Tras una jornada calurosa de trabajo en la fábrica de Samsung, en Corea, a eso de las cinco y media de la tarde nos invitó nuestro anfitrión, Míster Kang, a cenar. ¡A las cinco y media de la tarde!
Carne de cerdo a la plancha rodeada de hojas de... ¿parra?
El señor Kang nos dejó cerca del centro de Pusán en una tarde de viernes abarrotada de tráfico y Hojin Lee nos invitó a pasearnos por Jalgachi, el mercado de pescado de su ciudad.
El escenario era impactante: tenderetes abarrotados de peces vivos en inmensas peceras, cantantes de verbena taponando las calles con micros a volumen elevadísimo, ancianos paralíticos tumbados bocabajo en planchas rodantes... ¡pufff!
Tras atravesar la marabunta y llegar al paseo marítimo, Hojin nos preguntó: ¿paseo o restaurante?
Reventados, Pablo y yo, con nuestro ordenador a cuestas tras diez horas de curro respondimos al unísono: ¡restaurante!
Hacía tiempo que no cenaba dos veces.
Pablo eligió almejas de nácar, yo un pez negro sabrosísimo (según el pescadero) y Hojin sashimi de angulas (exquisitas, recién degolladas delante nuestra).
Todo lo acompañamos de un licor de cerezas coreano. Sentados en un tatami con las piernas medio estiradas, sin saber dónde colocarlas.
Entonces le pregunté, con el licor subiendo a la cabeza, por sus vecinos de Corea del Norte.
Hojin cambió el rostro y nos explicó con dolor y objetividad acerca de la Guerra de Corea:
'Antes de las Guerras Mundiales Japón nos conquistó. Cuando terminó la 2ª Gran Guerra, Japón se retiró de nuestras tierras. Por entonces el pueblo coreano estaba unido, en grupúsculos de resistencia, contra el único enemigo, el invasor, Japón.
Cuando éste se retiró, los resistentes se dividieron en prorrusos y proamericanos. Los comunistas, alentados por China, invadieron la península de Corea (salvo la ciudad de Pusán, como un Cádiz del siglo XX). América reaccionó y recuperó el territorio a base de poderío militar. Entró por Seúl y avanzó hasta la frontera de Corea con China.
Por entonces, China no tenía otra fuerza que su población, así que dió fusiles a la primera línea de fuego y contraatacó contra el poderío americano. La Corea occidental ametrallaba a esa Corea comunista que avanzaba a base de disparos de una sola línea de fuego, mientras el resto de la población hacía batir sus tambores para amedrentar.
La marea humana. La primera fila caía y la segunda cogía los fusiles, en una ola de muerte imparable alimentada por la creencia en la potencia del comunismo.
Fue entonces -nos contó Hojin- cuando Estados Unidos estuvo a punto de lanzar la tercera bomba atómica.
Los chinos llegaron a la actual frontera entre las dos Coreas'.
A mí me da hoy por pensar en las posibles dos Españas, viendo el dolor salpicado de licor de cerezas de Hojin hablando de su país.
Me levanté tras la cena, para ir al baño, con una pierna dormida, cojeando, pensando en la dulzura y maestría de Hojin contándonos los dolores de su propio pueblo.
1 comentario:
Me imagino que preguntarle a un Surcoreano por el hermano del Norte debe ser como preguntarle a un Alemán de oeste por la RDA, cuando la RDA era la RDA. Pregunta típica y esperada y respuesta nada espontanea, preparada. Al menos así era cuando yo circulaba por tierras teutonas.
Gracias por tan estupendas crónicas, no obstante: os esperamos.
Fernando
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