Suele ser al estar a solas, mientras me hago unos huevos revueltos o me achicharro con el agua de la ducha. Me viene la imagen de mí mismo diciendo lo que no debía y salta un tarareo de mi boca.
De mí, que no sé cantar.
Es una reacción instintiva del cuerpo ante los castigos de la mente. Aunque esté sin nadie más en casa, me entra la vergüenza y, tachán, me pongo a cantar.
¿Cómo pude decirle eso?
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