La merienda en sí, ¿hay algo más infantil?
Hasta el mismo nombre es de dibujitos animados, de mesa camilla en invierno y mantel de hule bajo el sol en verano. Su soniquete es el de barriga llena, de azúcar cuando no era veneno, de risas y cara de siesta, de tele sin apenas volumen.
Son bocatas de Nocilla, galletas mojadas en leche, bollos de chocolate, Panteras Rosas. Es la voz de alguien que ya no está.
El otro día nos ofrecieron un pastel al terminar una cena y pregunté qué era.
—Un borracho —me explicaron.
¿Un borracho?, me dije, ¡cuántos siglos sin escucharlo! Una palabra que, como un túnel del tiempo, me llevó al sofá de la casa de mi abuela Salud.
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