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domingo, septiembre 15, 2024

Ceviche

La comida peruana, para mí, es como una película de terror. Me fascina y me horroriza al mismo tiempo.

Esos ceviches coloridos de sabores tan ácidos que te hacen cerrar los ojos y apretar los labios hasta que pasa el punto crítico en el que te planteas ¿me gusta o lo detesto?

El paladar español no está hecho a determinadas propuestas, pero el mío todavía menos.

Recuerdo los meses que estuve trabajando en México. Iba a la cantina de la fábrica y suplicaba a la camarera que me sirviera algo que no picase.

Esto seguritísimo que no pica, señor.

Entonces me iba con la bandeja a mi mesa y, ya con el primer bocado, empezaba a llorar.

Recuerdo una escena antes de poner rumbo de vuelta a Madrid, en la que dos mujeres abrían sus maletas para mostrarse entre ellas todos los botecitos de tabasco, chile y similares que se llevaban desde México.

—En España —decían—, todo sabe a nada.

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