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domingo, noviembre 27, 2011

Ritual

No sé cuándo fui consciente de haber encontrado, a lo largo de mi crecimiento como persona, la equivalencia entre el acto de aprender y el de ser feliz.

Quizás porque el aprendizaje no lo hago equivalente al hecho de estudiar, o no al esfuerzo, o no a la obligación.

Aprender por el gusto de conocer.

Hoy, como tantos otros domingos, he salido a la calle, me he comprado el periódico y me he ido a desayunar durante casi dos horas.

Tiempo para sumergirme en la realidad de un Marruecos que acaba de votar a un gobierno islamista en que aprendí que la propia monarquía ha sido impulsora de partidos políticos para ahuyentar la posibilidad de un país gobernado bajo las leyes de la sharia, desayuno en el que descubrí el lado luterano de Ángela Merkel, amante de las matemáticas y de la lengua rusa, que llegó a pertenecer a las Juventudes Comunistas de la RDA. Desde Chile me explicaban, poco después, por qué esas movilizaciones estudiantiles en un país en pleno progreso, y encontré la clave en la baja calidad de la enseñanza, al haber confundido los políticos cantidad con calidad. Me explicaron el drama que supondría para España volver a la peseta, fundamentalmente por la descapitalización de la banca y me adentré en una clase de 4º de ESO del País Vasco durante la exposición de su drama de una víctima del terrorismo. Analicé durante quince minutos gracias a un estudio estadístico, hacia dónde se fueron los votos del PSOE del 20N, en esa zona centrista poco ideologizada que se reparten de elección en elección los dos grandes partidos. Me sorprendí por las altísimas compras de automóviles en estos tiempos de crisis de los 'rent a car' o el desembarco en Norteamérica de unas 'muñecas de Famosa' que yo creía desaparecidas. Me alegré de saber que cada vez se tiene más en cuenta el compromiso ético de las grandes empresas con el empleado o con el medio ambiente por parte del cliente y de los inversores. Buceé en la historia de Atenas y Roma para entender algo de la crisis que hoy afecta a griegos e italianos, en un artículo en que se defendía una salida política, casi espiritual, a esta crisis. Me aproximé a Medina Azahara para conocer cómo un grupo de intelectuales cordobeses defendió el inicio de excavaciones para protegerla del desconocimiento social de esa ciudad fundada en el siglo X.

Pasando páginas de un periódico que cuesta menos que un desayuno, tuve dos horas nuevas de placer. Un viaje de Chile a Alemania, de Marruecos a Grecia, de la política a la empresa pasando por lo espiritual.

Difícil encontrar formas más baratas de alegrarse una mañana de domingo, siempre que se entienda que el conocimiento es crecimiento, que te ayuda a hacerte como persona y como observador del mundo, de las realidades de otros tiempos y de éstos, de otros sitios lejanos, que lo son menos cuando tienes la curiosidad de detenerte un rato y leer.

miércoles, noviembre 23, 2011

Paolizado

De la misma manera que hay alimentos liofilizados o bebidas pasteurizadas, yo soy un individuo paolizado.

Nos conocimos hace diez años en la rue Montorgueil de París. Hacía un frío intensísimo y nos tomamos no sé cuántas copas de vino.

Paolo, italiano llegado a París con 19 años, se me apareció como un ángel a sus cuarenta. Su risa abierta sin complejos era una llamada a la Vida. Sí, a la Vida con mayúsculas, a la bien entendida, a la que no se deja guiar por nubes negras ni se aprisiona en luchas de antemano perdidas.

A Paolo todo le parece bien. Si le propones una tarde de charla te responde 'perfecto', si le dices que te acompañe de viaje te grita 'fantástico' y si anulas cualquier cita respeta tu decisión.

Yo me fui paolizando con el tiempo. Aprendí de él a no buscar excusas para justificar los 'noes'.

Sortear los obstáculos no significa no verlos, disfrutar de la vida no significa no sufrir. Temer a la muerte es sano, reírte del mundo también, aceptar nuestras limitaciones, no pretender el paraíso en cada momento, dejarte llevar por las personas queridas, querer sin esperar nada a cambio, no buscarle tres pies al gato, admitir los defectos en el otro, las debilidades en el otro, las dudas en uno mismo.

Echo de menos esos paseos por las calles cercanas a Bastilla en que él me explicaba con detalle la vida de Akenatón, el nacimiento de la civilización judía o su infancia por las calles de Bolonia. Pasear con Paolo era hacerlo sin rumbo fijo ni hora de recogida, porque lo importante era el paseo en sí, ese momento preciso, esa vida maravillosa que él encuentra en cada detalle.

Paolo vivía en un estudio de 15 metros cuadrados, trabajaba por libre traduciendo a infinitos idiomas y se regodeaba a solas tumbándose en el parquecillo de Les Halles para coger un rayo de sol en pleno invierno.

Yo sé que estoy paolizado, que desde que lo conocí es como si me hubiera caído en una bañera de prozac. Hay personas así, que aparecen un día por tu mundo y éste cambia.

Vi de golpe las cosas con sus ojos y me dije: '¿qué hay en esta vida que me pueda hacer perder la esperanza?'

Viendo la vida tal como es, tan jodidamente bella como es, tan puta y maltratadora, me paolicé un día para reírme de ella, con ella, liberándome de prisiones que no me llevaban a nada.

Recuerdo a ese Paolo que hace tanto tiempo no veo y me digo, 'qué placer haberme cruzado con él'.

domingo, noviembre 20, 2011

Quesos

Desde que conocí a Amín Blanco comprendí que con su dulzura ganaba una ventana nueva con brisas cubanas desde Barcelona. Ella es la confirmación perfecta de que nunca debemos estar cerrados a integrar gente distinta.

Con Amín, incansable contadora de aventuras musicales y de anécdotas cubanas, se puede llegar a conocer un poco más al país caribeño sin los maniqueísmos propios de quien se enreda en posturas basadas en el fanatismo o en el odio.

Hace unas semanas, paseando por Sevilla, me contaba acerca de su último viaje a La Habana, para ver a su familia.

Acompañó a su madre al médico y allí, en la cola esperpéntica de mujeres queriendo vacunar a un gato porque el veterinario no aparece o de infectados por comer pescado en mal estado, ante el tumulto formado por la falta de atención, salió una enfermera negraca, enorme, con gran culo y minifalda y lazo de enfermera, para poner orden. Cuando ya todo el mundo tenía su número la mujerona soltó:

'No os quejéis de las colas, que bien que la hacéis delante de la Sección de Intereses de la Embajada americana pidiendo visas'.

Todo este humor con que Amín habla de su país esconde su pena por comprobar que la desidia se ha instalado en el pueblo cubano.

Esta mañana, paseando con ella por las Ramblas, nos hablaba de cuando se cayó la Unión Soviética, y con ese derrumbe toda una logística alimenticia, energética y financiera de la isla, que quedó aislada y vio como sus habitantes comenzaron a pasar muchísimos apuros para llenar el estómago.

'Los cubanos se fueron quedando flacos, Salva'.

Se compartían recetas de croquetas de huesos de pollo, de mollejas salidas de no se sabía dónde...

'En Cuba todo es ilegal desde que pones los pies en el suelo. La leche que compras es ilegal, el dinero que usas también lo es, cada paso que das es ilegal'.

Recuerda que, en uno de los múltiples cánticos de gente por la calle ofreciendo lo ilegal, se cruzaron con un negro proponiendo el contrabando de un manjar exquisito. Ofrecía quesos.

Una chica, al oírlo, le preguntó:

'¿Pero qué tipo de queso es el que me ofrece, negro?'

Ante lo que éste, circunspecto y casi ofendido por una pregunta que no terminaba de entender, le contestó altivo:

'De hotel, señora, ¡queso de hotel!'

miércoles, noviembre 16, 2011

El votante inexistente

Si eres comunista en Ávila no existes para la democracia.

Yo, que no soy comunista, querría defender el voto de ese ciudadano que vive en una provincia en la que jamás su opinión será tomada en cuenta.

Un partido como Izquierda Unida u otro como UPyD tendrán millones de votos en estas elecciones, pero sus votantes riojanos, zamoranos o jienenses nunca podrán contribuir a otorgarles un escaño de representación popular.

Criticar a nuestra democracia, desde algunos medios, se quiere condenar como movimiento anárquico o antisistema, pero la realidad es que nuestro sistema electoral es muy defectuoso.

Cuando las cosas van tan mal, uno que es de izquierdas casi quiere que el partido popular, ya que ganará, lo haga de forma rotunda; en caso contrario aparecerán los chantajes nacionalistas que lo empozoñan todo.

¿Cómo es posible que Esquerra Republicana con ocho veces menos votos que Izquierda Unida pueda conseguir incluso más escaños?, ¿por qué todo un país tiene que vivir preso de políticos que quieren la destrucción del propio país?, ¿por qué quién desprecia al andaluz toma las riendas de su destino?

Defiendo a muerte la posibilidad de presentarse de forma democrática a las opciones independentistas o soberanistas, pero también critico con fuerza el que haya tantos votantes inexistentes por toda España. Gente que lleva desde hace treinta años acercándose a su mesa electoral para defender opciones que nunca llegarán a representarle.

¿Por qué el voto de un abertzale guipuzcoano vale diez veces más que el de un votante de Izquierda Unida de Huelva?

Hay que construir la democracia desde valores sanos como la igualdad, y en España no somos todos iguales.

La solución está clara. Una circunscripción estatal única para 50 escaños, que sea proporcional al número de votos, y que se sumarían a los 350 ya existentes por provincias.

Yo quiero que el comunista de Ávila tenga la esperanza de que en un futuro muy próximo su voto no estará secuestrado.

lunes, noviembre 14, 2011

Excusas

Un ejercicio muy sano que comencé a practicar hace tiempo me ha dado muy buenos resultados como persona.

Podría parecer de perogrullo, pero el ejercicio en sí no es otro que tener la gimnástica mental suficiente para evitar a toda costa, ante una pregunta incómoda, buscar excusas.

A nivel profesional, por ejemplo. Siempre hay mil motivos exteriores a uno para justificar decisiones tomadas. 'Es la herencia de mi jefe', 'es la situación de la empresa', 'son los comentarios de la gente' o 'la presión de la dirección' serían, en muchas ocasiones, buenas muletas para torear ante la falta de valor para asumir responsabilidades propias. En cambio, gana tu credibilidad como profesional cuando no tiras de ningún argumento parecido para justificar tus actuaciones.

'He actuado así porque yo considero que es la mejor decisión'.

Cuando las circunstancias aprietan e incomodan, se tiene tendencia a mirar hacia otro lado para encontrar respuestas. Te puedes salvar en una, dos o tres ocasiones, pero acabas pagándolo.

En cuestiones personales es aún más evidente. No hay nada más sano que hablar de frente y, si no te apetece ir a una comida, asistir a un evento o meterte en un negocio 'equis', lo mejor es decir que no. Decir además que no o que sí porque tú no o sí lo quieres. Y, a ser posible, con una sonrisa serena.

En este hermoso período de producción de la película que me está tocando vivir, he recibido llamadas de actores o voluntarios que buscaban una explicación a no haberlos elegido en cuestiones que no venían al caso y yo me esforzaba por abstraerme de todo para asumir mi propia responsabilidad.

'No te hemos elegido porque consideramos que no eres el mejor'.

Asumir las decisiones como propias es un camino para crecer cada día.

viernes, noviembre 11, 2011

Cerrado

Ayer me acusaron de intransigente.

Fue en una discusión nocturna, amigable, en casa, con gente de confianza, mientras cerveceábamos y esperábamos a nuestra amiga Carmela que viniera a hacernos un pavo que no terminó de hacer.

Esperando a las pizzas salió un tema político en que yo no quise entrar, porque me chirriaban los razonamientos que se utilizaban. Pero mi amigo Antonio era insistente.

Sé que, una vez que entro, soy vehemente; y entré.

A saco.

Debe ser verdad que tengo un punto de intransigencia y así se debe llamar a lo que yo, inteligentemente para mi argumentario, defino como pasión a la hora de defender mis ideas.

Pero de pronto me dicen que no escucho, y puede que las ansias por explicar me hagan no valorar el discurso de mi interlocutor.

La vida es un progreso continuo y, desde esa base, tengo que aceptar las críticas para eliminar esa visión de lo que a veces soy y me repele.

Critico a quien no escucha, a quien no sabe ponerse en la piel del otro, a quien se cree poseedor de la verdad para, de golpe, en una noche relajada de cervezas, perder el paso y naufragar.

Seguiré en mis trece, pero más relajado. La pasión me lleva a la intransigencia.

martes, noviembre 08, 2011

Interruptor

En una larga espera en un edificio público, vi entrar a un hombre mayor en el baño. Entró y salió sin encontrar el interruptor hasta que, mosqueado, dio con él, lanzando improperios.

Me dio por reflexionar acerca de lo asumido que tenemos ese interruptor en nuestras rutinas. Un toque y ¡clic!, se enciende la luz.

El hombre, no como individuo, ha sido capaz de construir a base de ingenio, ensayos, definición de axiomas, interpretación de leyes físicas, químicas, estudios biológicos, astronómicos, botánicos o farmacéuticos todo un sistema que nos rodea en busca del confort, de facilitarnos la vida.

Nos paramos poco a pensar en cómo hemos llegado a todo esto. Nada nos fue dado salvo nuestro intelecto y la vida en sí, y resulta admirable como nuestros ancestros fueron consiguiendo avanzar, reinventarse, descubrir lo que la naturaleza nos iba dando para conseguir que el paso por el mundo fuera menos penoso.

No sólo los hitos del descubrimiento de la bombilla o la penicilina, sino la evolución imparable del hombre hacia el progreso que nos ha llevado a pertenecer a la generación con más posibilidades de vivir sin muchas penalidades absurdas.

Vivimos una época de grave crisis, sabemos que gran parte del progreso ha estado mal orientado, que nuestro mundo está contaminado y la atmósfera se resiente, que hay pueblos que aún cabalgan entre las oscuridades de religiones fanáticas o que viven en lugares desérticos donde la hambruna no es noticia.

Aún así, confío en el hombre. No en el individuo. En el hombre como ser capaz de hacer frente a las adversidades.

Es difícil admitir que el mundo vaya a peor cuando hace apenas un siglo la gente moría por enfermedades hoy dóciles, cuando para calentarnos necesitábamos del fuego o de días para recorrer un trozo de nuestro país.

No encontramos un interruptor y nos cabreamos, oímos el sonido de un avión y nos molesta.

¡Mirar al cielo y ver un avión volar! Con esa potencia, doscientas personas dentro que en un par de horas estarán a dos mil kilómetros de distancia.

Observar esa silueta de pájaro metálico es una sensación casi mareante si se analiza con el corazón.

sábado, noviembre 05, 2011

Desidia

Hay palabras hermosas para describir la fealdad del ser humano, y quizás este término castellano, desidia, sea el que se lleve la palma.

Desidia no hace referencia a los días en los que las ganas de no hacer nada nos atacan y nos dejamos enredar por una maraña de excusas para no movernos del sofá.

Hace tiempo que comprendí que esas excusas no hacen sino dificultad ese disfrute que supone dejar al cuerpo a su libre albedrío y descansar la mente en una gimnasia perfecta en que las explicaciones no son necesarias.

La desidia, en cambio, comienza cuando esas justificaciones comienzan a ser admitidas en nuestro fuero interno y la falta de motivación para avanzar se hace genética.

Anoche cenábamos con nuestra querida amiga cubana Amín y ella lo hacía ver de su patria. Cómo se ha instalado allí la desidia. Cómo un sistema nacido con buenas intenciones se ha vuelto putrefacto hasta el punto de contagiar a todo un pueblo a encontrar excusas para no avanzar.

Me da miedo este período de inmensa crisis que atravesamos, que se presume largo en el tiempo, por lo que puede traernos de esa maldita bacteria de la desidia.

Contra la desidia, indignación, imaginación, búsqueda de caminos recónditos para llegar a nuestros sueños, pero nunca una bajada de brazos.

Leía el otro día un artículo sobre la sociedad portuguesa en que las entrevistas al pueblo llano comenzaban a dar pistas de un cierto fatalismo, consustancial ya de por sí a ese pueblo, por duro que sea generalizar. Se admitía que no había nada que hacer sino apretar los dientes.

No quiero pensar en una sociedad avejentada por la desidia. Tenemos que rebelarnos de la mejor manera: buscando alternativas al mundo que se nos ofrece, creyendo en nuestras capacidades, convenciéndonos entre todos que el camino no son las excusas.

viernes, noviembre 04, 2011

Partido Popular

Todo hace ver que nuestro próximo presidente será Mariano Rajoy. 

Y digo nuestro porque soy demócrata, y querré que lo haga de la mejor manera para que mi querida España salga de este atolladero de depresión. 

Son muchos los que sufren, demasiados los que no tienen que poner la alarma al despertador para no hacer nada y corremos el peligro de entrar en la desidia que puede dañar gravemente a nuestra sociedad. De cualquier manera, para mí, librepensador y 'reflexionador', que mira con ojos pasionales el transitar de la sociedad en que vivo, me apena profundamente pensar que el 40 o 45 por ciento de mis conciudadanos voten al Partido Popular. 

Que uno de cada dos españoles opten por esta opción es un desgarro para mí, y lo digo a boca llena. Un partido político rancio, que se ha manifestado durante años con la cúpula de la iglesia y con banderas de España, acaparándolas, para renegar de cualquier avance social, que no apoyó una ley de dependencia, o la del matrimonio homosexual, que no cree, o hace que cree a regañadientes, en la Enseñanza o Sanidad pública, que ridiculiza a los andaluces, que boicotea productos catalanes, que fomenta teorías de conspiración, que bendice a personajes como Aznar, que atiza a los medios más retrógrados contra lo que no sea la 'sacrosanta' unidad de España, católica, castellana y 'bienpensante', no es un partido, a mi entender, de fiar. 

Lamentablemente, no tenemos muchas opciones que enfrentar a ésta de la derecha más rancia.

Lamentablemente, mi voto en esta ocasión no será un voto de ilusión, sino de negación de lo que el partido de Rajoy representa. No quiero que mi país dé pasos atrás y sé, en mi fuero interno, que con esta opción política vamos a darlos de forma acelerada. Luego nos quejaremos, de su despotismo, de los retrocesos sociales, de la chulería en el trato, de la vuelta atrás en derechos que hoy nos parecen básicos. 

Soy libre para opinar desde esta tribuna que la magia de internet me concede y digo, desde esa libertad, que no quiero a Mariano Rajoy al frente de mi país.