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jueves, diciembre 01, 2011

Hacia otro lado

Una de los mejores métodos para medir la madurez de una persona es comprobar su reacción ante el cruce repentino en una calle cualquiera con un conocido del pasado.

Para mí hay pocas sensaciones más desagradables que retirar la mirada hacia un espacio inexistente cuando aparece esa persona que, años atrás, fue algo importante para ti.

La cobardía de no levantar el rostro y sonreírle, aunque al otro lado no encuentres otra cosa que alguien también cobarde que se pierde en gestos artificiales por no sostener tu sonrisa, tus ojos mirando a través de él un pasado compartido.

Sí, es difícil afrontar sin previo aviso un retroceso a otras épocas; es tentador esconder tu cara de ahora, tu cuerpo de ahora en un renuncio de no querer aceptar que el tiempo pasa y los lazos se rompen y la vida es otra.

Es saludable, sin embargo, esa capacidad que la gente madura tiene de estar en su sitio y no rehuir.

Con los años he aprendido a no rehuir.

Durante una vida se comparten tantos momentos, ¡conocemos a tanta gente!

Da pereza saludar cuando no sabes si hay hijos de por medio, enfermedades, familiares muertos o ruinas económicas; incluso cuando no recuerdas con seguridad el nombre, ni los nexos exactos.

Es más fácil apretar el paso, perder la mirada en un escaparate y tragar saliva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces es por pereza, a veces por cobardía, por evitar algún fantasma del pasado. Pero a veces también se puede pretender transmitir algo con el no-saludo y la no-sonrisa. En ese caso no hay pereza ni cobardía y posiblemente hay una transmisión clara de algún mensaje.

Alforte dijo...

Mira, mira!!!
Los vellos de punta se me han puesto de leerte!!!!
El que esté libre de pecado...

A veces detrás de esa mirada perdida que desde el presente se niega a recordar el pasado puede latir el rencor de sentirse abandonado, aunque en la mayoría de los casos es nuestro propio recorrido vital el que nos aleja unos de otros.

Puestos a pedir prefiero que mi pasado me sorprenda con una llamada telefónica mejor que por la calle.

Bsote