Renunciar a disfrutar en el trabajo es una estrategia equivocada, que acaba pagando tu salud mental.
Otra cosa es conseguirlo.
No hace mucho celebraba un éxito profesional, tras duros meses de trabajo en un proyecto complejo, y hubo quien dijo, con tono de reproche hacia mí:
—Aún queda mucho por hacer.
¡Siempre queda mucho por hacer!
Disfrutar de las pequeñas victorias es lo mínimo que nos podemos regalar.
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