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lunes, abril 30, 2007

Conversaciones con el nacionalismo vasco

Me escapé de la Feria de abril un jueves por la mañana para adentrarme en tierras vascas. Me quedo con una conversación en la parte vieja de San Sebastián. Mis contertulios, entre otros: Román Sudupe, ex-presidente de la Diputación Foral de Guipúzcoa, Patxi Baztarrika, vice-consejero de cultura del gobierno vasco y Xabier Ezeizabarrena, candidato a la alcaldía del Ayuntamiento de San Sebastián.

Delante de unos vinos de Rioja y un buen chuletón les di mi visión de ciudadano sevillano de andar por casa.

Román Sudupe me dijo no ser español.

Yo dije que tengo todo el derecho, como él, a pensar distinto (que él). Mi idea de España pasa por la seducción. Quiero una España respetuosa con todas las culturas, fuerte en su defensa de la libertad y del hombre. Y en esa España me gustaría encontrarme con Román Sudupe, una persona excepcional. En ese país él me dijo poder encontrarse conmigo.

Les pedí autocrítica, y se miraron entre sí. 'Hemos hecho muchas cosas mal'.

Creo que hay una táctica sanísima para estos casos. No pensar en qué se equivoca el otro (el Rajoy, el Zapatero, el periodista o el obispo de turno) sino corregir los fallos propios.

Les hablé de desigualdad de oportunidades. ¿Por qué para presentarse a unas oposiciones a profesor de Matemáticas a un vasco sólo se le exige en Andalucía ser bueno en Matemáticas y a un andaluz en Euskadi ser bueno en Matemáticas y en Euskera?

'Porque es la lengua del país', respondieron.

Pues hagan firmar un compromiso de aprendizaje del Euskera (compromiso evaluable uno o dos años después), una vez que haya demostrado su valía como profesor de Matemáticas.

Hay que buscar el sentido común. En esa mesa encontré disposición a escuchar al sevillano que llegó a disfrutar de unos pinchos (pintxos) en la parte vieja de San Sebastián.

Un abrazo a ellos

lunes, abril 09, 2007

Royal y la tricolor

Pienso que Segolène Royal ha equivocado gravemente el tiro enarbolando la bandera francesa.

Las banderas no pueden ser nunca causa mayor de la izquierda.

La bandera debe ser el respeto, los derechos sociales, el progreso. Sentirse orgulloso de tu país porque tu país sea respetado en su forma de actuar, en los compromisos mantenidos, en la solidaridad con los otros, en el respeto a sus ciudadanos. La izquierda debe ser más sutil en los patriotismos que dejarse llevar por unos colores, unos himnos y una postura marcial.

En España hace tiempo, mucho, en que una parte de la sociedad se ha apoderado de los símbolos. Desgraciadamente.

Presumir de bandera es como presumir de coche, de casa, de cuenta bancaria, de fachada... Yo prefiero sentirme orgulloso (que no presumir) de la calidad de mi familia, mis amigos, la sociedad en la que me muevo. Mi bandera debe ser la de un mundo que no se mueve por apariencias.

Yo quiero a mi país porque nací en él, está claro. Nadie me dio a elegir y, aún así, lo quiero. Pero no por eso pienso que sea mejor que ningún otro ni me gusta sacar banderas a la calle.

Cuando me muevo por el mundo me gusta que me digan que España es un país abierto, tolerante, que progresa. Me gustaría que me dijeran que es un país que cuida a sus mayores, que reparte parte de su riqueza con otros pueblos, que no impone a sus ciudadanos ninguna norma de conducta ni de pensamiento que no sean las básicas de respeto a los derechos humanos.

La mejor manera de emocionarse con tu país (tu familia, tu ciudad...) es pensar que aportas algo de positivo al mundo.

Los himnos y las posturas para quien no tiene argumentos.