Me contaba mi amiga Raquel que su tía, la hermana mayor de su padre, notaria, soltera, convocó a todos los sobrinos el día de su jubilación.
—Os propongo una cosa: que disfrutéis de mi herencia cuando yo me muera o que nos organicemos viajes por Europa mientras mi cuerpo aguante.
Por aclamación ganó la segunda opción.
Raquel aún recuerda las comidas por Portofino con su tía aún en vida.
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