"¡Yo, me voy a la Mutua!"
—Vete a la Mutua de una vez —le grito al televisor.
A mi padre le pasaba con el anuncio de Praims, cuando una mujer de ojos muy grandes se tomaba esos caramelos para despejar la garganta.
"¡Ay, qué cosas tiene mi novio!".
—¡Dale con el novio, es insoportable esta mujer! —gritaba él.
Esa es la genética, verme de pronto en un sofá, protestarle a la televisión y ruborizarme.
Cada vez que termina el anuncio de la Mutua, contengo el grito que hubiera dado mi padre.
Ese hombre que sigue en mí.
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