A mí me ocurre con Los Buddenbrook. Viajo a su decadente casa de Lûbeck para ver si todo sigo igual, aún esperanzado con la posibilidad de que aparezca en la vida de la rebelde Tony su primer novio de juventud para sacarla de esa cuesta abajo en la que se metió por aceptar una boda de conveniencia.
Tengo la casa organizada en mi cabeza, los desayunos, las precenas, los conciertos de piano donde todos se miran, desconfiados, al calor de la chimenea.
Debo visitar Lûbeck.
¿A qué libro viajarías tú?
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