—Tenemos muchas cosas por ver —respondía.
Ella me daba argumentos para no dejarlo atrás.
En ese momento, los dos nos pasamos al bando contrario.
—Vale —dije—, tienes razón. No podemos perder la oportunidad.
—No —respondió ella—. Es verdad, no merece la pena.
Es delicioso cuando dos personas se convencen entre sí.
Encabezonarse en trincheras es de torpes.
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