Hay quien ve monstruos en que nos atienda gente de fuera, que incluso vota por expulsarlos. A mí, en cambio, me apasiona escuchar formas de hablar distintas, se me hace más bonita la ciudad, más sana.
Acierto con dificultad, confundo al venezolano con el cubano, al turco con el marroquí, al chino con el nepalí, pero pregunto.
A ellos se le encienden los ojos, pero tratan de desviar la conversación a otro tema, porque quizás teman que tras mi sonrisa hay un tipo que los maldice por estar en nuestra tierra.
Estamos construyendo una sociedad enferma que sigue postulados propios del Neardental.
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