Creo que valoro más la voluntad de ser bueno que la bondad, complicada de satisfacer para los corazones imperfectos.
Me gustan estos retiros de verano, entre otras cosas, para reflexionar sobre mi comportamiento. Analizarme con la distancia de los días que ya no volverán para confirmar todo aquello en lo que me he equivocado, que ha sido mucho.
Hay cosas de mí que no me gustan y que me resulta difícil corregir; lo que no quiero, nunca, es dejar de verlo, seguir en el intento, luchar por ser mejor.
Me gusta hablarlo en cenas tranquilas de amor. Decirle a Fran lo que no me gusta de lo que hago, por escucharlo a él y por escucharme a mí.
Cuando uno intenta poner palabras a lo que siente es mucho más sencillo descubrir por dónde hay que mejorar.
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