Y resulta que en una cena familiar viene alguien a quien yo aprecio y me dice que es de Vox.
—Estás de coña, ¿verdad?
Por su cara vi que no.
—Entonces, me querrías encerrado por homosexual, ¿no?
—En ese tema, no —reacciona su mujer.
Debió ver la estupefacción en mi cara.
—No lo he votado, pero hay temas en los que coincido —decía.
—¿En que la violencia machista no existe?
—Es violencia familiar.
—Estamos a 24 de enero y van 5 mujeres muertas. ¿Violencia familiar o mujeres asesinadas por sus parejas?
—Hay denuncias falsas.
—¿Un 0,1 por ciento?
Nos separaron, porque en una cena familiar no es agradable este tipo de conversaciones.
Se encargó más tarde de descalificar a un tipo definiéndolo como una tía mala. Adorable. Se me debió ver la cara de espanto. Entonces me viene a decir que coincide con Vox por su posición sobre Cataluña.
—¿Tanto quieres a España que no te importa que dos millones de personas se quieran largar?
—Han incumplido la ley.
—Y quienes lo han hecho están en la cárcel. ¿Quieres meter a dos millones de personas más en prisión?
Horror de ultraderecha. Y están a nuestro lado. Comiendo en nuestra mesa.