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martes, noviembre 28, 2023

Seriedad

Tomarse la vida demasiado en serio es muestra, a mi entender, de poca inteligencia emocional. 

Hacer de cada proyecto un mundo, tomarse a la tremenda cada respuesta, sentir que la vida se nos va en cada equivocación es la mejor forma de cavarnos un agujero donde darnos de bruces con la infelicidad.

Nada es tan importante.

Desde el momento en el que asumimos que vivir es un juego nos hacemos más fuertes para afrontar los sinsabores, que siempre acaban por venir.

Todos, tarde o temprano, nos pegaremos un petardazo. ¿Para qué vivir con miedo?

Nariz

De joven quería cambiarme la nariz, con los años empezó a agobiarme la pérdida del pelo y ahora, que soy un cincuentón, lo que me gustaría sería tener una sonrisa en esa cara de palo que la naturaleza me ha dado.

Me llevo las horas en mi mundo y, cuando despierto de mis ensoñaciones, me imagino, desde fuera, enfadado.

Hay quien nace con una mirada luminosa, otros con una expresión triste, yo, si no se me conoce, parezco el estrangulador de Boston.

Así que, cuando me acuerdo, lanzo una sonrisa al aire, que me hace mucho bien.

Fran, cuando me pilla ensimismado, me lo dice.

—Voy a comprarte un kilo de naranjas para que las chupes y se te quite esa cara de cuerno.

Hace años fui a terapia con un psicólogo, un hombre fantástico, que me enseñó ciertas técnicas para  crecer. Él me insistía.

Salva, cuando sonríes, las células de tu cuerpo empiezan a bailar.

Breaking bad

Buscando el pollo al sultán, mi primera noche en Bursa, di con un restaurante de techos bajos, mesas antiguas, comensales occidentales y camareras con cofia, un local con un 'charme' indiscutible. 

Queda una sola mesa.

Allí que me senté, reventado de subir cuestas y empapado por la lluvia.

Conocerá usted 'Breaking bad' me comentó el camarero, en un inglés atropellado de acento turco, ¿verdad?

Claro respondí, movido por la curiosidad, sin querer explicarle que no había visto ni medio capítulo de esa serie.

Es usted uno de los protagonistas, ¿verdad?

No me quedé de piedra. No soy yo.

No quise investigar con quién me había confundido por no llevarme un disgusto.

Cuando me sirvió el vino, insistió. 

Al menos, no venderá usted metanfetaminas, ¿verdad?

Jejeje. ¡No! me estaba desquiciando. 

Aproveché un instante en que no me veía para tomar el móvil. "Actor, Breaking Bad, Metanfetaminas" y Google empezó a sacarme fotos del actor. Algunas me horrorizaban, otras no estaban mal. Me sorprendió que alguien me confundiese con ese hombre.

Tras pagar, fui a despedirme de él a la barra. Estaba solo, con muchos clientes, y no dudó en dejarlos a todos para acompañarme a la puerta, que, solícito, me abrió.

Ha sido un placer, señor.

Yo le lancé una sonrisa ambigua, no todos los días uno puede darse el gustazo de venir de Hollywood.

domingo, noviembre 26, 2023

Mariquitas

Yo no quiero ir a casa de la abuela, mamá.

Llegó un momento de mi adolescencia en el que me provocaba ansiedad ir a reuniones familiares, donde mis tíos se repartían juego contando chistes, en los que uno de cada dos eran de mariquitas. 

Yo reía como el que más para disimular el terror a ser descubierto.

Las estadísticas dicen que el índice de suicidios entre adolescentes gais es muy superior al resto de los chavales de su edad.

Ahora viene Alfonso Guerra a decirnos que no entiende que se vea mal contar chistes de homosexuales.

Me ofrezco voluntario para explicárselo.

Por ella

Mi madre hizo un viaje a  Galicia y no paró de contar cuánto disfrutó. 

Su juventud se fue volando y se vio con cuatro críos antes de darse cuenta de que la vida se le iba de la mano de un cáncer no detectado en su momento.

A mí, al niño que se le volvería viajero cuando empezó a caminar solo, a mí no me dio tiempo a llevarla conmigo a recorrer el mundo que no pudo conocer.

Ya sus cuatro hijos hemos sobrepasado con creces la edad a la que ella murió y, aun así, no hay ciudad que visite en la que no me acuerde de mi madre.

¡Cómo hubiera disfrutado de Estambul! De esas mezquitas alfombradas; de los paseos por el Gran Bazar, parándonos en cada puesto, tocando cada tela con sus manos de dedos pequeños; de los tés de manzana que nos hubiéramos tomado para reponer fuerzas.

Me gusta pensar que ella viaja en mí.

domingo, noviembre 19, 2023

Traumas

No hay nada comparable a nuestros traumas de adolescentes.

En mi caso había ingredientes añadidos que hicieron de esa época de mi vida un período desgarrador, como fue el perder a mi madre o descubrir mi homosexualidad, pero incluso para quienes no llevan esa mochila la época adolescente resulta una experiencia descarnada.

Se te abren las puertas de la vida para decirte que tienes que enamorarte, que encontrar un trabajo; te enfrentas al sexo como una experiencia animal, ves cómo tu cuerpo se llena de pelos y crece, se estira, como si fuera un blandiblú. Te cambia la voz, se te revolucionan las hormonas. 

Observas el mundo como un monstruo que te espera para ponerte a prueba.

Cuando me cruzo con chavales adolescentes por las calles, con sus risas tontas y los peinados imposibles, siempre me digo que no me cambiaría, ni un instante, por ellos.

Feliz

Han tenido que pasar treinta años de vida laboral para que encuentre el trabajo de mi vida.

Mi empresa ha confiado en mí para que dirija la política de lucha contra el cambio climático, con lo que supone para mí y para mi conciencia humanista, donde el ecologismo y el cuidado del planeta son pilares fundamentales.

Saber que tengo en mis manos la posibilidad de contribuir a hacer un mundo más habitable es la mejor vitamina, invisible y sin efectos secundarios, que puedo tomar cada mañana.

El ser humano ha creado su propia trampa con un desarrollismo extremo a costa de la naturaleza y, ahora, será el hombre quien tendrá que arreglar el desaguisado.

En eso estamos. En eso estoy. Feliz.

sábado, noviembre 18, 2023

Perdón

En mi relación con Fran, cuando uno se queja, el otro pide perdón.

Parece de Barrio Sésamo, pero es así de trivial.

Los veinte años ayudan a conocerse y es una evidencia que el trato, en nuestro caso, no ha creado anticuerpos de rechazo, sino todo lo contrario. 

Hemos sabido dónde el otro no.

Amar no es tan difícil como disciplinado. Hay fronteras que no se deben atravesar, palabras que nunca se deben decir, detalles que no se pueden olvidar.

El día en el que no me acuerde de enviarle un corazón a media mañana me asustaré.

Pensamiento

No hay que dar por supuesto el pensamiento en el otro.

A veces por la familia a la que pertenecemos, por la ropa que vestimos, por el trabajo que tenemos dan por supuestas determinadas posiciones en nosotros.

No hay mejor arma que la sutileza para llegar a conectar con quienes te interesan, para hacerles eliminar de manera voluntaria las armaduras que todos tenemos puestas.

Es mucho más importante de lo que imaginamos el respeto a la libertad del otro de pensar como le venga en gana. Ya está en cada uno el saber si te apetece compartir la vida con quien siente diametralmente opuesto a ti.

Hace unos meses asistí a una cena en casa de un señor que se afanó en aclarar, en cuanto tomó dos cervezas, que él no podía remediar ser un facha.

Fui extremadamente educado, qué menos, hasta abandonar esa casa para siempre.

Especial

—Eres especial, Salva.

No son pocas las ocasiones en las que me han dicho algo que yo tomo por un piropo.

Ser especial.

Si eso significa aportar una visión particular del mundo ya me doy por satisfecho. 

Siempre que he tenido la oportunidad de decir sí o no, he dicho sí. Cada vez que se me ha abierto una puerta, la he atravesado. Cuando había posibilidad de preguntar, lo he hecho, porque entendí desde bien pequeño que no quería pasar por la vida sin participar.

Refunfuñar

Cenábamos en Valladolid y se lo dije.

—Siempre refunfuñas cuando te encargan algo.

Mi compañero de trabajo me miró, sorprendido.

—Al final acabas resolviendo, pero pones la queja por delante.

—¿Así me ves?

Asentí.

Al día siguiente, yendo en taxi al trabajo, fue él quien me sorprendió.

—Salva, gracias por las palabras de ayer. Me hacen crecer.

Amargado

Salía de Santa Justa tras días de trabajo en Madrid y me tocó el peor de los taxistas posibles.

Tan era así que amenazó con golpear por detrás a una motocicleta que nos adelantó.

Que no sea conmigo dentro, por favor le pedí, con tono serio.

Se quejó de todo lo imaginable, a voz en grito, despotricó contra los transeúntes, los otros taxistas, las mujeres, los hoteles, los restaurantes, los latin grammy, las navidades que venían, el verano que se fue.

Cuando me bajé sentí el gran alivio de no haber nacido en un cuerpo encarcelado por el odio.

jueves, noviembre 16, 2023

Tacañería

Nos llamaron una tarde-noche de un día frío entre semana.

¡Estamos de cumpleaños, venid!

Fran y yo, que somos fáciles, nos plantamos donde nos dijeron. Había ya una mesa de diez, todos de la misma familia. 

Con casas en medio mundo y siempre de viaje, pasamos un rato divertido con ellos, a quienes veíamos de higos a brevas.

Llegado el momento de la cuenta, dividieron entre doce.

Cuanto más dinero se tiene, más miserable se es.

miércoles, noviembre 15, 2023

Impotencia

Aguanté cuarenta y cinco minutos antes de saltar. Pero salté.

No se da usted cuenta de lo mucho que molesta.

El tipo me miró de reojo, al otro lado del vagón, y bajó la voz.

Ya le habíamos aguantado dos llamadas de trabajo, la organización de un viaje a Barcelona y la explicación de cómo se manejaba un programa informático. Con sus cascos, la voz a todo volumen y en su mundo.

El AVE es un reflejo de la sociedad mediocre y egoísta en la que vivimos. Cuatro pelagatos cantan a voz en grito su vida sin pensar en lo mucho que molestan y un grupo, mayoritario, de borregos educados, tenemos que tragar quina.

Algún día me llevaré un sopapo, pero no dejaré de protestar. 

Pollo

Cuando me preguntan cuál es mi comida preferida, respondo sin dudar.

¡Pollo al sultán!

Estábamos en la azotea de un hotel de la ciudad turca de Bursa, en una cena de trabajo, y fui el único que se pidió ese plato. Soy tan apasionado en mis reacciones que, al terminar, todos mis compañeros estaban arrepentidos de no haber pedido lo mismo.

La semana que viene, años después de ese episodio, vuelvo a trabajar en la vieja ciudad de Bursa. En cuanto lo supe, busqué por Internet el hotel y la carta de su restaurante. 

¡Ha desaparecido el pollo al sultán!

La leyenda se agranda.

lunes, noviembre 13, 2023

España

Por mucho que quiera no poner el telediario y mirar hacia otro lado, a mí me duele España.

Dejando a un lado ideologías, que todos tenemos, somos un país experto en tirarse los trastos a la cabeza, lleno de gente que reparte carnets de buenos y malos españoles. 

Entre los que se quieren ir y los que pretenden que todos seamos iguales. nos encontramos encerrados en una paranoia que nos impide centrarnos en los verdaderos problemas de la ciudadanía.

Tenemos todo para ser ejemplares, medio mundo sueña con tomar un avión y plantarse aquí, en este lugar del mundo donde nos empeñamos en atizarnos.

No sé dónde está la solución, ni si la hay. Los rencores vienen de siglos atrás.

Tenemos que viajarnos más, que escucharnos mejor, que empatizar con el otro, entender que nadie tiene toda la razón, que ninguna tierra es maldita, ni ningún idioma es agresivo. 

Debemos admirarnos más y señalarnos menos.

Si actuásemos con corazón, nadie querría echar a nadie, ni nadie se querría ir.


viernes, noviembre 10, 2023

Tropiezos

Dicen que en la vida todos pegamos tres o cuatro tropiezos grandes, de esos en los que no hay asidero posible y nos damos con la nariz en el suelo, cuando no hay consuelo posible, se nos desarman todas las estructuras y perdemos el rumbo.

Nadie está a salvo.

La vida, casi siempre, regala los tiempos para volver a ella, nos permite rearmarnos, aceptar la mano aquella, resolver los miedos, hasta que el aliento se serena y el corazón deja de palpitar desbocado entre las sábanas.

El horror es cuando los tropiezos vienen seguidos. Una muerte que lleva a la depresión, una depresión a un despido, un despido a la ruina, la ruina al desamparo y la introversión, hasta acabar no con la nariz en el suelo, sino con el cráneo roto.

Cuando veamos a alguien durmiendo en un colchón encerrado en un cajero de La Caixa no olvidemos que cualquiera de nosotros puede acabar, trastabillado en mil tropiezos, entre esas mantas sucias que no consiguen quitar el profundo frío interior.

Ayuno

No creo que haya habido época en la historia del ser humano en la que sepamos más de nutrición. De cuántas proteínas tiene un huevo, de los beneficios del omega 3 y de los efectos nocivos de los refrescos. Lo que, en sí, está bien. Todo lo que sea ganar en calidad alimenticia supone un beneficio para nuestra salud, elemento clave de nuestro bienestar.

De entre todas las técnicas y consejos hay uno que me llama especialmente la atención: el ayuno.

Intermitente, puntual o rutinario, ese ejercicio lo relaciono en cierto punto con la espiritualidad. Una práctica que implica renuncia y que, una vez superada, produce un placer extraño, el de la frugalidad, lo liviano, el sentirse de algún modo limpio.

Es curiosa la relación humana con la alimentación, hasta qué punto nos recuerda nuestra naturaleza animal, pero también la social, la disfrutona, la moral...

Reconozco que, de vez en cuando, me gusta provocar en mí la necesidad de hacerle un corte de mangas a la comida y acostarme vacío, sin un entrecot pululando por mi estómago que le quite protagonismo a mis queridos fantasmas.

Bizquera

Me recuerdo en brazos de mi madre justo antes de que me pasaran a la camilla en la que me iban a llevar al quirófano. Calculo que tendría 9 años. Por fin iba a desaparecer el parche con el que trataban de controlar mi bizquera. Era cuestión de coser unos músculos rotos que tenían a mi ojo a su aire y mis complejos por las nubes.

Por muy difusa que sea la imagen, veo el gran foco sobre mí y las palabras tranquilizadoras del médico antes de anestesiarme.

De ahí pasé a verme de nuevo entre arrumacos de mis padres para decirme que todo había ido bien.

Se suele escuchar a los adultos decir que los niños no aprecian todo el amor que se les da.

Yo sí integré esos arrumacos de mi madre antes de que un bisturí arreglara mi mirada desordenada. Ese amor, esa escena, esos besos se quedaron en mí para siempre para hacerme alguien mejor.

miércoles, noviembre 08, 2023

Auster

No es mi amigo, ni lo he visto jamás en persona, ni es de mi país, ni siquiera de mi generación; no sé de su día a día, ni cuáles son sus rutinas en Brooklyn, donde sí sé que tiene una casa, que comparte con otra gran escritora, Siri Hustvedt.

Sin embargo ella, admirable en su humanidad, brillante como escritora, no representa lo que su marido, Paul Auster, representa para mí.

De ahí que cuando esta semana me enteré de que publica una última novela, extraordinaria según las críticas, mientras lucha con un cáncer ya avanzado, sentí el dolor intenso que se siente por la gente cercana.

Paul Auster es más cercano a mí que mi vecino de enfrente, que mi compañero de trabajo, que mi primo hermano que vive en Madrid. Con él he vivido de forma intensa momentos inolvidables, me ha hecho madurar a través de sus historias respecto a temas que me conmovían de siempre, ha removido con fuerza mis tripas en más de una ocasión, en más de diez. ¿De cuántos individuos podría decir lo mismo?

Ahora integro que sufre, sin perder su energía creativa, y me siento aún más unido a él.

lunes, noviembre 06, 2023

Corazón

Yo soy de pocas palabras y mucho corazón.

A mí, la mayoría de las veces, también me basta un corazón, de ahí que actúe como me gustaría que lo hicieran conmigo y envío corazones rojos cuando me ataca el amor por alguien a quien quiero.

No hace falta decir más.

Es un beso, un abrazo, un aquí estoy. No te pido nada, no te quiero contar nada, solo decirte que aquí me tienes.

Que este emoticono tonto y simplón no es uno más de los millones que circulan por el planeta, este es de mí para ti.

Mazazo

Hasta que a uno no le llega la primera gran enfermedad no se da cuenta de que no es inmortal.

No vale experimentar con los males de los otros, por muy cercanos que sean. Debe ser tu cuerpo, el que recibe el mazazo, el que asuma su debilidad.

Una sensación animal de terror que te agarra un buen tiempo hasta que aceptas que sí, que estamos al albur de la naturaleza, maravillosa y traicionera, muñecos en manos del destino.

Pasada esa caída al precipicio de los que se saben frágiles, ya la vida es otra. Quizás no tan hermosa, tal vez más carnal. Todo se vuelve terriblemente básico, los sentidos se agudizan y sale de ti alguien bravo que no sabías que escondías en tus adentros. 

Alguien que se ríe de todo sin dejar de querer.

Cerebro

No era un camino muy largo, una reciente mañana de sábado, entre dos preciosos pueblos de Cádiz, Conil y Arcos de la Frontera. Yo iba de copiloto y coloqué el teléfono en la guantera.

Me tentó mirar en el móvil dónde estaba el pueblo de Naveros, donde se cultivaban los garbanzos que comimos el día anterior en Venta Melchor, al ver su señal en la carretera. Me contuve. Quise saber quién era la mujer que cantaba una balada en portugués. Hice por abrir la guantera, pero me resistí. Me acordé de un artículo sobre Palestina que había leído al desayunar y quise leérselo a Fran, lo que obligaba a buscarlo en el teléfono. No lo hice. Atravesamos Paterna de Rivera y quise saber cuántos habitantes tendría. Evité la tentación de mirarlo. Vi nubes negras a lo lejos y me prohibí mirar el tiempo. Fran me preguntó si había un parking cerca del centro y le dije que no lo iba a mirar.

-Estoy intentando llegar a Arcos sin tocar el teléfono.

Él me miró con cara de conocer mis experimentos sociales.

Ya subiendo las cuestas de esa maravillosa población me confirmé una teoría, el móvil se ha convertido en una prolongación de nuestro cerebro que provoca síndromes de abstinencia. Controlables. De momento.

domingo, noviembre 05, 2023

Opciones

Tengo dos historias en mente para arrancar mi próxima novela y no sé por cuál decidirme 

Una es una comedia romántica heterosexual, en la que una pareja que acaba de conocese, en los cuarenta, se despiden pasándose un teléfono que tiene un número equivocado. 

La segunda, un recién viudo homosexual que descubre las infidelidades de un marido ya muerto.

Las dos me ofrecen escenarios que quiero explorar, en los que están presentes el azar, por un lado, y el amor total, por el otro.

¿Qué os apetece más?

Videoconferencias

En estos tiempos que corren, muchas de mis reuniones son videoconferencias con gentes que están repartidas por el mundo.

Atento a lo que tienen que explicar, me concentro en la imagen de aquel o aquella que está exponiendo, hasta que llega un momento en el que, al observar al resto de conferenciantes, me topo con alguien inesperado.

'Menuda cara de gili...', me digo, al ver mi propia cara de repelente escuchador.

Entonces hago por sonreír, para quitar la cara de pánfilo. Me recoloco, me alejo, abro los ojos más, me atuso la barba y me planteo qué pinta de amargado ofrezco, cuando estoy tan feliz por dentro.

Borracho

A mí me resulta entrañable ese niño que llegaba a casa borracho, tambaleándose contra las paredes.

Ese jovencito enclenque que buscaba olvidar tragedias familiares y renacer, pero que no sabía, que tenía ganas de que le abrazaran, que le besaran, que se bebía los chupitos de dos en dos para meterle mano a las niñas que se agarraban a él, cuando lo que él quería eran otros besos.

Recuerdo con ternura esa casa huérfana ya de mujeres, con la nevera medio vacía de palitos de merluza y croquetas congeladas, donde ese universitario brillante, y perdido, llegaba a trompicones a las tantas de la madrugada, tras un intento más de disfrazarse del joven feliz que no era.

Entonces me recibía Luka, medio dormida, que se subía a mi regazo ofreciéndome su barriga. Yo encendía la tele, sin sonido, para acariciarla, acurrucarla, mientras los dos nos quedábamos dormidos.

jueves, noviembre 02, 2023

Claret

Uno de los recuerdos más terribles de mi colegio, pese a que yo saliese ganando, era el canto de las notas.

Cuando terminaba el trimestre, el tutor de la clase tomaba el listado de los alumnos, de mejor a peor, para proclamar quiénes eran los más listos y quiénes los más torpes.

Aunque yo tuviese la suerte de estar siempre en el trío ganador, me horrorizaba, ya tan pequeño, pensar en la crueldad de semejante ceremonia. Conforme se acercaba el final del repertorio, todos comenzaban a mirar por ver quién era el de peor calificaciones. 

El tonto oficial.

A eso le llamaban educación. Segregar, señalar, despreciar.

No perdono eso, y tantas otras cosas, a mi colegio.

Mujereando

Este domingo, si vives en Sevilla, no puedes faltar. 

Bajo la batuta de una de mis más grandes amigas, Carmen Tamayo, un grupo de mujeres sin hogar, maltratadas por la vida y por la calle, salvarán todos sus miedos para contarnos una historia en forma de teatro de investigación. 

Hace años que Carmen consiguió que un amplio grupo de ellas, perdidas en su laberinto de desamparo, dejaran por un rato su dolor a un lado, cada día, para ensayar representaciones que componían ellas mismas a partir del sufrimiento que iban escupiendo.

Tras recibir premios y actuar por media España, esta compañía nos ofrece este domingo su nueva propuesta. No podemos no estar ahí.

No puedo estar más orgulloso de mi Carmen y de esas señoras que le hacen un corte de mangas al maldito presente que las quiere condenar a ser invisibles y dormir en un cajero.

Este domingo, a las 19h30, en la sala TNT. No faltéis. Nos vemos allí.