Me asusta la gente que está de vuelta de todo, esa a la que le da igual ocho que ochenta, porque, desde el momento en que la vida se la refanfinfla, son poco de fiar.
Hay que mantener, de forma consciente o no, una parte del niño que fuimos en nuestro interior, un sorbo de la inocencia con la que nacimos, un mínimo de confianza en el ser humano.
En el momento en el que dejas de creer en nadie, ya lo tienes todo dispuesto, incluso, para dejar de creer en ti.
Y te vuelves venenoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario