Me encontré el supermercado lleno.
Delante de mí, en la cola, una mujer charlaba con su hija pequeña en inglés.
'¿Estos niños guiris no tienen clase para andar de turismo entre semana?', me pregunté.
Entonces vi que la niña levantaba una mochila con libros del suelo, con la que casi tira las cervezas de la estantería. Del susto, la madre la regañó en italiano.
'Vaya, deben ser expatriados italianos que trabajan en Sevilla', deduje.
Cuando fueron a pagar, la mujer le preguntó a la cajera, con perfecto acento andaluz, cómo iba de su catarro.
'Pero si estas dos están más integradas en el barrio que yo', concluí.
Qué rápido nos montamos películas de los demás que no tienen nada que ver con la realidad.
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