Con lo que no contábamos era con que la máquina expendedora no tuviera papel, que no hubiera nadie en la taquilla y que la aplicación del móvil no funcionase para sacar el billete.
¡Cambio de planes!
Ya saliendo de la estación le pregunté a una pasajera.
―¿Sabe si podemos comprar el ticket dentro del tren?
Entonces ella se interesó por lo que nos pasaba y nos obligó a acompañarla.
―No os vais a perder ese viaje por un mal mantenimiento de una estación. Quedaos a mi lado y si viene el revisor yo os protejo. "Cascais é muito bonita'.
Nos habló de su amor por Galicia ya una vez dentro del tren, hasta que se bajó un par de estaciones antes del final de trayecto, momento en el que nos sentimos un poco desamparados.
Qué importante es dar, siempre, una oportunidad al desconocido.
Nos puede alegrar el día y hacérnoslo mejor.
―Fran, vigila las puertas, no vaya a aparecer el revisor.
(No estamos acostumbrado a hacer cosas 'ilegales')
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