Hay quien tiene pánico a la Navidad.
Suele coincidir con aquellos que han sufrido pérdidas en fechas cercanas a las de estos días, días que ejercen de impulsores del vacío que supone no contar con esos seres queridos.
Estas fechas potencian recuerdos de casas llenas, de risas tontas, de escenas tiernas que puede que no vuelvan, o no en el mismo grado, con las personas de entonces ni la alegría de nuestros tiempos jóvenes.
Ese pánico se vuelve odio al villancico, al turrón y a los programas enlatados que se repiten una y otra vez para recordarles que hubo un tiempo en el que sí creyeron en la Navidad.
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