un espejo se tratara, una suerte de alucinación sahariana.

Llegando a la torre de Castilnovo, el hombre se sentó mirando al infinito y uno de los perros, el más pequeño, salió corriendo hacia Conil, a una velocidad endiablada. Yo estaba tan lejos que me resultaba imposible avisar al propietario, por lo que tras ver que no conseguía frenar al perrillo, aceleré la carrera para alertar a ese hombre que se quedaba sin un perro.

Exhausto por el cambio de ritmo, pegué un grito cuando tuve fuerzas. Fue gracioso porque el hombre se asustó, como si yo viniese a atracarle.

-¡Se le ha escapado el perro!

El hombre, sin moverse del sitio, me espetó:

-Ese perro no es mío.

Y miró para adelante, tirándole una piedra al que, supongo, sí era suyo.

-Perdone, los vi jugando desde lejos y pensé...

Metí la quinta marcha, y seguí hacia El Palmar.

Cuando estaría a unos doscientos metros del hombre, oí un silbido reiterado. Me giré sin parar de correr y el viento, siempre rebelde, me permitió escuchar un ¡gracias! venido, con retraso, desde ese hombre tirador de piedras.

Seguí más contento que unas pascuas y razonando que, aún en las cosas más nimias, no hay acto que dé más satisfacción en este mundo que el ayudar a los demás.

¡Aunque te equivoques!

lunes, agosto 13, 2012

La familia No-Tocar

Es extraño que perteneciendo a una familia que se siente tan a gusto de serlo, en que hemos sido tan queridos desde pequeños, donde los cuatro hermanos nos hemos tenido siempre y en la que nuestro amor por nuestros padres ha sido tan de verdad y tan profundo, seamos tan ariscos.

Ya a mis hermanas, algo mayores que yo, les llamaban en su pandilla las 'sin-tocar', no por connotaciones sexuales, sino por su poca predisposición a la caricia, el abrazo o los besos entre amigos.

Parecemos suecos.

Se supone que uno se forma como persona con lo vivido desde muy pequeño, período que no puedo más que considerar como tremendamente feliz. Recuerdo el beso de mi madre cada noche, tras darse un paseo por cada habitación, o lanzarme dando un salto encima de mi padre cada vez que venía del trabajo.

El caso es que nos vemos, a estas alturas, y aún somos reacios a darnos besos, como si costaran caros o nos fuéramos a desgastar.

No sé cómo interviene la genética para construirnos así, tan distintos en lo esencial pero tan parecidos en los gestos, las manías, las reacciones y las miradas.

Veo a Iván, tan pequeñillo, y ya aprecio ciertos achaques característicos de familia 'No-Tocar'.

Siempre estamos dispuestos a una charla, un paseo, una cerveza, somos tremendamente fáciles para quedar cuando se nos solicita... pero, eso sí, sin tocar.

sábado, agosto 11, 2012

Siria

La revuelta primaveral de Túnez trajo la esperanza de que la sociedad árabe podría salir de su edad media gracias al impulso de la juventud, ávida de libertad, informada de que otro mundo era posible por medio de internet, exigiendo la democracia que sus dictadorzuelos les escatimaban con prepotencia, como pueblos aún inmaduros a los que perdonaban la vida con políticas que agudizaban la miseria y eternizaban esos sistemas en beneficio de unos pocos.

Tras las revueltas fundamentalmente pacíficas de Túnez y Egipto, nos tocó sufrir con Libia. Allí el Terror estaba instalado con cadenas más rígidas y fue preciso incluso una coalición internacional para evacuar del poder al sátrapa de Gadafi. Pero fueron necesarias demasiadas muertes y pronto cayeron en el olvido las heroicidades de los habitantes de Misrata.

En esos tiempos ya comenzaron las revueltas en siria, y no nacidas sólo en una ciudad o grupo tribal, sino que rápidamente se extendieron por todo el país, haciéndonos familiares nombres de ciudades como Deraa, Idlib, Homs, Alepo o Hama.

En los tiempos actuales en que cada ciudadano con móvil es un portador de noticias, se nos inundan los telediarios con imágenes terroríficas y las matanzas se cuentan por centenas, pero parece que el dolor no lo es en la distancia.

Sorprende, con la que ha caído estas últimas semanas en Alepo, que las Naciones Unidas no se pongan de acuerdo en una resolución que frene esta masacre, que condene los crímenes del régimen y lleve a un punto de negociación inmediato.

¿Cuál es el freno?

Dos países que lideran el mundo y que son, en sí, profundamente antidemocráticos, soberbios y nada respetuosos con los derechos del hombre: Rusia y China.

Sin embargo, son suficientemente potentes como para que se les tosa, se les exija comportamientos limpios y sistemas que garanticen la libertad, auténtica, de sus ciudadanos.

Así que al dictador le amparan dos grandes naciones que no tienen entre sus premisas fundamentales el respeto al ser humano.

¿Hasta cuándo esta hipocresía con el poderoso?, ¿qué se necesita para denunciar sin ambages que así no se puede?

viernes, agosto 10, 2012

Helicóptero

A pesar del inmenso placer que supusieron para mí los quince minutos de vuelo en helicóptero por encima de Manhattan que me regalaron hace un par de años, guardo el sabor amargo de haberlo desperdiciado haciendo decenas de fotos que cualquiera sabe dónde se encuentran.

Intento abstraerme trayendo a la mente el momento en que sobrevolábamos en círculo el Empire State, o cuando se lanzó en línea recta a atravesar Central Park, la inmensidad del puente de Brooklyn, los muelles del Hudson, y todo lo que se me viene a la mente es mi móvil haciendo fotos.

Pensamos más en almacenar historias, aunque sea para contárnoslas a nosotros mismos, que en vivirlas de pleno.

Una buena foto en un lugar espectacular o en un período de tu vida bien definido es un regalo inmenso para los días futuros, pero en los tiempos que corren parece que no hacer una foto de cada amigo con el que cenamos equivale a no haber cenado.

El progreso nos ofrece herramientas preciosas que no siempre sabemos utilizar, imagino que con los años irán encontrando su espacio y su tiempo.

Yo sé que tengo pendiente un vuelo en helicóptero por Manhattan a pleno pulmón, sin electrónica ninguna, con las aspas batiendo el cielo de Nueva York y todo mi espíritu concentrado en saborearlo.

Lo que no sé es si nuestra amiga Isa volvería a hacernos un regalo así.

martes, agosto 07, 2012

Salsa de tomate

Quedar con mi amiga Mariángeles es siempre un enorme placer, pero hacerlo durante varios días es un chute de vitalidad.

Se vino a Conil unos días con Martín, anduvimos por Tarifa y Zahara, nos pusimos al día de las novedades, proyectos futuros y desengaños con que nos va regalando la vida.

En ella yo tengo una gran parte de mi biblioteca de recuerdos. Nos conocemos desde los veinte años y eso, junto con mi frágil memoria, hace que me haga revivir, con su enorme habilidad para almacenar vivencias al detalle, momentos de mi pasado que me emociono al escuchar como si los viviese por vez primera.

Para todo lo anterior a los veinte años tengo a mi hermana Mónica.

Es la ventaja de los que tenemos estropeado el disco duro de los recuerdos, que tenemos una gran capacidad de sorpresa ante situaciones ya conocidas pero olvidadas.

De hecho, creo que una de las razones profundas que me hacen escribir este blog es para ir almacenando esos recuerdos en cuanto aparecen, para compartirlos con los demás y conmigo mismo, para conocerme mejor a base de explorar en las circunstancias, las decisiones y las relaciones que me han hecho ser como soy.

Especialmente emotivo fue el relato en que me contó, cuando comenzaba a viajar con mi empresa para cursos de formación y yo le hablaba del maravilloso París, que ya me había deslumbrado con 18 años viajando con una mochila, al que tenía que acudir como ingeniero de la Renault.

Ocurrió un fin de semana en La Antilla, nos fuimos los dos a pasar el día y acabamos comiendo en un restaurante de primera línea de playa. Ella recuerda que yo pedí un atún con tomate y que le conté, emocionado, la vida profesional que se me ofrecía yendo con frecuencia a trabajar a la capital francesa.

Cuando hube terminado el atún, aprovechando la salsa de tomate que quedaba en el plato, me cuenta que jugué con el cuchillo para diseñarle, con todo lujo de detalles, un plano de avenidas, barrios y monumentos de un París construido en rojo.

Bendita memoria.

sábado, agosto 04, 2012

La prensa catalana

Mi admiración por Cataluña desde bien joven, cuando acudía a los campeonatos de España de remo en Bañolas, mi querencia por Barcelona, ciudad a la que tanto he viajado y con la que nunca dejo de sorprenderme, mis historias de amor por esas tierras o la literatura mamada de Carmen Laforet, Eduardo Mendoza o Juan Marsé me hacen estar siempre pendiente de lo que ocurre por allí, más aún en estos tiempos en que internet te permite pasearte por la prensa de medio mundo sin salir de tu ordenador.

De la misma forma que doy un repaso a las noticias en medios no afines a mi pensamiento como El Mundo o ABC, o que me informo de las noticias locales con el Diario de Sevilla o El Correo, o que pego un salto a lo que ocurre en Europa con Le Monde o The Guardian, siempre tengo un hueco para adentrarme en La Vanguardia o El Periódico, dos emblemas señeros del periodismo catalán.

Me sorprende, en ese recorrido habitual que realizo desde hace bastantes años, la falta de una postura crítica de estos dos periódicos con respecto a la cuestión catalana.

Es cierto que en los periódicos editados en Madrid hay un cierto tufillo centralista, centralizador o jacobino. Al menos en los que están más escorados a la derecha. Pero, en cambio, siempre ha habido editoriales durísimas con el gobierno español, con sus estrategias políticas, económicas o sociales, incluso con la propia sociedad española, a la que, un día sí y otro también, se le critica la falta de espíritu competitivo, formativo, emprendedor, de la misma forma que se informa y se realza lo mucho de bueno que tiene nuestro país.

En la prensa catalana, en cambio, no encuentro esa visión prismática de las cosas, como si la óptica estuviera siempre dominada por el ojo 'nacional-catalán'; con lo bien que viene ponerse también en la piel de los catalanes no nacionalistas, o en la del resto de los españoles, o tener una visión aséptica desde un helicóptero.

Me explico.

Es claro que el balance fiscal de Cataluña con respecto al resto del Estado es deficitario. ¡No puede ser de otro modo! Igual que es deficitario con Madrid, Aragón o Baleares, porque son comunidades más generadoras de riqueza, con una renta más alta. Jamás, sin embargo, he oído a esas comunidades que aportan más de la media quejarse por ello. Es un síntoma de orgullo.

Yo, por ejemplo, pago más impuestos que la media de los españoles porque tengo un salario por encima de la media. ¡Claro que mi balance fiscal es deficitario! Pero yo lo llevo, en mi interior, a gala.

Pues bien, esta prensa en ningún caso hace didáctica con este tipo de razonamientos que rozan lo evidente. Barcelona es mucho más rica que cualquier pequeño pueblo de la provincia de Lleida. ¿Deben establecerse pactos fiscales entre estos pueblos con la gran capital al salir esta última perjudicada en el reparto?

Por otro lado, el actual sistema financiero de Cataluña con respecto al resto del Estado está firmado por la Generalitat, así como por el resto de las comunidades autónomas. No hay ningún atropello desde el momento en que se está actuando bajo la más estricta legalidad.

¿Que no se convalidó un Estatut aprobado por la mayoría del parlamento catalán? Es cierto. Como también lo es que el sistema constitucional, amplísimamente aprobado por los catalanes, instaura que ese Estatut debe ser refrendado por el parlamento nacional, algo que no se consiguió con los argumentos traídos desde Barcelona.

Si la financiación se está volviendo injusta con el paso de los años, se deberá volver a negociar en base a datos coherentes y se tendrá que llegar a un nuevo acuerdo, sin amenazas ni ultimatums, porque los acuerdos son acercamientos de postura entre las partes, no imposiciones lanzadas desde púlpitos políticos.

Si desde la prensa catalana se insiste en que todo lo malo, todas las asfixias económicas y los recortes vienen desde Madrid, estaremos empujando al pueblo a odiar todo lo que tenga que ver con el resto del Estado. Y ese línea editorial no lleva más que al odio y al ansia de 'liberación'.

¿Por qué no se critica la gestión de la Generalitat?, ¿por qué no se explica que la situación financiera del gobierno catalán es producto de la mala gestión de los recursos que tiene establecidos por ley y firmados por consenso mutuo Estado-Generalitat?, ¿por qué tenemos que soportar el resto de los españoles la continua cantinela de que estamos robando al pueblo catalán?

¿Dónde está la autocrítica como gobierno, como estructura social?

Imagino que habrá hechos reales, constatables y factuales que demuestren que los gastos suntuosos de la Generalitat durante muchos años se han apoyado en una generación de deuda inasumible por generaciones venideras.

La crisis la padecemos todos los pueblos de España, no es una historia de malos y buenos.

Yo, con mi granito de arena, intento cada vez que puedo luchar por la convivencia entre quienes habitamos este viejo país. Y lo hago con armas efectivas, porque tengo amigos de los buenos en Donosti, en Barcelona, en Madrid, en Valencia.

Si se quiere la independencia, se debe dar la oportunidad para conseguirla. Es una opción tan válida y respetable como cualquier otra, pero que se diga alto y claro. El andar contaminando continuamente a base de agravios es la peor medicina para hacer avanzar en armonía a una sociedad que no se merece tanto envenenamiento.

Lo digo con todo mi afecto y consideración hacia la sociedad catalana.

miércoles, agosto 01, 2012

La ventanilla

El pasado verano, el día menos apropiado y de más calor, se me descolgó la ventanilla del coche. El arreglo es sencillo siempre que se tenga tiempo y exista el repuesto en el taller al que lo lleves. Como no era el caso porque salíamos hacia San Sebastián, nos hicieron un apaño colocándonos un tablón de madera para sostener la ventana.

En el viaje lo pasamos tan bien que el tema de la avería se nos olvidó rápido. Tan sólo molestaba cuando teníamos que entrar en el parking de nuestro amigo Txema, muy estrecho y empinado, lo que obligaba a hacer contorsiones para salir del coche y que éste no se calara al arrancar.

Las risas vinieron en los peajes, cuando decidimos pasearnos el sur de Francia. En cada estación yo hacía la misma maniobra, me adelantaba a la zona del cobrador, que me miraba extrañado, me levantaba y le daba el dinero dándole una explicación de la avería de mi ventanilla.

'Están buscando el repuesto'.

Fran y Carmela, mis compañeros de viaje, se partían de risa y me imitaban a cada parada en cada peaje, y en Francia hay muchos.

Soy así desde pequeño, cuando algo resulta extraño doy explicaciones, aunque la cajera del peaje pueda pensar:

'¿Y a mí que me cuentas?'

No podría colarme en un sitio, irme sin pagar de un bar, entrar en una fiesta sin haber sido invitado, meterme en casa de nadie de quien no esté yo seguro que le agrade mi presencia.

Como yo sepa que algo no funciona, mi cuerpo no está tranquilo a no ser que dé explicaciones, aunque sea en un peaje.