Incluso si ensalzara el amor entre los pueblos del mundo, alguien diría que está en contra.
Se hable de lo que se hable, siempre hay quien pone el punto sobre las íes, que polemiza, que opina justo lo contrario, que verá tu razonamiento demasiado ingenuo, provocador, sesgado, que lo puede tachar de simplón o de enrevesado.
Afortunadamente es así, claro.
Desgraciadamente, también.
Somos máquinas de protestar. A veces viene bien, a veces cansa.
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