Bañándome plácidamente una noche de mi última semana de vacaciones en la costa granadina, con esa mole de montaña tras de mí y el cielo estrellado como techo, me acordaba de las primeras enseñanzas acerca de la formación de las estrellas, de las sierras montañosas en períodos en que la unidad de medida son los cientos de miles, millones de años. Época en que uno aprendía acerca de la evolución del hombre, de las eras glaciales, del nacimiento de las estrellas comparándolo con el tiempo presente, casi eterno en tu juventud.
Eran comparables, todo el pasado infinito, con un aquí y ahora tan enorme como aquél. Nuestro mundo era consecuencia de todo lo anterior y nosotros, parecía, lo disfrutábamos a cámara lenta, para siempre. El hoy era tan grande como todo el ayer concentrado en un pergamino.
Sin darse uno cuenta un día te miras al espejo, otro recuerdas el tiempo de los estudios, del despertar al sexo, de los primeros amigos y llega un momento, imprevisible y traicionero, en que te das cuenta de que esos millones de años del pasado se van agigantando, de que la rueda de las rocas y las estrellas se va haciendo incontrolable y tu presente diminuto.
Cuanto más grande es esa roca devoradora imposible de frenar que se dirige inconmensurable hacia ti más aprecias lo vivido, más te afanas en disfrutar del ahora y eres cada día más inteligente para comprender que toda la verdad de esta vida se encuentra en el amor.
Eran comparables, todo el pasado infinito, con un aquí y ahora tan enorme como aquél. Nuestro mundo era consecuencia de todo lo anterior y nosotros, parecía, lo disfrutábamos a cámara lenta, para siempre. El hoy era tan grande como todo el ayer concentrado en un pergamino.
Sin darse uno cuenta un día te miras al espejo, otro recuerdas el tiempo de los estudios, del despertar al sexo, de los primeros amigos y llega un momento, imprevisible y traicionero, en que te das cuenta de que esos millones de años del pasado se van agigantando, de que la rueda de las rocas y las estrellas se va haciendo incontrolable y tu presente diminuto.
Cuanto más grande es esa roca devoradora imposible de frenar que se dirige inconmensurable hacia ti más aprecias lo vivido, más te afanas en disfrutar del ahora y eres cada día más inteligente para comprender que toda la verdad de esta vida se encuentra en el amor.