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salvador-navarro.com

lunes, mayo 30, 2022

Niños

Me da miedo la gente que centra las redes sociales en sus hijos.

O las conversaciones. O los proyectos. O las fotos de la cartera. O las del móvil.

¡Pero mira qué ojos, Salva!

Preciosos.

¡Mis niños son mi vida!

Qué miedo me da esa frase.

Sí, no tengo hijos. Pero tampoco tengo un bosque y me puedo permitir hablar del Amazonas.

Yo he perdido amistades cuando han sido padres. Tal cual. Puedo imaginar, estoy en el mundo, la grandeza de traer una persona al mundo. ¡La enorme responsabilidad! Esa sensación de orgullo mezclada con el miedo a no fallar. Ese querer comerlo a besos, soñarle un mundo mejor, tenerlos como aliciente para ser una mejor persona.

Pero tu vida no son tus niños, ¡tu vida eres tú! No comprenderlo implica desubicarte del entorno, transferirles ilusiones que no son las de ellos, separarte de tu propio amor propio, de tu capacidad para ser una persona completa de por sí. De quererte querer.

Veo a personas que han sido tan importantes para mí hablándome una noche entera de cómo le van las cosas a sus hijos, sin dedicar ni un minuto a decirme qué tal les trata a ellos mismos la vida, a los que realmente son mis amigos, que me siento afortunado de no haberme transmutado en alguien que se olvidó que tenía derecho a ser una persona total.

Soledad

En esta inmensa vida, tan pequeñita a veces, hay períodos de tremenda soledad, donde no valen los amores, los dineros, la familia ni el proyecto por entregar.

Estamos solos y no hay ojos que nos miren,

Momentos en los que no somos nada sino nosotros mismos, en los que visualizamos que apenas quedaría un armario con ropa a media planchar y nuestros caprichos en la nevera con fecha de caducidad.

Los lamentos llegarán, seguro. Habrán días de verano en los que alguien dirá, 'te acuerdas de la hostia que se dio en la Feria', habrá sin duda quien dormirá muchas noches pensando en lo que fuiste para él. Existirán esos días en los que una foto tuya aparecerá y subirá una emoción momentánea.

La soledad observa, da también calorcito, nos da nuestro sitio, nos ve actuar, aunque sea cómplice muda y no tenga capacidad de achuchar.

Yo estoy ahora con ella y le ofrecería un té. Me verá prepararlo, se sentará a mi lado, me aconsejará, sin hacerlo, una pintura para este texto. Hasta que amanezca. Entonces se oirán ruidillos desde la habitación, y Fran abrirá las puertas del dormitorio con los ojos cerrados y levantará las manos, y vendrá dando pasos medio sonámbulos hacia mí para besarme, mientras ella, la muda, se alejará sola por el baño para encontrarse con su colega, la que cuida de Fran. 

domingo, mayo 29, 2022

Preferir

El verbo preferir tiene una musicalidad atractiva, positiva. Al preferir, uno opta por lo que considera mejor, y ahí esta, a mi entender, el peligro. Que es un verbo que se lleva demasiado bien con el, por ootro lado tan agresivo, del competir.

A mí me enamora Córdoba tanto como Granada.

No necesito tomar un papel para apuntar cuántos rincones espectaculares tiene cada una, en cuál tengo más amigos o dónde se come mejor.

Cuántas veces no alabamos a una actriz y alguien te dice 'yo prefiero a esta otra'. Sí, a mí también me chifla ésa de la que tú me hablas, pero estamos hablando de que yo he visto una película en la que una señora lo ha bordado.

—Me ha encantado la última de Paul Auster.

Pues yo me quedo con Murakami.

—Pero ¿Quién ha nombrado al japonés? Pregúntame, mejor, por qué me ha impactado la de Auster.

Ante dilemas que tengan que ver con derechos fundamentales, hay que posicionarse con firmeza. 

En los placeres de la vida se puede preferir infinitas veces sin que por ello lo que no nombres hoy no te vaya a quietar el sueño de mañana.

viernes, mayo 27, 2022

Fluorescente

Hay una mujer verde fluorescente, altísima, que se pasea por Sevilla. 

Desde el pelo a las bailarinas, pasando por el bolso. Verde chillón. Verde aquí me tienes. Verde, sí, soy yo.

A mí me gustaría saludarla y charlar con ella, pero sería una forma de estigmatizarla, porque lo que quiero saber, a fin de cuentas, es por qué se ha hecho fluorescente. 

No son muchos, pero son valientes. Los frikis que se colocan cachivaches en el pelo, que se tiñen de colores que el cuerpo no genera, que se montan en plataformas con luces de aeropuerto, que se clavan tornillos y se cosen objetos a la piel.

A mí me apetece invitarlos a un café. No para contarles nada, sino para saber de ellos. No por qué se construyen de esa forma, sino quiénes son. Cómo ven la vida. Que me hablen de su infancia. Dónde les gustaría haber nacido. Cuánto les divierte vivir.

A mí se me van los ojos y el pensamiento. Quiero pararme frente a ellos, sacarlos de sus mundos transgresores y decirles:

Necesitamos muchas miradas como las que desprendes tú.


jueves, mayo 26, 2022

Racista

Yo soy racista.

Aunque, por supuesto, no quiera serlo.

Ayer tarde visitaba a la tía de Fran y entró una mujer sudamericana con una cría en brazos. De inmediato imaginé que era la mujer de la limpieza, pero no. Era una amiga que venía de visita. 

Si un hombre de color golpea la ventanilla de mi coche, no la bajo. Si es una chica rubia la abro de inmediato para ver cómo la puedo ayudar.

Veo el color de la piel de quien se me acerca y me monto una película de prejuicios que me mosquea.

Hace años compartí una semana de trabajo con un empresario en París, que empezó a despotricar sobre la gran cantidad de negros que existían en la ciudad. Yo, indignado, me levanté de la mesa del restaurante y rompí toda relación con él.

A veces, sin embargo, me levantaría de mi propia silla para dejarme a mí mismo ahí tirado con mis vergüenzas.

lunes, mayo 23, 2022

Alfombras

A los japoneses borrachos los meten en el asiento trasero de los taxis como si fueran alfombras.

Seguro que han inventado ese juguetillo, el del taxi con borracho incorporado, porque lo inventan todo.

Son tremendamente serios en el trabajo. En cada uno de mis muchos viajes laborales que he hecho a ese país, en distintas fábricas, ciudades y edificios de negocios, hemos pasado horas analizando con exhaustividad las cifras, hemos comparado formas de trabajar, he tomado mil apuntes acerca de buenas ideas para aplicar en mis rutinas diarias. 

Desprenden, más que sabiduría, seguridad a la hora de resolver problemas, con una mente despejada que consiguen centrar maquinalmente en el puro objetivo industrial o financiero. No se te distraen.

Casi siempre, eso sí, después de la maratoniana jornada laboral, acabábamos en algún restaurante cercano para beber. No quiero imaginar el poco tiempo que pasan con sus familias.

Beben cerveza. Mucha. Muy fría. Muy rápido. Las piden en litronas, se sientan en la postura del indio en el tatami y te llenan de continuo el vaso, por lo que es difícil llevar la cuenta. Entonces les ves ponérseles los mofletes colorados y se tocan la nariz para referirse a ellos mismos.

Yo y se aprieta la naricilla con el dedo índice tengo dos hijos, Salvador te dice uno.

Yo con el dedo en la nariz también—, vivo en Yokohama.
Yo y me tocaba la mía, que vale por tres narices japonesasalucino con lo rápido que bebéis cerveza.

Entonces llega el momento en el que uno gira la cabeza y cae dormido. Del tirón. Sus compañeros, habituados, buscan un taxi, lo estiran y lo cogen como una alfombra. Abren las dos puertas traseras y uno desde un lado empuja, el otro desde la otra puerta tira de él. Cierran y le dan la dirección al taxista.

Imagino a la mujer del hombre-alfombra un rato después, ya en la puerta de la casa, con el dedo en su propia nariz, diciendo.

Yo no me merezco esto.

domingo, mayo 22, 2022

Sexo

Yo no sé qué día se topan con el sexo los despistados.

A mí me provocó una auténtica conmoción descubrir ese placer inhumano que se originaba en mi propio cuerpo, por mucho que escuchara bromas, cuchicheos entre mis compañeros de clase; incluso si sabía que los mayores bajaban la voz cuando hablaban de ciertos temas y las risas socarronas delataban que tras esa palabra se escondían aventuras de calado.

Cuando uno llega a él, normalmente a solas, en el baño, inspeccionando el cuerpo con torpeza, se da cuenta de que ya nunca nada será igual, que ha atravesado una frontera que desaparece en el mismo instante en el que la cruzas. De pronto te dices, con palabras adolescentes, ¿la vida era llegar aquí?

Yo escucho a mi sobrino Iván hablar con naturalidad del sexo con diecinueve años y ya sé que tiene medio recorrido hecho. Cuando a mi hermano David le descubrí entre sus apuntes una foto de una mujer desnuda me alegré infinito por él.

Lo malo es descubrir el sexo por personas que lo sueñan de otra manera, en esos años de adolescencia en los que creces al mundo. Cuando mueres por besar a tu amigo y quien te mete mano es tu amiga.

Entonces das un paso atrás y trazas todo un plan para asegurarte de que eso no es bueno, que no te conviene, que te hace sufrir. Que es feo, es sucio, es malo. Te lo repites tanto que te lo acabas creyendo.

Luego lleva mucha terapia llegar a encontrarte, por segunda vez, ya hecho un hombre, con ese placer esplendoroso que una vez te hizo pensar que la vida podía ser eso.

sábado, mayo 21, 2022

Mengano

Supongamos que se llamara Mengano López.

Era un alto directivo de mi empresa y me llamó a su despacho para comunicarme que me ascendían de puesto. Todo un reto. Nervioso, hice saber que podían contar conmigo para llevar al mejor puerto a ese equipo de personas del que me hacían responsable.

Entonces fue cuando me dijo:

Salva, algún día llegarás a ser un Mengano López.

Dejando de lado el ramalazo de soberbia, a mí el comentario me produjo una enorme repulsión. Conocía su trayectoria, su forma de tratar al personal, su tono despectivo de voz, la manera poco consensuada de tomar decisiones.

No. Mi objetivo nunca fue ni será ser un Mengano López. No todo vale.

Nadie es un referente por la posición que ocupa, sino por cómo la desempeña.

viernes, mayo 20, 2022

Credibilidad

Qué mal es hacer las cosas mal.

Y faltar a tu palabra.

Me he equivocado, y no volverá a ocurrir nos dijo.

En plena crisis económica, con más de cinco millones de parados, se fue a cazar elefantes a Botswana, insensible a los padecimientos del pueblo al que le dimos la oportunidad de representar.

No sé si soy monárquica, pero soy juancarlista le escuché a mi madre, cuando yo era un enano.

La avaricia arrasa con todo, cuando no se tienen principios. Esa necesidad de acumular fortuna, con una máquina de contar billetes en la Zarzuela, comprando el amor de la amante a base de millones de euros obtenidos como comisionista.

¿Se puede hacer peor?

Ahora vemos a un pobre hombre, viejo, perdido, consciente de haber dilapidado el capital humano que ganó cuando apostó por un estado democrático para nuestra querida España. Se acostará con elefantes en la cabeza, con fajos de billetes saltando como ovejas para coger el sueño, con la condena adelantada de saber que un día se le quiso de corazón y que esos tiempos no volverán, ya maldito para siempre.

miércoles, mayo 18, 2022

Calcetines

He sido tan poco gamberro que tengo en el altar de mis recuerdos los momentos en que lo fui.

Salía por primera vez de viaje por Europa, en tren, con veinte años, mochila, poco dinero y ansia por conocer el mundo, en esa ingenua creencia juvenil de que el mundo está siempre ahí fuera.

Siempre es recomendable acompañarse de gente ingeniosa cuando uno decide romper con las rutinas. Nuestro amigo Quino era el amigo ideal. Sin pudores, desinhibido, facilón, cubría nuestros miedos e inseguridades con su inocencia desparramada.

Pronto nos dimos cuenta que no nos llegaba el dinero para pagar muchas noches de camping, así que decidimos dormir en viajes nocturnos en tren. Así que Quino propuso la estrategia del calcetín. El calor veraniego y las caminatas facilitaban el triunfo.

Ahora, venga, sacar los calcetines. 

Él cerraba el compartimento, las ventanas.

Así los aireaba, con toda la peste de los pies de 3 chavales reventados de pasearse las ciudades de media Europa.

La gente abría la puerta y la cerraba, espantada. Cuando ya el tren había enfilado la ruta hacia una ciudad lejana, abríamos la ventana y asomábamos la cabeza, para respirar las carcajadas de haberlo conseguido una vez más.

Romain

Antes de conocer a Fran, tuve dos experiencias muy dolorosas en el amor. Veinte años atrás. Las dos en Francia.

El primero fue el chasco, el segundo la amenaza.

Salva, he copiado fotos comprometidas de tu ordenador y la lista de todos los emails de tu trabajo.

¡Envíalas!

Por muchas novelas que tuviese por escribir, no imaginé nunca que nadie quisiera que yo lo amase bajo coacción.

Si quieres me tiro por la ventana y acabamos antes le propuse.

Nunca más volví a verle, a pesar de que lo introduje en mi vida con ilusión. Hay quien entiende que abrir la puerta implica que ya está todo hecho, que decir que sí una vez es decirlo para siempre.

Durante muchos meses sudé el terror de que mis compañeros de trabajo me llamasen para decirme:

No imaginas las fotos que han llegado a mi correo.

Dolor

Sé que hay personas que estarán ahí cuando me vayan las cosas mal.

La pena es que no están ahora que me van bien y podemos disfrutarnos.

Sí, hay a quienes les seduce lo trágico, quienes se vuelcan con el enfermo, los que empatizan con la desgracia. 

Le cuentas lo feliz que estás y te miran con ojos transparentes. Les insinúas que no te va tan bien y enfocan, como un resorte, las pupilas.

Son gente buena que retozan como niños en el dolor.

lunes, mayo 16, 2022

Eses

Íbamos camino de la playa en el cuatro latas para empezar las vacaciones de verano.´

No puedo imaginar momento de mayor felicidad. Los cuatro hermanos sentados atrás y yo asomado, como siempre que podía, entre los asientos de mis padres.

No sé qué contaba en ese momento, pero mi padre me cortó, sin mayor maldad. Eran otros tiempos:

Borete, no pronuncies tanto las 'eses', que pareces una niña.

Yo paré mi relato en seco. El comentario había sido tan directo que no tenía otra interpretación posible. Tendría cinco o seis años.

Desde ese día, no sé cuántas veces me enfrenté al espejo del baño, a solas, para hablarme a mí. Para ensayar. 'Pareces una niña'. Si él hubiese imaginado el daño que esa frase causó en mi infancia, ahora me comería a besos. 

Forcé, ya desde pequeño, a controlar ciertos sonidos, algunos gestos, eliminé los diminutivos, las palabras cariñosas. Quizás, quiero pensar, el comentario de mi padre me protegió, me hizo fuerte, evitó futuras burlas. No lo sé.

La gente que me conoció en el futuro coincidía en decirme, aún lo hace:

Tienes un acento muy neutro. No pareces andaluz. No se sabe muy bien de dónde eres.

Yo sí sé de dónde soy. De un lugar remoto en el que tuve que encontrar un lenguaje donde esconderme.




Genética

Tener una genética tan fuerte, hace que vea con años de antelación los cambios en mi cuerpo.

Es así desde que tengo uso de razón. Las observaba y ya veía cómo iba a crecer, cómo mis piernas iban a ensanchar, cómo se iría conformando la cara.

Ser tan parecidos en lo biológico hace que nos entendamos cuando hablamos de posturas, estiramientos y andares. 

Ahora que nos vamos haciendo mayores, ya sé dónde me irán apareciendo arrugas, por qué lado se hará menos tersa la piel, cómo irá cambiando el aspecto de nuestras sonrisas.

La mala suerte fue no heredar sus melenas, porque en lo demás tengo una foto precisa en todo momento de cómo seré con dos o tres años de adelanto.

viernes, mayo 13, 2022

Confidencial

Cuando alguien me advierte de que me va a decir algo que no puedo contar a nadie, le corto:

-¡No me lo digas!

Porque, conociéndome, lo más fácil es que meta la pata. Mezclo lo que me dijo uno que se podía contar con lo que me contó la otra que no se podía decir.

Yo tuve hace años un jefe así. Todo era confidencial, pero para según qué persona. Que esto lo sepa el director, pero no el responsable del departamento. Esto viene de Recursos Humanos, pero no se lo expliques al de Gestión.

Yo soy más feliz no sabiendo, porque tengo fama de liarla parda y de decirle a quien no le tengo que decir que me han dicho que no diga lo que le acabo de decir, creyendo que a quien se lo digo es a quien tenía que decírselo y no al revés.

jueves, mayo 12, 2022

Sonda

Como un detector de movimientos de tierra, cuando Fran ve que comienzo a moverme en la cama, coloca uno de sus dedos en mi barriga y sigue durmiendo.

De hecho no sé si es su cuerpo el que decide por cuenta propia colocar ahí el dedo, sin consultarlo con él.

Entonces yo me calmo, poco a poco paso a despertarme, a abrir los ojos en la habitación en penumbra, con la mente en los planes para el día. 

Mi barriga sabe que está ahí el dedo. Vigilante. Quizás Fran esté dormido y yo en mis cosas, pero el dedo lo controla todo.

Cuando por fin decido poner los pies en tierra, el detector informa al caballero que su marido se ha levantado. Es entonces cuando me giro y Fran, desde la almohada, me guiña un ojo de puro amor.

Maru

Me encantan las noches en las que el insomnio me lo produce la creatividad, cuando mis novelas empiezan a tomar vida y ya los personajes se pasean por mi cabeza como Pedro por su casa.

Noches calurosas de ventanas abiertas en las que me levanto para amamantarme de agua fresca de la nevera para serenar las neuronas y volver al sueño de lo cotidiano.

Ya he conseguido descontrolar a Maru con una encrucijada tal de estímulos personales, que ahora es ella quien revoluciona mi vida para decir, como el feto dando patadas en la barriga, aquí estoy yo. Ya me tienes contigo y voy a liarla.

Es entonces cuando una brisa fresca me hace cerrar la ventana, buscar a tientas el edredón e intentar protegerme del asalto de mis personajes de ficción, como si yo fuera víctima y no culpable.

Es maravilloso el proceso de creación.

miércoles, mayo 11, 2022

Caliente

Hay que tener cuidado con las cosas que se dicen en caliente, porque quedan dichas para siempre.

Y no vale eso de que lo que se dice de forma espontánea, y con cabreo, está lleno de verdad. Cuando uno explota, y suelta serpientes por la boca, lo hace a partir de argumentos hiperventilados, donde lo importante es buscar munición para defender el castillo a costa de cualquier cosa. 

Es entonces cuando rescatas sólo lo peor de la persona a la que te enfrentas, ridiculizas sus puntos débiles, obvias sus cualidades y te lanzas al terreno de la destrucción masiva.

Esos misiles que un día lanzamos ya nos persiguen para siempre. Podrán venir oportunidades de resarcirnos, de aclarar que hay muchas cosas que admiramos de aquéllos a quienes en su momento descalificamos, que ese día teníamos razones para estar cabreados.

Yo me arrepiento, profundamente, de haber definido con palabras gruesas a personas a las que aprecio. Ni era justo, ni era verdad, ni ellas lo merecían.

Cuando uno maldice con argumentos débiles se está maldiciendo a sí mismo. La metralla se vuelve un bumerán.

Siempre, el otro, podrá pensar quién es tu verdadero yo, si el que habla calmado a diario o el que explota de higos a brevas.

La ira es, siempre, mala compañera de viaje.

martes, mayo 10, 2022

Teléfono

Un día me llamarán por algo importante y no estaré.

Llegó un momento, sin embargo, en que me cansé. Porque agota decir, con educación, que no necesito ninguna tarjeta de crédito, ni cambiar de compañía de móvil, ni un seguro de vida.

Es molesto que utilicen tácticas de dudosa ética para introducirse en tu intimidad y pedirte, con una insistencia rayana con el acoso, que les compres lo que te ofrecen.

Pero escuche lo que le ofrezco.

Escúcheme usted. No necesito nada.

No todo vale. Que se dé empleo de tan poca calidad. Que tomen tu teléfono sin tu permiso. A todas horas.

Sí. La ambición del sistema busca siempre los resquicios para hacer las cosas mal

Asaltos

A mí me asaltan instantes de amor, a los que he aprendido a darles su sitio.

No hablo de heroicidades, ni de generosidad, ni tan siquiera de ser buena persona. Hablo, simplemente, de poner en su lugar al amor.

Podemos actuar como un frontón y rebotar hacia donde vino aquel pensamiento acerca de quien nos hizo reír con su comentario, o podemos recogerlo y lanzarlo hacia esa persona.

Me estoy acordando de aquel día.

Sí, me estoy acordando de ti. De lo simpático que estuviste, de la risa que echamos, de las veces que has estado ahí.

Es probable, no lo niego, que pasar de frontón a catapulta acabe por convertirme en empalagoso, pero no lo creo. Tampoco vivo en los mundos de Yupi, ni me asaltan sin cesar esos impulsos. 

Pero llegan, de pronto veo una foto y te veo allí, pegó un frenazo con el coche y recuerdo de ese otro en aquel viaje, o suena esa canción que cantábamos cuando recorríamos Gran Canaria en coche y te digo.

Cuánto me acuerdo de ti.

Qué pena sería no compartirlo.

lunes, mayo 09, 2022

Caballito

Le dije que estaba al otro lado del Ebro. Hacía un frío brutal.

Pues en cinco minutos te espero en el Caballito que hay antes de la Plaza del Pilar.

A esa mujer no la conocía de nada. Bueno, sí, de sus comentarios irónicos sobre mis fotos y mis textos. 

Yo acababa de llegar a Zaragoza, Fran se había ido pachucho en AVE para Sevilla y tenía todo el día para visitar la ciudad. Con lo hermoso que es disfrutar por vez primera de un sitio que siempre has querido conocer.

Así que Yolanda vio la foto que publiqué en las redes de la Basílica del Pilar, al amanecer, y me contactó.

Es una estatua que hay nada más salir del puente.

Pasamos un día espléndido, me regaló una cinta del Pilar, verde del Betis, que aún llevo en el maletín de mi ordenador. Nos tomamos cafés, me explicó la historia del mercado, de los Fueros, hacia dónde fue creciendo la ciudad, por dónde comer. Me dejó en las puertas del Museo de Bellas Artes, donde me maravillé con la colección de los Goya y, sin querer, fui cayendo también malo e hizo por preocuparse de mí al día siguiente.

Qué fáciles pueden ser las cosas.

La clave es llamar, escribir, decir 'estoy aquí', me apetece pasar un rato contigo.

domingo, mayo 08, 2022

Tres

Mi primera novela la terminé en la garita del aceite.

Así llamaban a uno de los puestos de vigilancia del cuartel de Caballería de Sevilla, donde me tocó hacer la mili.

La historia se llamaba 'Tres' y no sé si habrá dos o tres ejemplares, en papel fotocopiado y encuadernación de anillas, entre mis amigos. Sé que Irene tiene uno, lo que siempre me tranquilizó porque quizás llegue el día en que quiera volver a leer lo que escribí en esos años de enorme pulsión dramática, para lo bueno y lo malo, en los que se desarrollaba mi vida.

No puedo sino recordar con nostalgia, desde la distancia, esas guardias eternas, algunas heladas, en las que yo dejaba el Cetme en el suelo, sacaba mis papeles y mi boli, y me metía en el mundo de esos tres universitarios que compartían su amor.

Creaba con tanta pasión esa historia que los reclutas con los que compartía guardia, aburridos como ostras, esperaban a que les contase cómo transcurrían los nuevos acontecimientos de mi novela. Creían en mí.

Es curioso cómo uno hace cuentas con su pasado. Yo me veo vestido de militar y me siento el mejor escritor del mundo.

viernes, mayo 06, 2022

Libro

Me encanta dormir tras caérseme un libro en la cabeza.

En ese final de un nuevo día agotador, cuando intento llegar al final del capítulo y las fuerzas no dan para más. Se van cerrando los ojos, te fallan las manos y ¡plaf! Novelazo en la cara para medio despertarte, dándote un plus de energía que muchas veces no da para alcanzar a terminar el párrafo en cuestión.

En muchas ocasiones el porrazo viene seguido de una carcajada. De Fran, claro.

En todo caso, producen los mejores sueños, porque enlazas sin solución de continuidad el mundo de la ficción con el onírico y entras en esa nueva dimensión, tan necesaria, con el cuerpo entregado a todo lo que no es tu realidad diaria.

Novelazo y a dormir.

Bran

Mi sobrino Iván nació muy poco antes de que yo comenzara mi relación con Fran.

Así que, casi desde que abrió los ojos, su tío siempre aparecía acompañado por esa persona de risa fácil que me hace tan feliz. 

Con la media lengua propia de sus primeros años, cada vez que yo iba solo a casa de mi hermana, Iván preguntaba:

¿Y Bran?

Son ya diecinueve años. Benditos diecinueve años. Él ha crecido en paralelo a nuestro amor, por lo que pocas parejas más estables ha podido integrar mi sobrino en su vida.

Este finde se viene con dos amigos a Portugal, a casa de sus tíos Bore y Fran. 

La vida se construye así de fácil, contra quienes ven el demonio en todo lo que no sea 'normal'.

jueves, mayo 05, 2022

Enfermo

Estos días de Feria en los que el abuso del comer y el beber te dejan prostrado horas en la cama, con el rebujito atrincherado en la barriga y los montaditos de lomo agarrados al estómago, me hacen recordar las mañanas de la infancia en que te despertabas con mal cuerpo.

Esperabas las manos mágicas de tu madre sobre la frente para que confirmase 

-Estás destemplado.

Nunca estaba uno tan contento de estar malo. Escuchabas a tus hermanos en el desayuno, el baño, los gritos de mi padre.

-¡Llegamos tarde!

Entonces llegaba el silencio de persianas a medio echar, y escuchaba los andares de mi madre por la casa. Tenías que hacer el papel de enfermo, para no descubrirte.

-¿Cómo estás, Borete?

-Regular. 

-Parece que se te ha ido la fiebre.

-Pero estoy mal.

Eran mañanas deliciosas, eternas, prohibidas. Dabas una cabezada y remoloneabas con la almohada, siempre pendiente de los besos de mamá. 

martes, mayo 03, 2022

Peces

Vivir con alguien de sangre fría es muy sano para los que la tenemos caliente, porque nos ponen en nuestro sitio, relativizan nuestros dramas y nos hacen mejores personas desde la sensatez.

Yo era de entrar al trapo como un toro salido de los corrales. Entendía que la razón me daba derecho al posicionamiento duro y el decibelio alto, que la contención era defecto y no virtud.

Tuve la enorme suerte de cruzarme en la vida con una persona que es todo mesura, y que quizás admire en mí esa capacidad que tengo de indignarme y sublevarme con pasión. Quizás es una de las razones por las que nos llevemos tan bien.

Como un medicamento sin receta, ni química, ni contraindicaciones, su compañía apacigua mi tendencia natural a saltar como un niñato, cuando el mundo se me pone del revés.

lunes, mayo 02, 2022

Foto

Es la foto de la felicidad.

Guapísima mi madre, preparada para la Feria, presumiendo de su niño con su sombrero cordobés.

Es el instante mágico que nunca vuelve, pero al que tenemos todo el derecho a recurrir, sin necesidad de enredarnos con el pasado.

A mí de la Feria sólo me gustaban los cacharritos, la calle del Infierno, donde se me removían las tripas de miedo y diversión.

¡Quiero montarme en el Gusanito! —Los niños son caprichosos.

Y cuando me montaban allí, gritaba de terror para que me bajasen.

La Feria no es un invento hecho para los niños, si no es para mostrarlos. Es una fiesta de los mayores. De pequeño ves a los adultos borrachines, gritones, tocones, risueños, graciosos y no terminas de entender nada.

Vámonos para casa —protestábamos.

De mayor, en cambio, te das cuenta que la vida es eso. Una feria. Un abrazarte a los amigos, un dejar de lado los marrones, un canto a la belleza, a los colores del albero, de las luces—, al beber, al comer y al bailar. No hay más.

A mí me emocionan muchas escenas de la Feria, cuando veo a las abuelas, presumidas, bailando sevillanas con la perfección de la sabiduría, cuando ves a gente formal perdiendo los papeles con risas que no imaginabas, cuando alguien te confiesa que echa mucho de menos nuestros encuentros de entonces.

Mi madre era así, ferianta, alegre, bella. Yo no supe verla, porque era muy chico, con los ojos con que la vería ahora disfrutar, reírse; ya nunca la veré trabándosele la lengua de beber rebujito, ni ella me verá vestido de chaqueta, todo un hombre, presumiendo de ser una persona feliz y enamorada.

Ya no. 

Algarve

Tenemos la suerte de disponer de la casa de mis suegros en el Algarve para nosotros dos.

Cuando juntamos tres días, damos el salto desde Sevilla y nos atrincheramos en este lugar fuera del espacio y del tiempo, donde desaparecen las reglas y los despertadores para dar rienda suelta al no hacer nada y hacerlo todo, porque la vida está aquí donde uno es el verdadero protagonista, en nuestros silencios compartidos, en las noches abrazados, en las risas preparando una tortilla.

Nos enfoca la sociedad tan descaradamente para ser útiles, que nuestro cuerpo reacciona buscando lo contrario, el recluirnos en nosotros mismos para gritar que queremos libertad.

Uno tarda en darse cuenta de lo castrante que es vivir de lunes a viernes a golpe de alarmas, reuniones programadas y tareas nunca del todo terminadas. Somos parte de la cadena de producción. Nos pagan por nuestro trabajo, a los que tenemos la suerte de tenerlo, para nosotros pagar por propiedades y necesidades, no todas necesarias, que requieren de más dinero, en una espiral de la que es imposible salir. La vida siempre pide más madera.

Sueño con una sociedad diferente, donde el ser humano esté en el centro, por encima de esta economía que usa al hombre como una trituradora de carne para aportar el combustible necesario para que el mundo, tal como lo conocemos, siga rodando.

Sí, sé que es un sueño irrealizable, que tal vez no haya mejor sistema, que la vida será eterna competencia donde triunfa el más fuerte. Así somos y así, desgraciadamente, seremos.

Siempre hay carne joven para triturar.

Al final uno busca sus oasis donde escapar, de tanto en tanto, de la paranoia. Rendijas a través de las que vemos toda las ganas sanas de vivir que nos oculta el día a día. Todo mi propósito es rasgar con fuerza el decorado impuesto, para aumentar el tamaño de esas rendijas y así escaparme, sin hacer ruido, cuántas más veces mejor.