x

¿Quieres conocerme mejor? Visita ahora mi nueva web, que incluye todo el contenido de este blog y mucho más:

salvador-navarro.com

martes, agosto 29, 2023

Fromm

Aprender en ningún caso es memorizar.

He tenido que acudir a Google para recordar los títulos de los dos libros que leí de Eric Fromm, pero lo que sí tengo claro es que su lectura obró un crecimiento personal inmenso en mí y que de sus enseñanzas aún escarbo a diario para ser la persona que soy.

Este psicoanalista, gran comunicador, estableció una diferenciación entre las dos naturalezas que habitan en el ser humano, la biofilia y la necrofilia, y cómo el reparto entre una y otra nos hace ser como somos, y cómo, lo más importante, se puede potenciar la primera, el amor a la vida. Seguro que hay quienes son refractarios a sus teorías, pero para negar una corriente de pensamiento hay que conocerla primero y ahí está la grandeza del aprender, en el sentido literal de querer crecer.

Eric Fromm me convenció, desde su sabiduría vital, de que el hombre gana cuando huye del rebaño, al apoyarse en la meditación, al potenciar su lado creativo, lo espiritual. 

El hombre pierde cuando se convierte en un consumidor eterno que entiende el mundo como un objeto para calmar su apetito.

'El arte de amar' y 'El corazón del hombre' fueron esos dos libros. Sí, me lo chivó Google. Daba igual cómo se llamasen porque ya estaban, desde los maravillosos días de mi juventud en los que los disfruté, plenamente integrados en mí.


Grueso

Valoro a quien domina el arte de evitar la palabra gruesa.

La reacción fácil ante cualquier conflicto es ir a por todas, arrasar con lo que se ponga por delante con tal de manifestar nuestra opinión, y es por eso que respeto tanto al analista, al intelectual, al periodista, al escritor que nos ayuda a discernir desde la razón, no desde las tripas. Lo admiro en el compañero de trabajo, que no descalifica al jefe porque sí. Lo valoro en un amigo, que me sepa hacer ver que, de pronto, no todo es tan malo en aquel que me ha hecho un feo.

A mí me gustaría ser así, sutil, porque quiero ser como aquellos a los que me enseñan.

Lo trabajo desde hace tiempo y el trabajo da sus frutos.

Respirar, tomar las pinzas y apartar lo que sí y lo que no, hasta encontrar lo que hace daño sin tener que quemar todo el bosque.


Seguido

Yo soy muy seguido, de ahí que mi principal enemiga sea la pereza.

La detesto. 

Es una leona que yo no he criado y abre las fauces en cuanto quiero poner en pie alguno de los mil proyectos que tengo dentro de la cabeza.

Me condiciona, me ralentiza, me hace dudar, porque sí, porque tiene el don de utilizar artimañas para que no hagas lo que me apetece. 

¿A quién le interesa eso que escribes? Ese entrenamiento de pesas no te sirve para nada. Lo de hacer ahora una salsa de tomate es un absurdo, cómprala. ¿Otra vez vas a ir a un club de lectura? No entiendo que salgas de nuevo a la calle. Venga, quédate ahí, tirado, en el sofá, abre el teléfono, narcotízate con los gatos de Instagram.

Enviaría a la leona a pasearse por la selva tropical.

lunes, agosto 28, 2023

Belleza

Coincidimos en Venecia con un amigo malagueño, que estaba allí por vez primera. Acababa de llegar y le pregunté por sus sensaciones, envidioso de él por tener tan fresco ese golpe en el corazón, irrepetible, que provoca el descubrirla.

Es impresionante, pero...

¡Para! le dije. ¡Cómo puedes ponerle un 'pero' a Venecia en la primera frase! ¡Pónselo en la séptima!

A Venecia, sobre todo tras el primer encuentro, no le debes colocar una pega hasta que reacomodes todo tu cuerpo, en ese asalto de belleza provocado por lo maravilloso que ha conseguido crear el hombre allí.

El 'pero' de aguas estancadas e incomodidades de transporte vendrá a los postres, pero no en el aperitivo.

No podemos acostumbrarnos a poner la queja tan pronto, por todo, tan fácil. Tan gratis.

Llenamos la vida de 'peros' infantiles.

Si la vida te concede el regalo, que muchos quisieran, de poder pasearte por las calles de esa ciudad inmortal, concentra tu alma en disfrutar de ese milagro.

Paleta

Mis textos de las cinco son los puntos de color de la paleta que luego utilizo para pintar mis novelas.

Con cada reflexión, anécdota, recuerdo o denuncia voy metiendo una nueva pizca de pintura inventada de la que poder tirar.

Las preparo, esas pequeñas dosis, en el silencio de mi habitación al leer, al pasear camino de la tienda para comprar tomate para el gazpacho, al escuchar las risas de un amigo que me cuenta su verano, al emocionarme con una peli que me ha pillado con las defensas bajas. Me siento entonces frente al ordenador, como hago ahora, para rematar la mezcla. Desde los risas pastel hasta las tristezas lacadas, pasando por ternuras al temple y enamoramientos con brillantina, voy llenando la paleta de apenas unos gramos de emociones muy elaboradas, compuestas de multitud de elementos en proporciones precisas que no quiero dejar escapar, que están ahí, en ese texto que no dejé volar.

Cada día os presento una muestra y vuestra reacción me ayuda a saber cuál debo usar más, cuál menos, si tengo que descartarla, o meterle más negro al gris, o menos verde al turquesa. 

Así que, cuando compongo una historia larga, tengo todos los recursos bien ordenados, sé de dónde tirar para una confesión a un padre, dónde mojar el pincel si quiero hacerte reír, qué mijita de azul para conseguir tu melancolía, cuanto de rojo amor hay que meter cuando se niega un te quiero.

Ya de muy joven escribí mi primera novela, sin saber que mi paleta apenas tenía los colores primarios, el rojo, el amarillo y el azul.

Hoy, ya maduro, vivido, reposado y fuerte, he sabido construirme, gracias a tus reacciones al leerme, una panoplia de emociones sutiles a la que sé recurrir para moldear personajes, escenas y paisajes que, para mi felicidad, se hacen vivos en ti.

domingo, agosto 27, 2023

Serio

Me da mucha grima la gente que se toma muy en serio las cosas que no son serias, y lo serio, para mí, tiene que ver con el compromiso con uno mismo y con los que nos rodean.

Para todo lo demás hay que mirar con ojos libres de presión, para la vida del hoy y el ahora me gusta quien actúa con humor, sin dramas, con arte.

La seriedad implica rigidez, miradas firmes, exámenes constantes, comparaciones con el bien y el mal.

Quizás sea que hay algo de demasiado serio en mí que no me gusta y por eso viajo por la vida, desde que lo entendí, burlando a aquellos que me dan toques en la espalda para decirme cómo tienen que ser las cosas.

sábado, agosto 26, 2023

Magritte

La vida también se compone de tonterías y hay que saber disfrutarlas.

A mí, por ejemplo, siempre me gustó el efecto de las farolas cuando se encienden y aún no ha caído la noche. Me da igual de dónde venga esa debilidad, solo sé que viaja desde mi infancia y que cada vez que ocurre me quedo embobado y busco retratar la imagen con una cámara.

Tengo fotos maravillosas en mil sitios que tienen eso en común, una ciudad, una calle, la tarde haciéndose noche y una lámpara encendida.

Algún día las organizaré y montaré un collage.

Algún día, quizás, entenderé qué se desmonta dentro de mí cuando eso ocurre.

De ahí que cuando entré en la galería de Peggy Guggenheim y me choqué de frente con el cuadro de Magritte, entré en éxtasis. 

Nunca nadie es tan raro.


lunes, agosto 21, 2023

Aboretando

Mi familia paterna está cargada de Salvadores, abuelos, padres, tíos, primos, hijos... de forma que a ninguno nos llaman Salvador. A mí, para mi desgracia, me cayó el pijo-nombre de Borete, el hijo de Bori, que, con los años, y a petición de mi hermano David, se transformó en Bore.

Lo de Borete suena a niño chico arguyó.

Y con el Borete vinieron asociados varios defectos de fábrica, encabezados por el genuino arte del despiste.

Vivo tan en mi mundo que se puede caer un piano a mi lado y no me doy cuenta.

Cuando celebré mi cincuenta cumpleaños y llegué a casa, Fran había decorado todo el salón, en una casa en la que todo es salón, con grandes letras doradas que decían ¡FELICIDADES!

Yo llegué de trabajar, me llevé media tarde de lecturas en el sofá y no fue hasta la noche cuando, tras percatarme, di un respingo y grité, ¡GRACIAS!, antes de abalanzarme sobre él.

Ahora hay días, pocos, en los que Fran, el antidespiste que siempre está al loro de todo, tira para Huelva cuando queremos ir para Cádiz. Y no puedo contenerme.

Te estás aboretando.

Mala educación

Me gustaría escribir lo contrario, decir que viajar es también una conexión cósmica con el ser humano, no una sucesión de escenas donde compruebas lo extendida que está la mala educación.

Salvo excepciones, que te hacen confiar en un futuro más solidario para nuevas generaciones, compartir trenes, aviones, estaciones, museos, aeropuertos o catedrales es darte cuenta de que la gente va al propio disfrute, lógico, sin importarle un comino el disfrute de los demás, algo decepcionante.

Hacen ruido, te golpean con la silla, se cuelan en tu fila, gritan junto a tu mesa, empujan, forcejean...

La pena de viajar con orejeras es no ser consciente de que el mayor placer de salir de tu territorio es encontrar otras gentes que buscan, como tú, abrir el mundo.

Lo que ocurre es que existen ángeles, siempre aparecen ángeles, los que te avisan, te ayudan, te sonríen y desbaratan todos los discursos que te hace construir la mala educación rampante.

domingo, agosto 20, 2023

Futbolistas

Aunque sea de refilón, cualquier niña española vio imágenes ayer de un grupo heroico de chicas levantando una copa del mundo.

Por poco caso que hiciesen, integraron que esas jóvenes habían hecho algo grande para su país.

Por primera vez, no eran hombres los que salían abrazados a una medalla como primera noticia de todos los telediarios.

Eso queda ahí, para siempre, en el corazoncillo de esas niñas quedisfrutaban de un domingo de verano.

Sin saberlo ni analizarlo, desde ayer son más fuertes, porque han comprobado que pueden ser tan triunfadoras como quieran.

20 años

Hace 20 años andaba yo recién llegado de Nueva York a una Sevilla desierta en agosto.

Mis amigos de vacaciones y toda una semana por delante para no hacer nada. Mi apartamento vacío, con todas mis cosas en mi piso de París, donde debía volver a trabajar en pocos días.

Tras desayunar, bajé a un ciber-café y me conecté a un chat, donde encontré a un chaval veinteañero que me hizo reír. Mucho. Seductor, inteligente, rápido, luminoso.

Esa misma tarde volví al mismo bar, a la búsqueda de ese joven internauta que me había alegrado la mañana.

Para mi fortuna, apareció en la pantalla de mi ordenador.

Fue ese mismo día, un 23 de agosto del 2003, la noche en la que quedamos. Él apareció con una camiseta roja y una sonrisa enorme. Yo no pude imaginar que iba a ser el día más feliz de mi vida.

Hoy hacemos 20 años juntos y no lo puedo querer más.


martes, agosto 15, 2023

Bran

Voy a llevar tanto tiempo con Fran como la edad de mi único sobrino, Iván.

20 años.

Así que, desde que nació, Iván integró a su tío Fran en mi vida. 

Con cierta dificultad para pronunciar las erres de pequeño, cada vez que aparecía yo por casa de mi hermana, mi sobrino me preguntaba:

¿Y Bran?

Éramos un completo. Bore y Bran.

Pasados veinte años, siguen mis dos hombres ahí. Nos pegamos nuestras escapadas, nos contamos nuestras novedades, nos reímos de nuestras bromas.

Hay veces en las que me quedo rezagado atrás, mientras paseamos, para verlos charlar a los dos, y no puedo ser más feliz.

Manchas

—¿Qué miras? —Le pregunté, mientras cenábamos.

—A ti —contestó Fran.

—No. Te estoy hablando y no me estás mirando a los ojos. 

—Miraba tu mano —admitió, se te está despellejando.

Me la miré.

—Eso es una mancha blanca, de estar haciéndome mayor.

—Lo sé —sonrió.

Le tomé el antebrazo.

—Tú tienes otra aquí.

—Lo sé.

Nos reímos. Tomábamos ensaladilla. La noche era la perfecta de verano, con el cielo aún iluminado y el ruido tenue de la ciudad.

—¿De qué te estaba hablando?

Entonces, sí, volvió a mis ojos.

lunes, agosto 14, 2023

Churros

Salíamos de Cáceres bien temprano, ya de vuelta a Sevilla, con ganas de desayunar un chocolate con churros.

Entramos en un pueblecito cercano a la autopista, donde vimos un local, pequeño y extraño, por sus formas y el material de las paredes, donde ponía 'churrería'. Aparcamos.

Bajo un sol radiante, Fran se asomó, tras apartar una cortinilla.

¿Sirven churros?

Sí.

Nos hizo un gesto y allí nos metimos los cuatro. En cuanto nuestras pupilas se hicieron a la oscuridad vimos el horror. Un anciano, tras una barra, regentaba un negocio sucio, desordenado, antiquísimo, tal como si hubiésemos atravesado un túnel del tiempo, hacia más de un siglo atrás. 

Nos dio apuro dejar allí a ese señor, vestido con ropa de muchos días, llena de lamparones por todos lados. La sensación de un hombre solo, viudo, al límite del abandono, pero firme tras la barra de su negocio.

¿Nos pone cuatro chocolates con churros?

Estaban buenísimos.

domingo, agosto 13, 2023

Pentecostés

Cuando era pequeño, y no tan pequeño, soñaba con tener el poder de las lenguas de Pentecostés.

Me ocurría en clase.

Me decía, que se le ponga una lengua de fuego en la cabeza a aquel que tenga padres separados, a quienes sean hijos únicos, a los que sean del Betis, a aquellos que vivan en familias de izquierda, a quienes tengan dudas sobre su homosexualidad. 

Fantaseado imaginando esas llamas encima de sus cabezas, con tener ese superpoder de jugar con ventaja.

La vida no obró milagros y tuve que rascar mucho para conocer qué había dentro del corazón de los compañeros que me importaban.

sábado, agosto 12, 2023

Pesadillas

Los años me confirman que la primera semana de vacaciones de verano son un disfrute de día y un infierno de pesadillas de noche, hasta que el subconsciente se da cuenta, al fin, de que la época del estrés está aparcada. 

Es entonces cuando el espíritu se une al cuerpo y los sueños se entrelazan con las jornadas del no hacer nada que se mida en horas y minutos.

Aparecen gentes venidas de otros tiempos, paisajes de infancia en los que las preocupaciones eran poder quedarme un rato más en la playa con los amigos 

jueves, agosto 10, 2023

Kazenbach

Katzenbach es el ejemplo de autor considerado creador de best-sellers, con lo que ello implica no tanto de desprecio, sino de desdén.

'El psicoanalista' es su novela más conocida, transcurre en Nueva York y es un libro de una intensidad desmesurada, en la que se despliegan todos los recursos del suspense con un lenguaje cinematográfico.

Es un libro gordo, propio del verano, de tardes largas, de siestas intermitentes, de colocarlo en el suelo y tumbarte bocabajo en la cama para cruzar no sé cuántas veces Central Park junto con el protagonista para entender quién le puede querer hacer tanto daño.

Para preguntarte, junto con él, a quiénes has podido provocar tanto dolor en tu vida. 

Todos tenemos víctimas.

Cada libro que leemos entra a formar parte de nuestra memoria vital, de modo que una persona leída es una persona mucho más vivida, porque tiene la ventaja de haber viajado en el tiempo, en el espacio, navegado todo tipo de circunstancias.

Yo soy también producto de Katzenbach, yo estuve allí con él, crucé ese parque, perdí el aliento.

Deportivas

En Sevilla capital, a las deportivas las llamamos botines.

Yo tenía 17 años y llegaba de mis campeonatos de España de remo en Mequinenza. Era puro verano y la familia ya estaba en una casa alquilada en la playa de La Antilla. Aceleré por tomar el primer autobús nada más llegar a Sevilla.

Solo quería abrazar a mi madre.

Me insistieron, en casa, para que no dejase de ir a esas regatas, porque llevaba todo el año entrenando; yo intuía, sin embargo, que querían retirarme unas semanas del declive pronunciado en la salud de ella. No podía imaginar, por entonces, que apenas le quedaban dos meses de vida.

¡Mira qué botines te he comprado! Me mostró, nada más caer yo en sus brazos, a la puerta de la casa, una tarde preciosa en la que se ponía el sol.

Quizás utilizaba las deportivas como señuelo para que no me fijase en ella, con el cuerpo ya machacado por tanta lucha, estéril, contra su enfermedad.

Fue el abrazo más hermoso.

—¿Te gustan?

—Me encantan, mamá.

lector

Al que no es lector lo único que le interesa de una novela es el desenlace; los que somos lectores sabemos que eso es lo de menos. 

Es como quien va a un restaurante simplemente a alimentarse, y le da igual el trato que le den, la presentación de los platos, la decoración del local, la carta de vinos o la sonoridad del sitio.

Introducirse en una novela no es mirar detrás del visillo, sino implicarse. No vale ser mirón, hay que cambiarse de zapatos.

La creación literaria muere en manos de quien no es capaz de jugar al juego.

Es cerrar los ojos exteriores, darle tu mano al autor y dejarte llevar por él.

martes, agosto 08, 2023

Naranja

A mí me sonaban las tripas a todas horas, lo que provocaba situaciones incómodas en reuniones de trabajo en las que, cuando se hacía el silencio, comenzaba a escucharse a mi barriga trabajar.

Yo sonreía con cara de pánfilo.

Algo había que no iba bien, porque todo ese proceso provocaba un reflujo que se manifestaba en fuego que subía del estómago hacia arriba. Las pastillas antiacidez eran parte de mi rutina.

Un día lo comenté a un amigo, siempre interesado en temas nutricionales, y me preguntó si desayunaba tostadas con zumo de naranja. 

Sí, me encanta.

¡Nunca combines el pan con el zumo de naranja!

No sé si fue el convencimiento con el que me lo dijo, pero cambié mis desayunos y, como por arte de magia, no volví a necesitar antiácidos ni volvieron a sonarme las tripas, como entonces, nunca más.

No recuerdo que un consejo tan simple me haya podido hacer más feliz.

domingo, agosto 06, 2023

Vigilancia

Soy un convencido de que solo funcionan los negocios que se vigilan, lo que me duele admitir, porque dice poco de la naturaleza humana.

Mi amor por la observación de los comportamientos sociales me ha demostrado que no se puede triunfar si dejas tus proyectos en manos de otros, por muy preparados que estén, por mucho que te quieran o buenas personas que sean.

Cuando el jefe no está, ni se le espera, cunde la desidia, la trampa, o la desorganización.

El jefe no suele estar por dos razones, o no tiene madera de líder o no le va la vida en el negocio.

Estar no es solo controlar, estar es también dar ejemplo. 

Cuando la persona a la que tienes que dar cuentas se parte más el lomo que tú, acabas por confiar en él y das lo mejor de ti.


Líneas rojas

Compartí una formación de trabajo, acerca de cómo potenciar nuestras fortalezas como mandos de la empresa, con una compañera a la que siempre consideré una persona mala.

Las personas malas existen, ¡vaya que sí!

Los cursos se impartían en París, así que nos veíamos en el avión, en el hotel, en el comedor.

Uno de los ejercicios consistía en elegir a diez personas de tu entorno laboral para que te evaluaran a partir de un cuestionario, que tú completabas al mismo tiempo.

Al final del curso nos entregaban los resultados en forma de gráfico. Cómo nos veíamos nosotros respecto a cómo nos percibían los demás. 

Si yo me veía mejor comunicador que cómo lo interpretaban mis colegas, me aparecía una línea roja, tan grande como la diferencia entre mi percepción y la media de mis compañeros. Si yo me veía peor como moderador de reuniones, aparecía en verde. Así, hasta cien comportamientos diferentes.

Lo habitual era un equilibrio de colores, tendente al verde por aquello de que no valoramos lo suficiente nuestras cualidades. 

Cuando nos entregaron el cuaderno con los resultados, yo estaba tras de ella, mi compañera, que se encontró un informe inundado de enormes líneas rojas. Ni un solo miligramos de verde.

Ella giró la cabeza, avergonzada, y vio que yo lo vi.

Vi cómo una persona engreída se sorprende de que el resto de la humanidad no se dé cuenta de lo mucho que ella cree que vale.

sábado, agosto 05, 2023

Ocho

A eso de las ocho de la tarde, a Fran le hace una videollamada su madre. Cada día.

Se hacen un par de morisquetas y él se aparta para estar un rato con ella. Yo, siempre en mis cosas, escucho el resumen que le hace de lo que llevamos de día y me resulta una escena enternecedora. Dónde hemos ido, qué hemos comido, los planes para el día siguiente. 

De vez en cuando se acerca donde yo estoy con el teléfono, yo me asomo a la pantalla y nos mandamos un beso.

Yo le insisto a Fran, ¡cuídala!

Él le insiste en que se dé un paseo diario y la escucha, sobre todo la escucha, en un diálogo lento acerca de las rutinas del vivir.

Qué no daría yo...


Portugueses

Dicen que es por haber visto siempre las películas en versión original, pero yo creo que no es la única explicación de que los portugueses hablen con tanta soltura otros idiomas. Hay mucho de humildad también.

Siempre hacen por adaptarse a ti, por entenderte, por explicarse, aunque sea con un castellano muy básico.

A mí me lo dijo un gran jefe que tuve, cuando comencé a asistir a reuniones en francés.

-Salva, mientras nadie frunza el ceño, tú tira 'palante'.

Es cierto, en los idiomas, como en la vida, hay que tirar hacia delante. Como te plantees mucho la pronunciación, el significado, lo apropiado de una palabra u otra, acabas por bloquearte.

Los españoles somos nuestros peores enemigos, porque nos reímos del que habla con soltura otra lengua, con un sentido del pudor inapropiado para un pueblo con el acervo cultural del nuestro.

Mientras no pongan rara, 'palante'. 

La gente inteligente valora mucho más el esfuerzo que el error.

Golfo

Una noche loca parisina me crucé con un golfo, muy golfo, en una discoteca. Llevaba gafas de sol grandes y naranjas, era muy delgado y me cogió de la mano. 

Tú te vienes conmigo.

Acabamos en un after a las afueras de la ciudad, en un descampado lleno de gente que bailaba como loca, con el sol ya bien arriba. ¡Qué noche más divertida! Ni sé cómo volví a casa, ni sabría volver allí.

Meses después, en mi primer viaje a Nueva York, oí un grito en otro garito donde tomaba un gintónic.

¡Salva!

¡Era el chico de las gafas naranjas!

Volvió a cogerme de la mano y me llevó a bailar con él. ¡Qué bien me lo pasé!

Esa noche recuerdo que pensé lo divertida que era la vida.

¿Aparecerá de nuevo el tipo de las gafas naranjas?

Ciencia ficción

A la hora de ver cine, tenemos conflicto en casa, porque me pirran las historias de futuros imaginados, con visitantes de otros planetas, artilugios que vuelan a velocidades imposibles, aparatos electrónicos que se insertan en el cuerpo humano, humanoides que se insertan entre nosotros, planetas replicantes de la Tierra, lunas paradisíacas y torneos interestelares.

Me gusta la ciencia-ficción porque desbarata mi mundo, me permite soñar despierto, entregarme al relato de alguien que quiere contarme cómo son sus pesadillas sobre el futuro o sus esperanzas de un mundo mejor.

Es un género sin reglas, salvo las lógicas del buen narrador, en el que todo está permitido; donde la dificultad es hacer creíble aquello que no existe, hasta desbordarte de emoción.

Es salir del escenario, atravesar el espejo, romper los relojes, olvidar las normas para poder pensar en grande, sin condicionantes.

Dame una novela o una peli de ciencia-ficción y no te molestaré hasta devorármelas.

viernes, agosto 04, 2023

Playa

—Ya estoy harto de playa —me dice Fran, mientras saca la sombrilla, la silla y las toallas del maletero.

—¿Nos vamos? —propongo yo.

—Vámonos.

Y volvemos a meter las cosas en el coche.

No es una, ni dos las veces que nos hemos ido de la playa en pleno mes de agosto antes de pisarla. 

Ese calor húmedo, ni un hueco visible en la arena, los gritos de los niños.

Es de las verdades menos compartidas, los días de playa en verano son un auténtico coñazo. Lo único que los salva son los chiringuitos, siempre que no estén inundados de grupos escandalosos con más tinto de verano en el cuerpo del que los demás podemos soportar.

De ahí que huyamos en cuanto podemos, a disfrutar de esos lugares a los que nadie va cuando el país se paraliza.

Hay días en los que llegamos a tender la toalla, en los que Fran se coloca en su silla y yo abro mi libro, incluso puede que nos bañemos, pero no podemos cruzar las miradas entre nosotros.

—¿Nos vamos?

—Mucho estamos tardando.

Helicóptero

Fue el regalo de boda que nos hizo Isa.

Al ser la luna de miel en Nueva York, nos sorprendió con un billete para sobrevolar Manhattan en helicóptero.

El día era fresco y soleado, nos pasaron a una sala para darnos instrucciones, en un pequeño edificio a orillas del East River.

Cuando nos lanzamos a las alturas, tan de golpe, tan alto, tan ruidoso, la emoción se desparramaba a borbotones. Fue llevándonos desde el Downtown, cerca del puentre de Manhattan, hasta Central Park, bordeamos el Empire State, el rascacielos de la Chrysler, vimos cómo Broadway rajaba la ciudad en diagonal. 

Yo no paraba de echar fotos, que cualquiera sabe dónde estarán hoy. 

Todavía me pesa no haber dejado el móvil en el bolsillo y haber disfrutado a pleno pulmón de ese espectáculo inigualable. 

Nos llevamos media vida atesorando recuerdos que luego olvidaremos y nos olvidamos de vivir el ahora, el aquí, despreciando los quince minutos de dar vueltas por los cielos de Nueva York.

jueves, agosto 03, 2023

Sardina

Fran siempre me deja la última sardina. O la última almeja. O la última porción de queso.

Es innegociable.

En ese justo momento en el que el plato está a punto de vaciarse, a él se le acaba el hambre, de golpe, y pone cara de empacho. Goloso como soy yo, salgo ganando, pero hay veces que lo veo disfrutar tanto que me niego en redondo.

Antes me tiro desde la Giralda que comerme ese salmonete amenazo.

Hay veces que ni aun así.

Que reconfortante es compartir la vida con alguien que siempre te pone a ti por delante.

Mataderos

Me narraba mi prima la visita a un matadero de cerdos en Extremadura.

Del mismo modo que me comentaba lo higiénicas que eran las condiciones, con los hangares limpios y cada cosa en su sitio, me explicaba el terror de los animales al ver que los van a matar.

¡No imaginas los gruñidos de pánico! Ellos lo saben perfectamenteme explicaba, conocedora de esa industria.

Yo, omnívoro como soy, sufría con el relato. No es un sufrimiento naif, infantil, modernito, podemita o como se le quiera adjetivar. Es una cuestión de empatía con el animal. ¿No hay otra forma de hacerlo que no implique ponerlos en fila india, oliendo sangre y viendo a sus compañeros morir? ¿No podemos aplicar la compasión a la industria y dormirlos dulcemente antes de sacrificarlos?

A mí no me vale el discruso de 'eso siempre ha sido así'.

Avanzar como sociedad es también ser más humanos con quienes no tienen posibilidad de defenderse.

miércoles, agosto 02, 2023

Asaltos

Hay momentos en el día en los que me ataca un profundo sentimiento de desasosiego, otras veces de tristeza, de desgana, de hastío, de desilusión.

Aprendí a llevarlo mejor desde que admití que son normales esos bajones de espíritu.

Nuestra cabeza trabaja sin cesar durante toda su vida, como el corazón al latir. Es lógico que, aunque sea durante milésimas de segundo, haya instantes en que confluyan en sus circuitos tres o cuatro señales uqe nos lleven al desaliento.

Son punzadas, duran poco, hacen daño.

El riesgo es que cronifiquen, que al mirar para otro lado, por aparentar que no existen, vuelvan una y otra vez. 

Yo creo que hay que mirar a la aguja que nos pincha y entender dónde nos hace sangre, porque admitir que hay pensamientos que nos dañan es la mejor forma de saber canalizarnos hacia nuestro propio bien.

Cuando llegue el pinchazo, súdalo. Es parte de nuestra naturaleza, no hay que magnificar nuestras debilidades. Forman parte íntima de ti.

Casa

Yo lo que pretendo con mis novelas es llevaros a un sitio donde sentiros en casa.

Por muy diferentes que sean las tramas y los conflictos que allí suceden, voy dejando garbancitos que os señalan que ahí estoy yo, a vuestro lado, que el terreno es amigo, que esa luz ya la conocéis, que las sorpresas vendrán, porque son marca de la casa, sí, en giros imprevisibles en los que diréis 'ya me la ha vuelto a hacer'.

No hay mayor piropo que el reconocer ese mundo en mis libros. Que me lo digáis.

Hay escritores que manifiestan que escriben para ellos, sin pensar en nadie. Yo no os miento. Yo escribo para ti. Por eso me gusta jugar con los personajes, sacarlos de una novela para meterlos en otra, de ahí que se repitan a veces las cervezas en los mismos bares, que haya muchos paseos, mucha cocina, muchas charlas y aproveche siempre para meteros música nueva, libros que leer, sitios que visitar. Con vuestros paseos entre mis páginas le dais vida a cada una de mis propuestas.

Me emociona cuando os veo volver, al dedicarte de nuevo una de mis historias para que vuelvas a pasearte, conmigo, por ese mundo imaginario donde sabes que te voy a tratar bien.