Una de ellas sacó un pañuelo de su bolsillo y se sonó al pasar a nuestro lado.
Me giré hacia Fran y le dije:
—¿Lo has visto?
Él asintió.
—Qué dolor de vida.
Sí, los dos habíamos visto su nariz deforme, morada como una berenjena.
Tendría cerca de 80 años y toda una existencia sonándose con un pañuelo sin estar resfriada.
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