Hay quien relaciona las vacaciones con una hamaca.
Y suena bien.
¡El dolce far niente!
Yo, en cambio, casi nunca lo he visto así, porque creo que el descanso tiene más que ver con vaciar la mente, de lo de siempre, más que con poner las piernas en alto.
Estos días que llegan a su fin en Roma son buena prueba de ello. Tengo las piernas reventadas, pero la cabeza renovada, limpia, rejuvenecida y el alma abierta a retomar la vida con más ganas que nunca.
Ya habrá tiempo de dormir.
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