Puede que, en el fondo, sea un miserable, aunque lo dudo. Tal vez su día a día demuestre otra cosa, pero me costaría creerlo. ¿Y si solo es una estrategia para darse pábulo, un modo de ganar simpatías? No me encaja.
Suele ocurrir que, por mi trabajo, tengo que establecer relaciones con gente de la que ya tengo una opinión formada. Por conversaciones de café, por su forma de hablar, incluso por puro instinto.
Luego llega el día en que me toca trabajar con esa persona, que no me hace tilín, y resulta que se deshace en elogios hacia sus compañeros.
Ya me tiene embaucado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario