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jueves, octubre 14, 2010

Corea

Amanece en Pusán.

Cuando aterrizamos ayer y para evitar caer en la tentación de mantener el ciclo del sueño, tomamos un plano de la ciudad y nos lanzamos a la calle a preguntar ‘¿qué visitamos?’

Los coreanos son solícitos, se paran, te escuchan, pero no te entienden. Dedujimos rápidamente que ésta es una ciudad enorme pero no turística y que, si algo merecía la pena visitar era el templo de Beomeosa. Medieval y budista.

Las informaciones para llegar eran contradictorias. Al menos la estación de metro se llamaba así, Beomeosa, y estaba subtitulada en caracteres occidentales.

Una vez allí, preguntábamos cómo llegar al templo. A falta de inglés, todas las explicaciones eran onomatopéyicas. Muy gestuales, movían todo el cuerpo, incluso las caderas y con el brazo nos señalaban dónde creían que se encontraba el templo acompañándolo de sonidos tipo ‘yyyyyyyysáká’, ‘rrrrrooooopushú’, ‘tooooliiiiidá’. Afortunadamente dimos con alguien que nos explicó que si hubiésemos ido andando como nos dijo el primer informante, habríamos necesitado dos horas para llegar a lo alto de la montaña donde estaba el templo. Tomamos el autobús 90.

Impresionante y descuidado, nos introdujimos por sus callejuelas, que seguramente indicaban prohibiciones en coreano que no entendíamos, y es que de pronto nos vimos en un templete de madera reconvertido en gimnasio lleno de monjes budistas. Al menos, todos nos sonreían.

Anoche, Hojin Lee nos paseó por la bahía de Pusán, en barco, tras invitarnos a cenar en una barbacoa coreana. Una vez embarcados y contemplando la inmensidad de la ciudad iluminadísima, me contó que al día siguiente nos llevarían a comer sushi. Cuando le pregunté si era sushi japonés se le cambió el rostro. ‘¡¡¡No!!!’. El sushi coreano se toma con el pescado recién muerto. Lo degüellan, y te hace el gesto correspondiente, y lo cortan en trozos directamente al plato. Buena oportunidad de callarme.

Y es que la suerte o desgracia de Corea es estar tan cerca de Japón. Tienen empresas reconocidas a nivel mundial como para sentirse plenamente orgullosos: Samsung, LG, Hyunday, Daewoo, Kia… Tienen una cultura milenaria, pero demasiado similar a la japonesa a ojos vista de un occidental. Su gastronomía, templos, avenidas de neones, mercados de pescado, vestimentas, rasgos físicos, idioma, escritura o gesticulaciones son demasiado similares a las del gran hermano japonés.

Daría la sensación, tras venticuatro horas deambulándola, que Corea no está acostumbrada a que la miren. Fuera del círculo del hotel, no te cruzas con nadie que no tenga rasgos asiáticos.

Cuando preguntas por un templo, te observan, preguntándose ‘¿qué hace este guiri aquí?

3 comentarios:

Alforte dijo...

Uy!!! Creo que me voy a enganchar a estas crónicas asiáticas!!!
Genial!!!

Pablo Rodríguez Burón dijo...

Joe, lo de los gimnasios es la leche, hasta los monjes budistas se apuntan... Muy interesante la crónica, esperamos que sigas informando! un abrazo fuerte y que siga bien el viaje. yyyyyyyysáká!

PILAR VARELA dijo...

Me encanta, no te desligas del SALVA ESCRITOR, parece una crónica de un libro de viajes. Qué maravillosos estar al otro lado del mundo...Besos!Pilar