Reconocido homosexual, fuera de consideraciones políticas, este hombre sufre en sus carnes lo que muchos hemos padecido durante toda nuestra vida, el odio de quienes se consideran 'normales'.
No hace mucho, a propósito de ese mismo ministro, un familiar mío, cercano, que conoce de primera mano mi sexualidad, mi relación con Fran, mi historia personal, me reenvió un mensaje al móvil que decía:
'Marlaska, dimisión por maricón'.
Me entró un escalofrío por el cuerpo. ¿Se puede ser más torpe?
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