Pena que durante mi infancia, el escritor que iba a ser yo no hubiera cogido apuntes.
En las cenas de Nochebuena, sin ir más lejos. En esa casa grande de la abuela materna, con todos los Leones reunidos después de un año sin vernos. Las preguntas sobre estudios y noviazgos de todos los tíos, los chistes empapados de alcohol, el aliño de zanahorias de mi tía Cuqui, los ensayos de villancicos tras las cortinas, el pastel de cabracho de Rosalía, las quejas de los mayores sobre los precios, la guasa con quien no estaba, las bromas con el discurso del Rey.
Las mujeres en la cocina, los hombres frente a la tele. Niños corriendo por todos lados.
Hoy hubiera retratado con astucia a esa enorme familia que éramos, tan cercana, tan distante, tan gritona.
La muerte de mi madre puso a cada uno en su sitio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario