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sábado, abril 30, 2022

Literatura

Yo quise estudiar Literatura tras haber elegido Ciencias.

Estaba en bachillerato y me di cuenta de que esa posibilidad existía, así que rellené esa opción. El claustro de profesores se las vería para organizar horarios, porque yo era un electrón libre al que tenían que ir pasando de una clase a otra cada vez que sonaba el timbre para no perder comba.

Era el único en esa situación.

Para los de Letras, que eran menos, yo era un bicho raro. Para los de Ciencias, la mayor parte, era una especie en extinción.

Tal vez fue una decisión que me marcó de por vida, quizás la de un chaval con demasiadas ganas de abarcar, que me hizo comprender bien pronto que no hay que resignarse a lo que haga el resto de la gente.

Fui consecuente con ese posicionamiento de adolescente y ahora, hecho todo un cincuentón, volvería a elegir ser 'bicho raro'.

Chamarra

Tras pasar una semana conmigo en París, llevé a mi padre a cenar a un restaurante exquisito cercano a la Bastilla. 

Él estaba feliz, habíamos visitado todos los lugares históricos que él llevaba media vida estudiando, sabía relacionar cada palacio con los conflictos del período en el que se edificó, observaba con ojos infantiles cómo se manejaban por allí las cosas.

¿Te has fijado cómo recogen la basura aquí?

Desde entonces, siempre que paseo esa ciudad y veo a los barrenderos regando el filo de las aceras me acuerdo de él, o de cómo le gustaban las buhardillas de piedra de pizarra.

No puedo dejar de mirar hacia arriba.

Cuando llegamos al restaurante para celebrar el fin del viaje, nos pidieron los abrigos. Para mi sorpresa, y la de la persona de la recepción, vi cómo él comenzaba a hacer contorsionismo para sacárselo por los pies.

¡Papá!

Es que se me ha atrancado la cremallera.

Tras apoyarse en la pared y dar varias patadas al aire, consiguió deshacerse del chaquetón. El de recepción, estirado, me miró con cara de perdonavidas y yo le enfrenté la mirada. Bromas ninguna. Es mi padre.

Nos pasaron al salón como los dos señores que éramos y nos entró, entonces, un ataque de risa.

—Si llego a saber que me traes a un sitio tan elegante me pongo el otro abrigo.

Qué no daría yo por volver a tenerlo, a pasearme París a su lado, a escucharle historias de Napoleón, a observarlo mirar las buhardillas, a esperar que pasase el camión de la basura, a llevarlo de cena, a atrancarle yo la cremallera si hiciera falta y decirle al mundo.

¿Qué pasa? Es mi padre.


Condensada

Yo sólo usé ese abrelatas para la leche condensada. Hacía un agujero en cada extremo, para que por uno pasara el aire y desde el otro chupara como un biberón esa masa empalagosa de leche espesa que era el culmen de las meriendas infantiles. La felicidad más primitiva, asociada al sentido del gusto. Un derroche de dopamina que daba sentido a todo. Tanto como el placer de bajar, en el descanso tonto de cada tarde, mientras hacíamos los deberes, para comprar una palmera de chocolate, con todo el protocolo de subir con ella, desenvolverla delante de la tele y darme el gustazo de disfrutarla como si no hubiera un mañana.

Sigo siendo de dulce, como hay quien es de salado.

Ayer tomé un salmonete a la brasa que estaba de escándalo.

Está dulce le comentaba a Fran.

No hay mejor definición del placer de una comida, para mí, que decir que está dulce. Esa dulzura que me lleva a los tiempos en los que uno podía sorber de la lata de leche condensada sin remordimiento, cuando te rechupeteabas los dedos con el chocolate de la palmera.

Los años, la ciencia y el querer vivir bien hacen contemplar como una quimera aquellos tiempos que no volverán, ahora hay otras felicidades, más sutiles, menos sensoriales, más maduras, pero que a veces me llevan al cosquilleo que me producía amamantarme de leche condensada bien fresquita.

viernes, abril 29, 2022

Resines

He visto varias veces un anuncio de Resines que me parece desafortunado.

Aparece en una peluquería y dice todo lo que le sobra, entre otras cosas un disco de jazz francés, la decoración del local y el uniforme del peluquero.

—Yo vengo a cortarme el pelo, y punto —sería el resumen del anuncio—. Que no me cobren de más (que no me toquen los huevos, le falta decir)

Sí, hay mucha gente que tiene el dinero justo para ir a cortarse el pelo. Y existen las peluquerías low-cost. Faltaría más.

Sin embargo, si todo lo hiciéramos tal como él define, simplemente Resines no trabajaría como actor, ¿para qué sirve un actor? Ni le habrían pagado para hacer ese anuncio, porque no lo conocería ni su padre.

Tampoco existiría el jazz, ni la decoración, ni las empresas que se dedican a elaborar uniformes.

Me parece sibilino, además, lo de ponerle el adjetivo de francés al jazz, para hacerlo más ajeno. Quedaría peor decir un disco de flamenco andaluz.

El anuncio, como tantas cosas en estos últimos tiempos, me parece populista. Rancio. Pensado con las tripas, de puro chuleo. Una gracieta sin gracia. Muy de machito perdonavidas encantado de haberse conocido.

Afortunadamente la vida es más sutil, y yo sí quiero que existan profesiones que no sirvan para nada. Gente que cante, que decore, que interprete, que ponga color a la vida. Quiero que haya una flor en la mesa del restaurante, que suene buena música en el taxi, quiero leer novelas por el puro placer de leer y viajar aunque no gane nada físico con ello, quiero visitar exposiciones que no son necesarias para sobrevivir y sí, quiero escuchar jazz. Francés. Me ha creado una necesidad. Jazz francés por un tubo.

Si tuviera más pelo, iría a esa peluquería con los ojos cerrados.

No volvamos a las cavernas.

jueves, abril 28, 2022

Lopus

Durante muy pequeño, pensé que se trataba de una ciudad muy verde, de casas grandes y muchos parques infantiles para jugar.

Yo me agarraba a las faldas de mi madre cuando se sentaba a hablar con su hermana, mi tía Elo, en la habitación de la casa de mi abuela. Me encantaba escuchar a los mayores.

No sé si por los estudios de Elo o por la gente con la que salía, pero con cierta frecuencia bajaban el tono de voz y susurraban.

Esa mujer es de Lopus.

Sonaba como una isla griega, pero debía de ser un lugar cercano a Sevilla, porque había mucha gente conocida que era de allí, aunque el novio de mi tía era madrileño y también allí había gente de Lopus.

Los que de allí venían solían tener muchos niños, era gente muy educada y de buena posición social. No entendía yo por qué el misterio. Si hablaban de alguien de Utrera o Carmona no bajaban la voz, pero sí cuando se trataba de alguien que venía de ese sitio misterioso.

Su marido también es de Lopus se decían, entre cuchicheos.

No encontraba yo la ciudad en los mapas, por lo que imaginé que era un pueblo diminuto. No me atrevía a preguntar, porque parecía un tema prohibido. Incluso pensé que sería una urbanización cerrada, con vallas muy altas, porque había gente que incluso se empadronaba allí.

Se ha hecho de Lopus.

Me fastidió cuando, con el tiempo, descubrí que ese pueblo lleno de niños y juguetes nunca existió.

miércoles, abril 27, 2022

siete

"Deja el problema para las siete".

Ésa era la clave que proponía el otro día un gurú de la motivación. Me encantó el método y empecé a aplicarlo de inmediato, porque es cierto que todos tenemos runrunes que nos comen a diario. Preocupaciones recurrentes a costa de una molestia en el costado, del tono con el que me habla alguien querido, del agobio para pagar una letra. 

Admitamos que tenemos un problema, pero dejémoslo en el congelador hasta las siete de la tarde y dediquemos entonces un rato a reflexionarlo, a tomar decisiones, a sudar ese dolor, ese miedo.

Cuando lo haces, compruebas que la mayoría de las veces pasan las siete y ni te acuerdas. La mejor prueba de que la montaña no era tan alta.

Sí. Vienen muy bien las técnicas que nos ayuden a tratar mejor nuestros desconsuelos, que todos sin excepción tenemos. 

Vuelve esa sombra sobre mí. Vale. Lo asumo. A las siete de la tarde lo trataré, que ahora tengo que vivir. 

lunes, abril 25, 2022

Agradable

No sé si será una característica que venga ligada al ego, pero ¡es tan fácil ser agradable! ¡Es tan reconfortante! ¡Es tan fácil ser amable!

Que no me explico qué le pasa a los que van con cara de cuerno por la vida.

Porque aunque las cosas te vayan mal, no hay que pagarlo con el otro. Más bien harás que las cosas te vayan peor.

Yo tengo determinadas reuniones semanales en el trabajo con gente concreta, que trabajan en diferentes países del mundo, en las que tengo que explicarles una serie de modos de trabajo, en las que preparo informaciones que les son útiles, en las que incluso tengo que solicitarles que realicen determinados trabajos, que son una fuente de satisfacción para mí. Pero no porque yo me muera de placer sabiendo cuántos motores produjeron en el mes de marzo, sino por haber podido facilitarles su trabajo y haberlo hecho con calma, con una sonrisa y con plena disposición a aclarar sus dudas.

No imagino hacer las cosas de otra manera. Hacerlo con mal gesto y desgana sería ¡tan torpe!

Yo seré intenso, pero torpe no.

domingo, abril 24, 2022

Repetir

Que el ansia de descubrir no nos quite el lujo de repetir.

Sí, hay muchas veces en las que volver al lugar donde fuimos felices acaba por ser un desengaño, porque idealizamos situaciones en las que confluyeron circunstancias que no se pueden volver a reunir.

A mí me gusta equilibrar lo conocido con aquello por desentrañar. Cuando esto se consigue la armonía se hace más presente en tu vida. 

Hago por cuidar, mucho, de todo lo que me proporciona seguridad, bienestar, satisfacción, de esas personas, bares, escritores, ciudades, canciones que me hacen sentir bien en mi piel. Les doy su lugar, me lo doy a mí en ellos. No quiero dejar de leer a Auster, o visitar de nuevo Gante, o sentarme a oscuras en casa y escuchar sin pausa a Zazie. No quiero perder mis cenas con Elisa, los desayunos con Fernando, los viajes con amigos a Portugal.

Hago, al mismo tiempo, por integrar aires nuevos. ¡Siempre! No tengo ningún cupo lleno de nada. Quiero aventurarme en novelas de autores desconocidos, viajar a ciudades donde no sepa dónde se encuentra su catedral, apuntar en servilletas nombres de cantantes que tú me vas a recomendar.

Quiero introducir en mi vida a quienes aún no he tenido la suerte de conocer.


viernes, abril 22, 2022

Fi

Los griegos pusieron al servicio de la belleza la letra φ (phi). La bautizaron así en honor al escultor Fidias.

Ella indica la proporción áurea, al equivaler a un número que representa la relación ideal por la que se rige lo hermoso. Encerrando un cuerpo humano en un rectángulo con esas magnitudes, obtienes la perfección humana.

Todos sabemos, al menos intuimos, que la belleza es simetría, proporcionalidad, armonía. La mayoría somos conscientes, también, de que con ese don sólo nacen unos pocos elegidos.

A mí me encantó que en 'La casa de papel' dieran protagonismo a Alba Flores, quien borda su personaje de Nairobi, porque ha ayudado con su enorme nariz aguileña a demostrar que otras bellezas son posibles.

¡Cuántos chavales con narices así no habrán subido su autoestima en los últimos años!

Sería muy de agradecer que las firmas de moda juvenil, sobre todo éstas, apuesten por cuerpos alejados del 'phi', por piernas anchas, por tetas pequeñas, por brazos largos, por tetas enormes, por cabeza chicas, por culos metidos para dentro, por cuerpos en forma de pera, de manzana, de limón.

Cuando un jovencito o jovencita va a comprarse ropa con sus ahorros, se da cuenta de que las tallas están hechas para sus ídolos de Instagram, no para ellos.

Hay quienes se ríen de eso, hay quienes, más débiles, querrían tirar su cuerpo a la basura. 

Un cuerpo en el que van ellos en su interior.

jueves, abril 21, 2022

Telefonillo

Tras una jornada movida de trabajo, ayer tarde salí para Correos. Ir a enviar unos ejemplares dedicados era la mejor excusa para estirar las piernas.

Perdone, caballero.

Una señora de muy avanzada edad, con bastón, se agarraba sin resuello al portal de su edificio.

¿Puede ayudarme a abrirla? Hacía movimientos sin apenas fuerza. No puedo con mi alma.

No lo decía con angustia, sino con la sonrisa propia de quien asume sus circunstancias con dignidad.

Claro, señora. Empujé como si me fuera la vida en ello. Esto está cerrado. La mujer hizo por acercarse al telefonillo. Déjeme a mí. ¿Qué piso es?

Ése de ahí intuí que era analfabeta. El botón que está más hacia abajo.

Desde arriba le echaron una bronca y ella se rio, con una disculpa hacia mí en su mirada.

Es usted muy amable.

Le abrí la puerta, le despejé el camino hacia el ascensor y ella no dejaba de agradecerme.

—El agradecido soy yo, señora. Este momentito es lo más bonito que me ha pasado en todo el día le dije.

Y me sonrió.

Conspiración

Vivimos asediados por el tufo de la conspiración. Una humareda que se extiende por la sociedad con tal fuerza que una gran parte de la población piensa que estamos siendo engañados, siempre, en todos los asuntos.

—A la prensa le interesa que ya no hablemos del covid —me decía un amigo mientras paseábamos por las playas de Portugal.

—¿Qué prensa? —le pregunté yo—. ¿Se ponen de acuerdo en una cueva siniestra los directores de La Razón, El País y El Mundo para decir que ya se deja de lado el covid?

—Pero, Salva, ¿no ves que ya todo lo ocupa la guerra de Ucrania?

—Porque la guerra de Ucrania es un asunto mayor, gravísimo, y porque, afortunadamente, las vacunas han hecho mucho bien por vaciar las UCI's del covid.

Soy un convencido de la libertad de prensa y de la posibilidad que se nos da por infinitos medios de informarnos, de contrastar, de ir a medios franceses, estadounidenses o de la India, de izquierdas y de derechas, para comprobar cómo se explican las cosas en otros sitios. No podemos dejarnos narcotizar por esa corriente que dice que los ciudadanos somos unos peleles y que nos llevan por donde quieren los poderosos grupos de comunicación.

Sí es cierto que hay un terreno donde me siento más incómodo y no es otro que el monopolio de cierta información de determinadas compañías digitales como Google, Facebook (espero que no borren este texto) o Microsoft. Éstos sí tienen herramientas mucho más peligrosas, más audaces, menos sanas, porque escuchan lo que hablamos, analizan lo que escribimos, investigan nuestros gustos y pueden hacer, si no se legisla de manera ordenada en favor del ciudadano, que a nuestros ojos se nos ofrezca sólo lo que nos interesa ver, hasta el punto de llegar a vivir cada uno de nosotros en el paraíso venenoso de nuestras supuestas convicciones.

Y yo no quiero que nadie decida por mí.

miércoles, abril 20, 2022

Vivir

Yo no sé qué me dieron al nacer para ser tan intenso.

Hay días en los que me gana el miedo a no vivirlo todo, hay tardes en las que me conjuro para no quedarme quieto, hay momentos en los que me apetece listar todas las cosas que me quedan por hacer.

Quiero vivir. Vivir con ojos grandes. Con los pulmones abiertos. Pasear la ciudad sin rumbo, visitar a mis amigos de siempre, charlar con el justo punto de cerveza sobre la maravilla que supone existir.

Me apetece seguir siendo valiente, encontrar personas nuevas, descubrir otras ciudades, escribir sin pudores, ganar en sabiduría, ser mejor persona, disfrutar del amor con mayúsculas.

Me aterra que un día me digan ‘hasta aquí llegaste’ y tenga mil sueños por cumplir.

Me asusta dejar de ser quien soy. 

Que la vida me trate mal y me acobarde.

Malhablados

Qué miedo da quien habla mal de todo el mundo.

Más miedo aún cuando a esa persona la quieres, a ese incansable criticón.

A mí me gusta ponerles su propio espejo y explicarles el mal rollo que dan al no perdonar un defecto en el otro, pero mis intentos son vanos porque aparece la justificación.

—¿No lo has visto con tus propios ojos?

Todos vemos con nuestros ojos defectos en los demás. Muchísimos. No hay quien se salve.

A mí no me gusta llevar el ejercicio a preguntarle:

—¿Es que no te has visto tú a ti?

Porque es cruel y peca de soberbia, sobre todo cuando yo sé cuántas cosas en mí no funcionan. Y es que yo conmigo no tengo postureos que me liberen de mi mirada crítica, ni me puedo camelar a mí mismo ni mirar para otro lado. No hay un solo comportamiento básico en el que yo no haya fallado más de una vez. Y me perdono, para poder convivir conmigo.

Es sanísimo buscar las virtudes de aquel que te decepciona, contar hasta diez antes de ponerlo a parir, mirar en ti si no hay algo de eso malo que ves en la otra persona, analizar si es bueno para ti que te vean como un generador de listas infinitas de defectos con los que, seguro, alguna vez te manchaste.

Si alguien te disgusta tanto, aléjate, ignóralo, deja que desaparezca. Al criticar, con acidez, todo el tiempo, entras en el terreno de las personas que acuchillan por la espalda. Y no hay nada peor que no ser una persona de fiar.



viernes, abril 15, 2022

Saliva

Cuando nos quedábamos dormidos en cualquier postura en el sofá del salón de la casa de mi abuela, algunas veces se nos quedaban las manos insensibles de haberlas aprisionado.

Ella tenía el remedio.

Mojáis el dedo en saliva y os hacéis una cruz en la mano que tengáis dormida.

Yo aún hay días en los que me levanto con esa sensación de brazo muerto y me viene de inmediato su imagen a la cabeza. Meto el dedo en la boca y me hago la cruz.

Es probable que sin hacerlo se recuperase igual el movimiento, pero me gusta pensar en la magia de las verdades de mi abuela.

jueves, abril 14, 2022

Defensa

No hay mejor manera para defenderse que aprender.

Todo lo que nos haga crecer en nuestro saber personal son armas defensivas contra los ataques a nuestra estabilidad personal.

Conocimiento para crecer. No importa el tema. De salud, de economía, de geografía, de psicología, de cultura. Todo punto de más en nuestro saber es una piedra en el muro que nos protege de lo malo, de los vientos destructores de nuestras fortalezas, esos que provocan fisuras en nuestros cimientos a partir de la duda.

La duda, cuando se usa como arma arrojadiza, nos desmorona por dentro. 

Cuando te peguen un puñetazo de certezas, te puedes defender con un puñetazo de las tuyas. Cuando no tienes en la recámara argumentos puede hacer lo que quiera contigo el hombre malo, hasta venderte la moto que compras sin saber que no tiene frenos ni retrovisor.

Mental

Cuando tienes la oportunidad de charlar con calma entre amigos, todos coincidimos en el análisis: el sistema está provocando serios problemas mentales a la sociedad.

Todos, sin excepción, estamos acelerados. Nuestras empresas, a las que somos fieles, piden siempre más. Resultados, implicación, más madera, más rápido. Antes mejor que después. 

No hay un gráfico bueno, porque siempre la curva puede ir más hacia arriba en menos tiempo.

La gente está saturada, en una carrera loca hacia no se sabe qué. ¿Mayor bienestar? ¿En qué consiste el bienestar?

Quizás la raíz del problema está en la definición que las últimas generaciones han dado a esa palabra, bienestar, imbricada equivocadamente a lo material. 

Todo se mide en euros. 

No es el ser humano el que está en el centro, sino el sistema.

Y la maquinaria humana acaba fundiéndose. Cuando esto ocurre, el taller de chapa y pintura se llama Centro de Salud Mental.

Están abarrotados.

miércoles, abril 13, 2022

Latinoamericanos

Cuidan de nuestros mayores, nos limpian la casa, nos sirven el café, nos traen la comida en moto y, sin embargo, parecen invisibles.

Serviciales y humildes, estamos rodeados de latinoamericanos que vinieron a realizar trabajos para los que no había suficiente mano de obra. Sin levantar la voz, fueron integrándose en nuestras vidas, hasta el punto de que es difícil que no tengamos todos algún ecuatoriano, peruano u hondureño en el entorno más cercano.

No encuentro profesión más digna que atender a las personas de la tercera edad, pero sueño con verlos pronto presentando telediarios, dando clases en la universidad, montando empresas de éxito, inventando aplicaciones de móvil, con ese acento dulce de nuestro castellano tamizado por un océano de ida y vuelta.

Nuestra sociedad necesita que se hagan fuertes, que se den a valer, que nos demuestren sus capacidades, algo que llegará antes que después, para así quitar argumentos a los que piensan que sólo se puede ser español teniendo la piel blanca.

Quiero un país de todos y ellos nos harán más grandes como pueblo, porque la mezcla, no me cabe la menor duda, es la clave del éxito de la humanidad.

martes, abril 12, 2022

Perdidos

Rehúyo la palabra estrés.

Hay quien se maneja muy bien en esa selva que supone no tener tiempo para nada y de la que yo sólo quiero escapar, desde hace tiempo, quizás desde que mi cuerpo me avisó de que no estaba por la labor de aguantarme tonterías.

Decidí, en el último momento, pedirme tres días de permiso en esta Semana Santa, para así poder juntar días suficientes para escapar del torbellino de la insaciable rutina.

Los dos primeros días tuve pesadillas con el trabajo, al tercero conseguí tumbarme en el sofá sin remordimientos. Al cuarto cogimos el coche tras la siesta, en este nuestro refugio de Portugal.

Hubo un momento en el que Fran y yo nos miramos. Estábamos en un ceda al paso y no sabíamos dónde ir. Eran las siete de la tarde y, de golpe, no sabíamos qué hacer.

¿No hay mayor placer?

Tradiciones

Las tradiciones te anclan al útero de tus ancestros por mucho que quieras cortar el cordón umbilical.

Ellas resuenan para decirte tú eres uno de los nuestros, mientras haces que miras para otro lado.

La música de las bandas de la Semana Santa sevillana trompetea en mis oídos en estas tardes portuguesas en las que me empapo de buena literatura, me tomo mi café de media tarde y miro de reojo en la prensa si va a salir el Dulce Nombre de la iglesia de San Lorenzo. En estos merecidos días de descanso me dispongo a recibir amigos y en mi corazón está la pequeña traición que le haré también este año a la Macarena en su majestuosa 'madrugá'.

No importa que me considere un ciudadano del mundo, que mis creencias religiosas no existan, que tenga ganas de estar donde estoy.

A veces pienso que me gustaría haber nacido en una ciudad de avenidas sin nombre en medio de ningún lugar, para no deber nada a nadie ni sentirme obligado a defenderla.

Pero nací en Sevilla. La grande, la exagerada, la bellísima, la que cría a sus hijos en el amor total a sus raíces. 

La tremenda.

lunes, abril 11, 2022

Talibanes

El mundo está lleno de talibanes, y no todos están en Afganistán.

Allí están los más detestables, sin duda, los que utilizan su fuerza y la coerción para imponer una forma única de comportamiento, con desprecio directo, y castigo, a quienes no actúan como ellos ordenan.

Ellos no tienen cuatro ojos ni nacieron en Marte, sino que tienen una naturaleza mental similar a muchos de los que conviven con nosotros aquí, puerta con puerta. Lo bueno es que nuestro sistema, de momento, no les permite imponer su visión cerrada de las cosas.

No, no son personas a las que no pongamos cara. Sólo hay que cerrar los ojos y concentrarse. Aparecen claramente esos talibanes que no están dispuestos a transigir, que te escuchan sin escuchar para luego decirte, con cierta soberbia, cómo en realidad funcionan las cosas.

Están al lado, nos saludan, se sientan a tu lado a comer, te sonríen. Están al acecho.

domingo, abril 10, 2022

Obsceno

Pocas cosas más obscenas que el desprecio.

El desprecio a tu sociedad, a tu país, a los principios básicos de humanidad. Apoltronado en tu burbuja de cristal, indolente, ajeno al sufrimiento de aquéllos con quienes, de vez en cuando, te cruzas por la calle.

Produce un tremendo estupor que dos tipos sin principios se hayan querido forrar a costa del dolor ajeno. 

Yo me limité a hacer una llamada se atreve a decir, sin que se le caiga la cara de vergüenza.

Una llamada, a cambio de un millón de euros por unas mascarillas infladas de precio, que rápidamente se gasta en un yate en Gibraltar, mientras los muertos empezaban a contarse por miles en los hospitales. Quien tenía la suerte de llegar al hospital, porque los mismos que autorizaban la compra de ese material emitían comunicados internos para decir que no se admitiera a los octogenarios en las UCI's.

¿Cuánta gente se llevará toda una vida trabajando sin llegar a ganar un millón de euros?

No todo se puede permitir. Hacerte valer de tu nombre para medrar es indecente. Un nombre, además, que no te has ganado tú, sino que has heredado de tus padres.

Para rematar la faena, se permite decir que está perseguido, porque 'los fiscales, ya se sabe, son todos de izquierdas'.

Pues menudo favor le has hecho a la derecha, chaval. ¿Qué pretendes decir, que la derecha mira a otro lado cuando se trata de trincar el dinero de todos?

Que investiguen hasta el final, las firmas falsas, los contratos inexistentes, las llamadas telefónicas, la falta de humanidad.

Imploramos justicia.

Moderno es ser permeable, antiguo es creer que tu verdad está escrita en mármol.

A mí me gusta la gente moderna, aunque tenga 90 años, mucho mejor que los antiguos de 25.

A mí me gusta que me convenzan, con argumentos bien hilados, de certidumbres que yo creía asentadas en mí; que, a través de la palabra, hablada o escrita, me maticen realidades que yo veía con claridad meridiana.

Yo nunca podré ser amigo de quien esté en las antípodas de mis pensamientos. Podré ser compañero de trabajo, tenerlos entre mis conocidos, en mi familia. Mantendremos un trato cordial, pero nunca estará en mi círculo cercano quien hable mal del inmigrante, quien dude de la violencia machista, quien se ría del discapacitado, aquel que desprecie al pobre, quien discrimine al homosexual, quien simpatice con Putin o vote a partidos excluyentes.

De todo lo demás siempre estoy dispuesto a hablar, sobre todo a escuchar, por muy claros que estén mis principios, elaborados durante toda una vida de observación, lectura y experimentación.

Eso sí, no me digas en lo que tengo que creer, sino explícame lo que piensas tú.

Que te escucho.

sábado, abril 09, 2022

Elegir

Elegir es un verbo asesino, que va dejando cadáveres en el camino.

Ya no seré nunca mil hombres que quise ser, ni podré saber qué hubiera sido de mí de haberle dicho sí a esa persona, de haber estudiado lo que quise y no lo que debía, de haberme ido a vivir allí cuando me lo propusieron.

Ya nunca podré ser experto en tantas disciplinas que me apasionan, ni podré alcanzar esa medalla en esos campeonatos, ni me ofrecerán ser portavoz de grupos en los que creí, pero con los que no me mojé lo suficiente.

Ya sólo seré lo que decida ser desde este momento, atento a las puertas que aún se me presentarán, seductoras, agoreras o desafiantes, que tendré que traspasar o no, hasta llegar al único picaporte final.

Atravesar una puerta es renunciar a la de al lado, tomar este camino es no conocer lo que me depararía el otro, abrazarme a ti es no abrazar a otro.

Elegir es un verbo cruel, porque te roba infinitos futuros que no vendrán, pero es un verbo de valientes, de los que sabemos que no nos podemos parar en la eterna duda de imaginar cuál es la puerta correcta, porque la vida en mayúsculas es de quienes las traspasamos con decisión, conscientes de que sólo seremos algo si renunciamos a ser todo lo demás.

martes, abril 05, 2022

Ir

Siempre cuando tú vas, alguien viene.

Tener mano izquierda mucha veces consiste en comprender esta simple frase, que no es sino lo que ahora se viene a denominar inteligencia emocional. Saber que tu estado de ánimo actual es tuyo en exclusiva.

Quienes hemos pasado por experiencias traumáticas de muy jóvenes solemos tener ventaja para apreciar ese detalle, porque un día nos dimos cuenta de que nuestro mundo se derrumbó sin compasión y la vida seguía como si nada.

El planeta rodaba, los días eran azules y tú eras un trapo.

Esa prueba de fuego es un aprendizaje que no tiene precio, no hacen falta universidades ni grandes maestros que te expliquen que la vida se despliega de forma unitaria, que mientras tú celebras estar bien en tu piel hay quien se hunde por darse cuenta de lo contrario.

Es por eso que no hay que dar nunca por supuesto el estado anímico en quien te importa, sino tener los sentidos bien sintonizados para estar al loro de qué se cuece a ese otro lado.

Se gana mucho cuando se camina con el alma dispuesta.

lunes, abril 04, 2022

Queja

Tenemos todo el derecho a maldecir el despertador. A no querer levantarnos. Nos merecemos poder decir que nos desespera volver a empezar de nuevo un día más.

Lo que no vale es decirlo a diario.

Lucho por no avergonzarme de expresar, no a nadie sino a mí mismo, mi hartura. Esos días en los que ves que a las ocho de la mañana tienes reunión con el amargado de turno, que Fran está en San Sebastián y que no tengo yogur en la nevera. Sí. Me cabreo con el mundo, saco mi tablao de Farruquito y me pego mi 'zapateao'. Me meto en la ducha y me achicharro, con plena consciencia, hasta que con la toalla me seco mi mala uva y abro las ventanas.

No quiero ser contenido conmigo mismo. Quiero concederme esos instantes de pataleo casi infantil en el que me digo, en el tono dramático que corresponde, que no puedo más.

La luz de amanecer de mi ciudad, que me conoce, hace por amansar a la fiera.

domingo, abril 03, 2022

Coches

—Tú sabes, se dedican a hablar de coches.

Había preguntado a una amiga cómo llevaba un matrimonio cercano su separación, tras muchos años de vida en común. 

—Ella está bien, ella fue la que decidió romper, ella está fuerte.

Pero su chico, el abandonado, porque en casi todas las relaciones hay alguien que pierde más, está perdido. Sin apenas vida social, demasiado enganchado a esa historia recién terminada, no acaba de encontrar un asidero al que agarrarse.

—Mi marido hace por quedar con él, para sacarlo de casa —me explica mi amiga.

Para darle cierta vida, liberarse de la soledad con una charla, unas cervezas. Entonces me intereso por saber de qué hablan, cómo ve ese hombre su futuro, si va a hacer por rehacer amistades para romper con su vida anterior, para no verla a ella por todos lados.

Curioso, como escritor y como persona, por saber como un hombre consuela a otro con el corazón roto.

—Tú sabes, se dedican a hablar de coches.

Rechazo

La grandeza de una persona también se mide en cómo gestiona el rechazo.

Todos hemos recibido 'noes' de personas a las que hubiésemos querido seducir, y esas negativas no siempre vinieron acompañadas de buenas formas. Así se conforman las relaciones humanas, llenas de desequilibrios. Cuando quieres provocar atracción hay veces que encuentras indiferencia, del mismo modo que hay quienes no causan en ti mayor interés.

Asumir esa realidad es ser maduros, saber que por muy alta autoestima que uno tenga habrá quien no vea la inteligencia, la belleza o la sensibilidad que estás seguro que hay en ti.

Hay quien reacciona con agresividad al rechazo, con malas palabras, con desprecio, sin comprender que es del todo justo que la persona que a ti te interesa decida en plena libertad.

sábado, abril 02, 2022

Mentira

Cuando una sociedad fuerza a alguien a vivir en la mentira, todo se pudre para el que lo padece y los que le rodean.

En mis tiempos de adolescencia, sin ningún referente homosexual al que agarrarme, en un colegio de curas donde los chistes homófobos estaban a la orden del día, con la familia preguntando en cada celebración cuándo me iba a echar novia, no había escapatoria posible para alguien sensible como yo.

No había futuro, la vida era una broma pesada, una cárcel sin ventanas.

A esa edad yo debía apoyarme en unos amigos que sólo hablaban de chicas. No podía quedarme en casa, ¡quería vivir! Así que yo salía, iba a fiestas, excursiones, barbacoas. Me apetecía socializar. Yo era ya divertido contando historias y ansiaba conocer mundo.

Entonces llegaba la chica que cruzaba la mirada conmigo, que se acercaba a saber más de mí, que me buscaba por los bares. Que un día me acariciaba el brazo y el siguiente me daba un beso en la boca.

Yo necesitaba ese beso, esa caricia, que me abrazaran; pero yo era un animal herido que escondía una vergüenza, que acababa desapareciendo, no cogiendo el teléfono, cambiando de amigos para no volver a ese beso que me perturbaba. Sufría horrores y hacía sufrir a niñas que lloraban mi rechazo. Parecía un niñato caprichoso y era un pobre desgraciado, un noble corazón envenenado de hipocresía social.

Aún existen países donde condenan por ser homosexual, en la misma Europa se bautizan ciudades como territorios libres de gays, en nuestra propia España hay partidos homófobos que se vanaglorian de serlo, que quieren que volvamos a los tiempos en los que los chavales tenían que besar a quien no deseaban y escapar a esconder su dolor en un agujero.

Yo le daría un abrazo enorme a ese chaval atormentado que fui.

viernes, abril 01, 2022

Incrédulos

Hay mucha gente que es feliz y no lo sabe.

Se me vienen nombres a la cabeza. Amigos que tienen vidas divertidísimas, llenas de estímulos, amplias, interrelacionadas, imprevisibles, coloridas.

Sin embargo, no se dan cuenta, te miran con cara de cuerno y se quejan por lo más mínimo.

Estoy hasta los mismísimos protestan.

A mí me gusta zamarrearlos y relatarles como se ve su vida desde mi ventana. Con ejemplos. Con detalles. 

¿Te das cuenta de que eres un afortunado?

Entonces relajan la frente, desfruncen el ceño y te dicen:

Qué cabrón eres.

Tenemos que contarnos, de vez en cuando, todo lo bueno que hay en nosotros.

Tokio

Se conjugaron los astros para que nos cruzáramos las miradas.

Una cosa llevó a otra y el chaval, con muchos nervios, nos preguntó qué hacíamos en Tokio. Su novia sonreía con la timidez propia de los japoneses con los extranjeros.

Al rato habíamos juntado nuestras mesas en el restaurante, ellos nos comentaban los mejores lugares para escuchar música y nosotros les explicábamos todo aquello que nos sorprendía de su país.

¡Tan fácil!

La realidad es que esas situaciones ocurren de higos a brevas, con lo sencillo que sería romper una conversación para decir.

¿Cómo estás?

Los turistas, en cambio, tienen la tendencia a encerrarse en ellos, a cenar entre ellos, a mirar las ciudades y los paisajes desde su propia interpretación, sumergidos en sus esferas culturales poco dispuestas a airearse con los vientos locales, sin dejarse llevar por los remolinos de lo de ahí, lo que se trama, lo que se escucha, lo que se hace. Vibrar con la frecuencia de sus sonidos.

Yo estoy bien, gracias por preguntarme. Deseando saber de ti.