A unas horas de salir en una misión empresarial hacia el continente asiático, me siento como un Marco Polo del siglo XXI, lleno de emociones y con los ojos abiertos como platos con un día de adelanto.
Mi fábrica me envía en una visita más política que técnica para establecer relaciones con nuestros clientes de Nissan y Samsung, cada vez más inundados de nuestras cajas de cambio sevillanas, que tanto dinero y empleo aportan a nuestra ciudad.
Siempre que hagamos las cosas bien, con precios reducidos y niveles altos de calidad, Nissan no dedicará dinero a invertir en plantas de fabricación de cajas de cambio manuales cuando sus principales clientes las quieren automáticas. Ahí estamos nosotros a veinte mil kilómetros de distancia, luchando para venderles miles de órganos mecánicos cada semana, casi cada día, para que ellos ni se planteen otra cosa que comprar nuestros productos, garantizando el empleo de aquí.
Junto con mi amigo Pablo aterrizaremos en la tradicional Corea, en su puerto de Busán, la Barcelona coreana. Allí nos espera Hojin Lee, ya conocido de visitas anteriores a Sevilla, quien nos invitará a una barbacoa típica de su país. El sábado volaremos al imperial Japón, donde tendremos oportunidad de visitar la antigua capital de Nara y visitar la noche tokiota, en tanto esperamos para visitar la Central de la Ingeniería Mecánica de Nissan, algo que debe ser espectacular.
De Tokio volaremos a Cantón, la tercera ciudad de China, al sur. Otra megalópolis adonde llegamos con el nombre del hotel y la fábrica escrito en caracteres chinos para hacernos entender. Será impactante entrar en el país más poblado de la tierra y observar, como una hormiga más, la grandeza del ser humano, en un país donde aún queda mucho para poder sentirse cómodo, con un premio Nobel encerrado por criticar al régimen. Dos días duros de trabajo intentando entendernos con nuestros colegas chinos.
Será entonces el momento de acudir a la tropical Indonesia, en la poco agraciada Yakarta. A pesar de vacunas y prevenciones, un spray antimosquitos nos acompañará ya que tenemos un fin de semana para explorar las playas del Índico. Será una mezcla explosiva estar al mismo tiempo en un país asiático y musulmán. Inolvidable, con seguridad.
De Indonesia volaremos a Tailandia, a su capital Bangkok, la ciudad de los mil templos y las casas sobre el agua. Me dice Pablo que allí el calor es bochornoso y las calles están abarrotadas, pero no creo que mucho más que en Madrás, en la India, último trayecto de esta visita de trabajo al gran continente asiático.
Viajar allí donde existen civilizaciones milenarias, donde pensamos que todos son iguales porque nuestra cortedad nos hace ver sólo ojos rasgados, ridiculizando y metiendo todo en el mismo saco de 'los chinos'.
Llevamos miles de años girando en la misma pelota, compartiendo espacio con la diferencia de un giro de ocho, diez, doce horas... Tan lejanos estando en el mismo sitio, teniendo las mismas preocupaciones de seres mortales y pasajeros.
Voy por cuestiones de trabajo, lo que se convierte en contratiempo y ventaja. Porque no tendré libertad para organizar todo mi tiempo, pero podré convivir con habitantes reales de esos países; porque aún pasando momentos de tensión, mi misión tiene sentido para favorecer a mi empresa y la economía de mi ciudad. Porque no me sentiré una persona transparente sino integrada, aunque sea por unas semanas.
Quiero visitar templos budistas, tomar sake, comidas con curry, aprender de los símbolos de la gramática china, ir a karaokes japoneses, ver vacas sagradas en la India, oír a los almuhecines en la isla de Java, entrar en mercados de especias chinos, adentrarme en las calles de burdeles tailandeses, oler diferente, sentir la humedad, pisar calles de barro y subir a rascacielos de cristal.
Estoy a 24 horas de pisar suelo asiático y sólo pienso en lo afortunado que soy.
3 comentarios:
Buen viaje y disfruta de un destino tan fantástico.
Que pena que no quepa en la maleta ;-)
Me das cierta envidia pero me darías más si fueses de vacaciones y con tiempo.
Te vas a visitar medio mundo en 4 días y me da que es poco tiempo y demasiado trabajo.
Yo cada vez que voy a China pienso que necesito otra vida para poder visitarla.
Buen viaje, abre todos tus sentidos y disfruta
A mí si me das envidia. :). Además yo también seré ingeniero en breve (o eso espero), y el viaje combina tecnología con grandes dosis de ciertos ambientes más primitivos y llenos de encanto. Pues nada, suerte y buen viaje.
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