miércoles, octubre 02, 2024
Cosquilleo
Trabajo
Renunciar a disfrutar en el trabajo es una estrategia equivocada, que acaba pagando tu salud mental.
Otra cosa es conseguirlo.
No hace mucho celebraba un éxito profesional, tras duros meses de trabajo en un proyecto complejo, y hubo quien dijo, con tono de reproche hacia mí:
—Aún queda mucho por hacer.
¡Siempre queda mucho por hacer!
Disfrutar de las pequeñas victorias es lo mínimo que nos podemos regalar.
El no
Estaba con mi queridísima Montse en el hall de mi hotel de Gran Vía a pocos minutos de cruzar al otro lado de la avenida para presentar 'El hombre que ya no soy' en la Casa del Libro madrileña, justo en el espacio que era el despacho de Ortega y Gasset en la capital.
Llovía como si se fuese a acabar el mundo y tuve un instante de vértigo, que compartí con ella.
—Querría que me tragase la tierra.
Me podía la responsabilidad.
—Anda, Salva, pero si eso para ti está chupado —me dijo ella.
Siempre recordaré esa frase, porque ahí veo la clave del triunfo personal, independiente de si alcanzas tus metas o no. El no arredrarse.
Cada vez que me he tenido que enfrentar un reto he dicho que sí, a pesar de los sudores fríos y las inseguridades. Las veces en las que he tenido que elegir entre hacerlo o no hacerlo, elegí el sí.
Soy una persona de meterse en líos.
La vida está en el sí.
De vuelta
Me asusta la gente que está de vuelta de todo, esa a la que le da igual ocho que ochenta, porque, desde el momento en que la vida se la refanfinfla, son poco de fiar.
Hay que mantener, de forma consciente o no, una parte del niño que fuimos en nuestro interior, un sorbo de la inocencia con la que nacimos, un mínimo de confianza en el ser humano.
En el momento en el que dejas de creer en nadie, ya lo tienes todo dispuesto, incluso, para dejar de creer en ti.
Y te vuelves venenoso.