Cuando en un bar te preguntan tu opinión tras cada plato que consumes, te están mostrando honestidad.
Te puede haber gustado más o menos, pero al recabar tus sensaciones te están diciendo que ellos se sienten seguros de su forma de cocinar, de presentarte el plato, de atenderte.
En aquellos lugares donde te los retiran sin mirarte a los ojos, más aun cuando lo has dejado sin terminar, mal.
A mí, cuando me escriben para decirme que han acabado de leer una de mis novelas, me gusta preguntar qué les ha parecido.
Me expongo a que me digan que les ha horrorizado, pero horror me daría no interesarme por lo que han sentido al leerla.
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