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salvador-navarro.com

lunes, marzo 26, 2018

Influencias

Defiendo que no está reñido tener unos principios claros y al mismo tiempo capacidad para dejarse convencer.

Atesorar el conjunto de tus convicciones como inamovibles roza ya no sólo lo pretencioso, sino incluso lo ridículo, pues por muy trabajadas que tengas tus reflexiones acerca de lo divino y de lo humano, siempre te cruzarás con gente inteligente, cultivada o sensible que haya construido con igual o más intensidad los razonamientos para concluir que tus certidumbres tal vez sean discutibles.

Defiendo incluso el placer de dejarse moldear, de encontrar en el otro argumentos frescos que te lleven a plantear que a lo mejor no eres tan de izquierdas, o tan agnóstico, o tan pudoroso como pensabas.

De ahí lo importante que me resulta estar siempre con la caña de pescar lanzada, relajado pero expectante a la llegada de gente maja en mi vida, que me enseñe el mundo con sus ojos y me permita ver a través de ellos que la realidad que creí de unos colores determinados resulta que puede ser de tonos insospechados.

jueves, marzo 08, 2018

Mujer

A mí me educaron en un machismo sin maldad, en el que sin darnos cuenta acababan siendo mis hermanas quienes cuidaban de la casa, de mí y del día a día. Y ese dolor les queda. Cuando mi hermana Mónica bebe más de dos cervezas hace el gesto de darme con la fregona en la cabeza. Debía haberme dado.

Aún tengo clavadas las imágenes de Irán. Hamid me decía: 'no las toques nunca'. Como objetos de porcelana. Yo obedecía y no les ofrecía la mano al saludarlas. Qué horror. El velo siempre, un paso detrás del hombre, la mirada perdida.

Hoy cientos de miles de españolas han salido a la calle para decir 'aquí estamos' y uno se pregunta por qué han tardado tanto en explotar.

Es jodido pensar en tantos siglos de historia repletos de nombres de hombres, brillantes, eruditos, rompedores... pero siempre hombres.

Mi mundo está lleno de mujeres tan preparadas o más que yo, mucho más valientes que yo, capaces de bregar con todo... y con los demás. A mí, a veces, ya me produce pereza bregar conmigo mismo.

Les exigimos ser madres, estar guapas, ser fieles, dar buena imagen, demostrar que valen; porque a los hombres se nos da por supuesta la calidad.

Os admiro, os quiero, soy uno de vosotras.