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salvador-navarro.com

martes, marzo 25, 2025

Carrefour

Era un lunes casi de noche y acudí a comprar un limón para mi nueva receta. 

Me encontré el supermercado lleno.

Delante de mí, en la cola, una mujer charlaba con su hija pequeña en inglés. 

'¿Estos niños guiris no tienen clase para andar de turismo entre semana?', me pregunté.

Entonces vi que la niña levantaba una mochila con libros del suelo, con la que casi tira las cervezas de la estantería. Del susto, la madre la regañó en italiano.

'Vaya, deben ser expatriados italianos que trabajan en Sevilla', deduje.

Cuando fueron a pagar, la mujer le preguntó a la cajera, con perfecto acento andaluz, cómo iba de su catarro.

'Pero si estas dos están más integradas en el barrio que yo', concluí.

Qué rápido nos montamos películas de los demás que no tienen nada que ver con la realidad.


Beso

Mi juventud sentimental fueron tres amores no correspondidos en los que desperdicié una década de corazón por dar.

El primero, malagueño, me tuvo en vilo toda la época universitaria. Nos buscábamos, nos mirábamos, nos sonreíamos. A mí se me eternizaban los veranos sin saber de él. No hace mucho lo encontré en el AVE de vuelta de Madrid. Los dos enchaquetados, los dos hechos dos señores. Me enseñó fotos de sus hijas.

El segundo, italiano, estudió Erasmus en Sevilla. Lo conocí en la República Dominicana, en el viaje fin de carrera. Allí me tomaba de la mano, me seguía allí adonde yo iba, me hablaba de sus sueños de futuro. A la vuelta, un día de Feria, le confesé mi amor. Se quedó en el más atroz de los silencios.

El tercero, sevillano, me tuvo enredado durante años recién llegado a Renault. No había día en que no nos cruzásemos. Mucho tiempo después se lo dije. Él se limitó a sonreírme.

Llegué a los treinta años con el sabor a derrota de haber sufrido lo indecible sin, ni tan siquiera, un beso.

Virtud

Siempre he presumido, como virtud, de recordar con nitidez mis sueños.

Porque me parece un don: el no viajar a oscuras por una porción tan grande de mi vida.

Aprendo de ellos, me lanzan señales. Son invitaciones a la reflexión que trato de desmenuzar cuando vengo del otro lado del espejo.

El caso es que hay etapas, como la que vivo, en que mi vida está tan acelerada, que esa pulsión se traslada a ese lado de la frontera, donde no tengo el control. Y ocurre que lo tremebundo se apodera de todo. Tanto así que, a veces, me provoco el despertar; tanto, que incluso me da miedo volverme a dormir.

Quizás ese terror es una forma de decirme: ¡Para!

Ya imagino la novela soy peliculero, en la que el protagonista, acongojado por la potencia terrorífica de sus sueños, intenta no dormir. 

Hasta que descubre que los monstruos de la noche se asoman desde este lado de la consciencia.

Cosmin

Me nombraron responsable de un grupo de personas de distintos continentes y lo primero que hice fue mantener una larga conversación personal con cada uno de ellos. Era lo básico: iba a ser su jefe durante los años siguientes.

El caso es que uno de ellos, de un país de Europa del Este, tenía un nombre compuesto. Así que le pregunté cómo le gustaría que me dirigiese a él. Pongamos que se llamase Vlado Boric.

Todo el mundo me llama Boric me respondió—. Me horroriza que me digan Vlado.

A mí llámame Salva le dije.

Días después, tras una reunión donde participaba mucha gente, incluido su antiguo jefe, éste me recriminó:

Te has llevado toda la reunión refiriéndote a él como Boric, cuando a él le gusta que le llamen Vlado.

Le respondí con un 'ok'. A quien se ha preocupado tan poco por su equipo no le voy a dar lecciones de nada.

Migüel

Qué gran distancia hay entre la inteligencia analítica y la inteligencia emocional.

Una compañera de trabajo, extranjera, llevaba más de un año viviendo en España. Muy capacitada en su campo, lideraba reuniones en inglés —por la diversidad de nacionalidades— con gran soltura.

Sin embargo, seguía llamando "Migüel" a uno de los participantes y pronunciando "Valadolid" cada vez que hablaba de esa ciudad.

Toda su sabiduría se limitaba a lo técnico. No se aplicaba ni un poco en adaptar su vocabulario al país donde residía.

¡Qué poca picardía!

sábado, marzo 22, 2025

Gatitos

Mucha gente me pregunta cómo saco tiempo para llevar la vida que llevo. 

Un trabajo de responsabilidad que requiere horas de más, viajes profesionales que me hacen no saber a veces en qué ciudad acaba de sonarme el despertador, tardes de escritura para avanzar con mi próxima novela, cenas con amigos para no perder el contacto con ellos y con la calle, horas componiendo textos como este, para ti.

Cuando algo te hace feliz, no le buscas hueco. Se lo haces.

—Yo también escribiría, Salva, pero no tengo tiempo...

Entonces saco mi vena guasona y les respondo:

—Yo produzco mientras tú estás viendo gatitos por Instagram.




Objetos

Soy muy de enviar fotos cuando un paisaje o un objeto me recuerda a alguien.

Sin más.

Somos el producto de lo que vivimos y del cariño que un día nos dimos.

Si veo esa plaza donde te conocí y no te lo hago ver, habremos perdido los dos un instante sanísimo de emoción, una forma de abrazarnos en la distancia sin apabullar, una pausa de amor entre nuestros días.

Es decirte que estás en mí.

Niñas

Mis hermanas son 'Las Niñas'.

Ya pasen los años.

Desde que nací, ya estaban ahí. No concibo mi vida sin ellas. Mónica y Raquel, Raquel y Mónica. Tanto Monta. 

¡Las Niñas!

Perder a una madre tan joven resituó todos los roles en la familia y ellas pasaron a ocupar un espacio que había quedado tremendamente vacío, con un padre apenas en los cincuenta, tan bondadoso como perdido.

Tan diferentes entre sí, tan unidas, son sus mejores amigas. Nadie me pregunta por una o por otra. Son las dos.

Oye, Salva, ¿cómo están las niñas?

—Las Niñas están divinas. 

Más fuertes que nunca.

Vejez

Asusta ver cómo la gente que conoces se va metiendo cada vez más en su escondite.

Es condición humana.

Pasan los años, las décadas, y el individuo, sin advertirlo, se vuelve cada vez más refractario al contacto social y encuentra sus parcelas de felicidad en el fondo de su agujero, al que le abre rendijillas para ver sin ser exponerse.

Cada día más en nuestro mundo y menos en el de los demás.

Aun así, a veces basta un gesto, una palabra, para que esa rendija se abra un poco. Uno se habitúa a vivir en voz baja, pero la necesidad de los otros nunca se va del todo.


Ljubljana

Una ciudad son las cosas que te han pasado en ella, las gentes de allí que has conocido, las risas que echaste en un bar.

A Ljubljana llegué por vez primera una noche de invierno por un tema urgente de trabajo, con un compañero divertidísimo que suavizó el marrón que nos esperaba al día siguiente.

En esa ciudad le confesé mi sexualidad a una amiga.

Allí pasé unos días maravillosos tomando vinos en noches heladas. Con Fran.

También tuve momentos de absoluta soledad para repensar mi futuro, entre sus calles empedradas. Paseos subiendo a su castillo que me hicieron mucho bien.

Ljubljana no es un punto más en el mapa.

Cuando cambié de puesto de trabajo, esa ciudad dejó de estar entre mis rutas. Me había ofrecido sus calles, generosa, a sabiendas que, pateándolas, iba a decidir romper mi vínculo con ella.

Cómo se echan de menos los sitios en los que has sido feliz.

modales

Desconfío, cada vez más, de quienes que pierden los papeles, y los modales, al defender una causa.

Demasiadas veces son los mismos que, llegado el caso, cambian de trinchera.

Cuando los argumentos se sostienen el insulto, el tremendismo y la exageración, donde todo es blanco o negro, el pensamiento pierde matices y la verdad se diluye.

Hay temas universales que necesitan de un posicionamiento nítido, pero nunca a costa de la cordura.

Cuanto más sereno, más contundente. Quien habla con calma suele ser quien más convence.

El grito y la descalificación componen el posicionamiento mental de nuestros tiempos; lo que hace que la sociedad esté cada vez más polarizada en extremos que se realimentan entre ellos, como si no supieran vivir sin enemigos.

No hace ningún bien el desprecio como argumento, eso hay que dejarlo a los que carecen de sensibilidad.

Tenemos que ser más inteligentes y creer en la fuerza de la palabra, esa vieja herramienta que aún puede abrir puertas sin derribarlas.

jueves, marzo 20, 2025

Ducha

Nos enseñó su casa justo cuando nosotros habíamos terminado la obra del baño, que había quedado precioso.

Todo lo que tiene que ver con la decoración, y todo lo que tiene que ver con todo, lo hace bien Fran.

El caso es que lo que no dejaba de repetir nuestra amiga es que había dado órdenes estrictas de que la alcachofa de la ducha no estuviera justo encima de los grifos. Lo repetía tanto que me estaba dando coraje. ¡Cómo no se nos había ocurrido a nosotros!

No quise decirle nada a Fran para que no se sintiera mal.

—Es fundamental, Salva —insistia ella—, así no te pegas el golpe de frío cuando abres el mando.

Meses después de esa escena, duchándome, le di al agua. Entonces miré para arriba.

Me quedé quieto un segundo.

¡Nuestra nueva alcachofa tampoco está encima del grifo!

Unicidad

Una de las condenas más sutiles del vivir es la unicidad.

El tenernos solo a nosotros cuando nos miramos en el espejo es de una brutalidad inmensa.

¿Y si todo lo demás es irreal?

Por mucho amor que tengamos, nadie nos quita ese batallar contra nosotros mismos, introducidos en el juego del tirar para adelante pase lo que pase. 

Nos llevamos toda la vida con nosotros mismos, desde que abrimos un ojo hasta que lo cerramos. Son muchos los momentos de disfrute, pero hay días en que te dices: estoy harto de estar siempre aquí metido dentro de mí.

martes, marzo 18, 2025

Susceptibilidad

La susceptibilidad es una máquina de cerrarse puertas que yo tuve muy engrasada en mi juventud, sin darme cuenta, hasta que entré en la madurez, de lo poco inteligente que resulta cabrearse por nimiedades que producían mucho menos daño que mis mosqueos.

Hay que saber filtrar.

Si cada feo lo tomamos como una afrenta no se libra ni el Tato. 

Los verdaderos desplantes y traiciones hay que saber señalarlos para que no se repitan, pero tomarse cada gesto que no nos gusta de las personas que nos rodean como una agresión es torpe.

Cuando sabemos que alguien nos quiere, y eso se sabe, debemos de relajarnos con sus meteduras de pata, porque ellos están hartos de las nuestras.

lunes, marzo 17, 2025

Narcisista

Te hace la vida imposible, especialmente cuando estáis a solas, para no dejar rastro. Te desmiente en público sobre temas que ya habíais acordado. Pone cara de asco cada vez que hablas para demostrarte su odio. Se encarga de hablar mal de ti, cuando tú no estás. Medra a tus espaldas, escribe correos que te afectan sin ponerte en copia, hace lo imposible por ponerte en mal lugar. Se niega a cualquier tipo de disculpa, ni admite ningún error.

Llega un día en que le dices 'basta ya' y esa persona, el narcisista de libro, empieza a contar la película a partir de ese momento.

Ese tipo me dijo 'basta ya'.

sábado, marzo 15, 2025

Contar

Qué ansia la del ser humano por contar su historia sin escuchar la del otro.

Es un comportamiento digno de estudio: analizar la impaciencia por cortar el discurso de quien nos habla para decir que lo mío es más fuerte, más desgarrador o más divertido de lo que esa persona, por muy querida que sea, me está contando.

En lugar de habitar la historia ajena, de dejarnos llevar por la experiencia de quien nos habla, con el aprendizaje asociado que conlleva el experimentar en la piel del otro, nos aferramos a nuestro relato, archiconocido para nosotros.

Sueño con un mundo menos ruidoso, carente de atropellos, donde nuestros semejantes se sientan atendidos cuando quieran explicarnos acerca de su interior.

Un mundo en el que nos demos la palabra con sinceridad, porque realmente nos interese lo que nos tienen que narrar.

Pocas cosas hay más atractivas que alguien que sabe escuchar sin la urgencia de interrumpir.

Famosos

No es un fenómeno nuevo que existan famosos cuya única cualidad sea la de ser famosos.

Personajes que no han creado nada, que no destacan en nada más allá de su ubicuidad mediática, siempre presentes, siempre en la foto.

Mientras les dedicamos portadas, entrevistas y horas de tertulia, ignoramos a quienes realmente tienen algo que decir.

Esos no interesan. Quizás porque nos recuerdan, con su talento y su esfuerzo, lo poco que nos exigimos a nosotros mismos.


Soñada

No llevo la vida soñada, pero soy, en esencia, feliz.

Gestionar esa contradicción no es de valientes, se acerca más a una estrategia vital. Si racionalizo mi día a día, las horas a las que suena el despertador, los malos humos que tengo que soportar en el trabajo, la escasa vocación hacia mi profesión o los largos viajes laborales en soledad podría llegar a concluir que he equivocado el tiro. 

Entendí, hace tiempo, que no hay que recrearse en lo que te disgusta sino valorar aquello que te hace grande. De forma que potencio la parte humana de trabajar con grandes equipos, me encariño de las ciudades de visita obligada y me formo sin cesar en la parte más bonita de un oficio que al que le supe encontrar su punto.

Y luego está la desconexión, el amor al llegar a casa, las risas con los amigos, la liberación de contar historias, los paseos junto al mar, el bajar a la calle y perderme en mi ciudad.

domingo, marzo 09, 2025

Estrés

El estrés es querer hacer dos cosas a la vez.

Esa es mi definición. Puede que poco acertada. Pero así lo sufro yo.

En mi día a día padezco un bombardeo de peticiones que me dispersa hasta el punto de no terminar ninguna tarea antes de empezar la otra.

Algo que me angustia. 

De ahí que mi lucha para encontrar la calma, en la vorágine en la que me muevo, es organizarlo todo para concentrarme solo en lo que hago en ese instante.

Como ahora, que te escribo. Poner todo mi amor aquí, toda mi cabeza.


Guitarra

Veo a alguien con una guitarra al hombro y ya me da buen rollo.

Siempre me ha enamorado la gente que crea, la que compone, la que diseña, la que interpreta. Personas que quieren hacer sentir.

Nacer con ese don, el de buscar las emociones. Provocar en el otro. Hacer la vida menos cuadriculada, más amable.

Yo veo a alguien con una guitarra al hombro y me apetece seguir sus pasos, ver dónde va, escuchar su voz. Sentarme a su lado y dejarme llevar por los sonidos que me proponga.

Madrid

Haber vivido en una gran ciudad curte, como curte haber vivido en el campo.

Lo que sí es cierto es que la sensación de invisibilidad, de pequeñez, de anonimato que ofrece habitar una metrópolis se convierte en una terapia o una condena según te lo tomes.

Yo ya pasé por ahí tras vivir cuatro años en París, una ciudad tan hermosa como dura, un conglomerado donde no eres nadie ni nadie te ve.

Quizás me volví a enamorar de mi ciudad, a la que tanto criticaba, cuando regresé de allí.

Para mí fue terapia, fue encontrarme, fue entender qué es lo que yo quería de mí.

Calzoncillos

Pasé tanto frío una tarde en Valladolid que decidí comprarme unos calzoncillos largos.

De esos que llegan a los tobillos.

Feliz de haber encontrado la forma de pasearme por la ciudad sin sentir congelados los muslos, llegué una tarde a un club de lectura en Madrid. Tomé el AVE en Pucela y llegué justo a tiempo para compartir las impresiones de mi última novela con 'Un ratito para leer', un grupo de lectoras, y un lector muy especial, que me cuidan desde hace años.

El centro cultural estaba preparado, habían colocados sillas en círculo para empezar a charlar sobre la historia.

Hasta que crucé las piernas y aparecieron los calzoncillos por debajo de los tobillos.

Destratar

Salió del bar con su copa y con la mía.

—Me ha destratado, Salva.

Se refería a la camarera y a mí la frase se me quedó grabada. No hablaba de maltrato, sino de destrato, una palabra que no existe en la RAE pero que ejemplifica con sonoridad uno de las peores maneras de comportarse con alguien: el ninguneo.

Esa mujer que traía las copas era María Emilia, una uruguaya que se llevó un trozo de mi corazón cuando se fue a vivir a Montevideo.

Cada vez que paso por ese lugar donde nos conocimos, ese bar donde la destrataron, me acuerdo de sus pelos rojos y su manera divertidísima de relatar lo mundano de nuestras vidas.

viernes, marzo 07, 2025

Bien

Si antes de manifestar nuestra opinión a alguien, sobre algo que le afecta, pensáramos más en esa persona y menos en nosotros, seguro que seríamos más prudentes.

Es una pregunta que deberíamos hacernos, ¿va a hacerle algún bien eso que le voy a decir?

Bajo el disfraz de consejo muy a menudo se agazapan críticas feroces a lo que el otro representa para nosotros.

No sé cuántas veces habré metido la pata diciendo necedades a gente querida, amparado en mis buenas intenciones, que no llevan a ninguna parte.

Antes de aconsejar medito mucho, porque sé el valor que los demás dan a mi palabra.

Perro

Lo observo desde hace tanto tiempo que lo he visto envejecer.

Es un tío apuesto, delgado, deportista, que pasea a su perro, enorme, por los alrededores de casa. 

No sé dónde vive, a qué se dedica ni si tiene familia. Solo sé que tiene perro.

Se lleva horas con él, en cualquier momento del día, calmado, mirando una ventana o una loseta.

Pagaría por tener esa tranquilidad de espíritu, ese sano cuajo para tirarme los ratos así, sin más que la compañía de un perro, en medio de la ciudad, observando una farola.

martes, marzo 04, 2025

¿Todo bien?

Heredado de mi padre, los hermanos Navarro solemos responder al móvil preguntando:

¿Todo bien?

Hombre vitalista como era, guardaba un terror escondidísimo a todo lo inesperado. Si llegabas tarde a casa, se ponía en lo peor; si venías triste del colegio, imaginaba una desgracia. Se asomaba a nuestras habitaciones si llevábamos un rato sin salir.

¿Te pasa algo?

A mí, cuando me llama gente que no suele hacerlo, se me pone el corazón en la garganta y me monto un drama.

Tanto es así que, cuando nos telefoneamos entre hermanos, tenemos que empezar diciendo.

Tranqui, que no pasa nada.

Alabar

Soy muy insistente en una teoría acerca del ser humano: una persona que habla bien de los demás es una persona con valores.

Puede que, en el fondo, sea un miserable, aunque lo dudo. Tal vez su día a día demuestre otra cosa, pero me costaría creerlo. ¿Y si solo es una estrategia para darse pábulo, un modo de ganar simpatías? No me encaja.

Suele ocurrir que, por mi trabajo, tengo que establecer relaciones con gente de la que ya tengo una opinión formada. Por conversaciones de café, por su forma de hablar, incluso por puro instinto.

Luego llega el día en que me toca trabajar con esa persona, que no me hace tilín, y resulta que se deshace en elogios hacia sus compañeros.

Ya me tiene embaucado.

Fulano

Miembro del comité de dirección de mi fábrica, pongamos que se llamase Pascual de la Montaña.

Tirano en sus maneras, nada empático con sus subordinados, paseaba como un pavo real por entre los pasillos, petulante, para dictar sentencia, a voz en grito, de lo que estaba bien y estaba mal.

Una mañana, satisfecho con un proyecto que yo le había presentado, se me acercó en un aparte, yo no tendría 30 años, y me dijo, a boca llena:

Salva, algún día llegarás a ser un Pascual de la Montaña.

Yo le sonreí y para mí me dije 'Dios no lo quiera'.

Me lo debió notar.

lunes, marzo 03, 2025

Borracho

Hay palabras que me llevan a la infancia y muchas tienen que ver con la merienda.

La merienda en sí, ¿hay algo más infantil?

Hasta el mismo nombre es de dibujitos animados, de mesa camilla en invierno y mantel de hule bajo el sol en verano. Su soniquete es el de barriga llena, de azúcar cuando no era veneno, de risas y cara de siesta, de tele sin apenas volumen.

Son bocatas de Nocilla, galletas mojadas en leche, bollos de chocolate, Panteras Rosas. Es la voz de alguien que ya no está.

El otro día nos ofrecieron un pastel al terminar una cena y pregunté qué era.

Un borracho me explicaron.

¿Un borracho?, me dije, ¡cuántos siglos sin escucharlo! Una palabra que, como un túnel del tiempo, me llevó al sofá de la casa de mi abuela Salud.

Zafios

Hay escenas familiares tan cutres, tan descarnadas, que me planteo la desgracia de nacer en ese entorno.

Veo críos que apenas saben hablar al que sus padres vociferan con palabras zafias, en la cola del Carrefour o en la barra de un bar, que me hacen desear, para esos niños, que algún ángel los rescate.

Por mucho que nos quieran vender el sueño americano de que todo el que quiere, puede, cuando la familia en la que naces es tóxica, con independencia de la clase social, es difícil salir adelante de forma equilibrada.

Observo los gestos, los desprecios, el mal rollo y me digo: que haya algún compañero de clase que lo invite a su casa a merendar, que tenga un primillo que lo saque los fines de semana al campo, que tenga un abuelo bueno que le diga que la vida no tiene por qué ser así.

sábado, marzo 01, 2025

Petardos

Veníamos de darnos un paseo por el Madrid de los Austrias y, ya reventados, llamábamos a un taxi.

En ese momento, nos explotaron varios petardos bajo los pies, que nos hicieron dar un salto de terror. Menudo susto. Vimos a unos chavales correr y les lanzamos insultos de todos los colores.

Cuando, ya en el taxi, se me puso el corazón en su sitio, vi a Fran ocultando la risa.

—¿Qué te hace tanta gracia? —le pregunté.

—Que yo era igual de gamberro. 

viernes, febrero 28, 2025

Sillas

He tenido dos grandes jefes a los que admiré durante el tiempo que trabajé con ellos. Varios años en ambos casos. Me resulta curioso, en cambio, que de todas las grandes enseñanzas que pude recibir de ellos, me quedé con dos muy tontas que me hacen recordarlos a diario.

Uno de ellos me aconsejó no enrollar el cargador del móvil, al guardarlo, como si fuera una bobina de lana.

—Se te va a romper el cable si sigues haciéndolo así.

El otro siempre llamaba la atención cuando, al terminar una reunión, la gente arrastraba las sillas para levantarse y no las colocaba en su sitio.

Así que, cada vez que termino de comer, me levanto con extremo cuidado, sin hacer ruido, y coloco bien la silla pegada a la mesa; del mismo modo que cada vez que hago la maleta, y la hago a menudo, trato con cuidado el móvil del cargador.

Al menos, los tengo presentes.

miércoles, febrero 26, 2025

Valladolid

Una de las muchísimas cosas que me gusta de Valladolid, donde paso tanto tiempo, es lo calentito que se está en todos los sitios.

En Sevilla, con un invierno mucho más suave, se pasa un frío tremendo en los locales. Puertas abiertas, escasez de calefacción, suelos de mármol.

Ocurre que las ciudades, como las personas, viven de acuerdo a su fama. Las calurosas están repletas de climatización, las acostumbradas a bajar de los cero grados, en cambio, son expertas en la calefacción, de modo que no disfrutas de las ventajas del clima de cada una.

Yo no he pasado más calor que en el verano parisino, en mi apartamento de Boulevard Port Royal.

A algunos humanos les pasa igual, potencian su lado bueno y se olvidan de peinarse.

martes, febrero 25, 2025

Sentarse

Coger el buen asiento en una mesa de grupo es de sociología avanzada.

Estudiar quiénes son los comensales para evitar al que te va a poner la cabeza como un bombo, al tiempo que estar cerca de quien alegra la comida y no tener de frente al de los chistes fáciles. 

Acostumbrado a muchas comidas de trabajo, soy experto en hacerme el remolón para que me adelante este, dar un giro teatral como de haber olvidado algo cuando veo que me sigue aquella o acelerar en el momento en el que veo el grupo del buen rollo.

Tengo un máster en técnicas de encontrar la buena silla.

domingo, febrero 23, 2025

Diablos

Sin el menor de los escrúpulos, Putin ha provocado decenas de miles de muertos, incluso entre sus compatriotas, y provocado la expulsión de millones de ucranianos de su tierra, en el más absoluto de los delirios ególatras.

Esa guerra sin sentido provocó subidas de los precios de los combustibles y escasez de cereales, lo que llevó a un aumento de la carestía de la vida en todo el planeta que, como siempre, sufren con virulencia los más pobres, incluso las clases bajas norteamericanas, que votaron a Trump con el principal argumento de una inflación disparada.

Ahora tienen a un presidente que agradece a Putin el caos que le ha llevado al poder, llamando dictador a Zelenski y poniéndole en bandeja al verdadero tirano ruso los territorios esquilmados contra toda legalidad internacional.

El diablo los cría y ellos se juntan.

Vienen tiempos malos.