Todos son verdad.
Todos son mentira.
Tras tanto años escribiendo relatos diarios, hay veces que repito, sin querer, una anécdota ya contada. Me hace gracia que me lo haga ver algún lector. Cuando acudo al texto anterior identifico la misma historia pero distinto narrador, porque yo cambié.
Nuestra memoria está contaminada con nuestro yo de ahora. Nunca podremos reflejar con objetividad aséptica las escenas de las vidas que vivimos. Añadimos elementos que no existieron, olvidamos otros que fueron clave, potenciamos lo que nos emociona, lo que creemos que nos marcó de aquello de lo que necesitamos escribir.
El pasado es un vídeo cambiante en nuestras cabezas.
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