Es suficiente un gesto, una frase, un resoplido para adivinar que te va a dar el viaje en tren, el paseo por el campo o la visita guiada a una ciudad.
El caso es que ellos se dan cuenta de que los observas y se vienen arriba. Más alto hablan, más gesticulan, menos se controlan, encantados de ser protagonistas, sin darse cuenta de que lo son por insoportables.
¿Quién se atreve a mostrarles su realidad?
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