—Es necesario verlas —le dije a Fran—, para no olvidar cómo estamos alcanzando el bienestar.
Recuerdo una cita de Muñoz Molina en la que venía a decir que en Manhattan, a altas horas de la madrugada, no encuentras un solo rincón donde habite el silencio.
Siempre llega el runrún de alguna de las máquinas que hacen girar a la ciudad.
No vale mirar hacia otro lado, la cementeras existen.
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