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lunes, junio 20, 2011

Gante

Con 19 años y dos amigos, llegamos a nuestro centro de operaciones en Gante. Hacíamos interrail y se nos iba el alma intentando conocer cuantos más países mejor en un ansia adolescente por descubrir mundo.

Allí había un camping imponente, rodeado de campos verdes en pleno agosto.

Se celebraba esos días la Feria Gantesa y la ciudad era una fiesta. Recuerdo que, en una parada de autobús, intenté sacar mi mejor francés para preguntar acerca de una dirección. La mujer me miró con mala cara.

He vuelto muchas veces a Gante. Siempre lo quise enseñar a la gente querida. La pequeña patria de Carlos V, ciudad de torres viejísimas y canales siempre ensombrecida por su vecina Brujas.

Hace casi un año que Bélgica no tiene gobierno. Las dos grandes comunidades del país no se ponen de acuerdo.

Antes, los valones, los ciudadanos de lengua francesa, eran los mejor situados económicamente. La producción siderúrgica les daba poder en plena revolución industrial y sus vecinos flamencos, de lengua holandesa, eran menos, más pobres y se veían casi obligados a expresarse en francés.

Las tornas cambiaron y ahora los flamencos ven a los valones como un pueblo subsidiado. No se ponen de acuerdo ni el mínimo común que permita sacar un presupuesto adelante.

Con el tiempo conocí ciudades valonas como Mons o Tournai que no me hacían más que acordarme de mi querida Gante.

Desde cerca, se tiene escasa capacidad para ver lo que une y mucha habilidad para poner barreras con lo que separa.

Del pueblo belga, culto y educado, me gustaría descubrir la sensatez de quien sabe mirar en positivo su futuro. Entender que el destino del hombre es unirse, no atizarse con reproches menores. Nadie mantiene a nadie en Bélgica porque todos pagan los impuestos según sus posibilidades. Es un país de ciudadanos, no debe serlo de comunidades enfrentadas.

En Bélgica se batalla por el futuro de la sociedad. Porque, ¿queremos encerrarnos en nuestras peculiaridades o ganar con las diferencias en el otro?

Yo me quedo con Bélgica.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuve visitando Gante hace dos veranos y me pareció todo eso que cuentas. Bélgica y los belgas también me parecieron todo eso que cuentas.

Al primer político que culpó de los males de su pueblo al pueblo de enfrente le debieron dar una pedrada en la boca nada más comenzar su discurso, nos hubieramos evitado muchos problemas. Ya es tarde para evitar el pasado, pero es JAT para el futuro.

Salu2

Fernando

Dol dijo...

No sé por qué a veces cuanto más se parecen dos hermanos más les gusta discutir.
Será por eso.
...
A mí me gusta el chocolate belga, los bombones ésos que me trajo mi hermano de Brujas.
Mmmmm.
--
He visto ahora tu comentario en Sevillanos por el mundo.
Qué alegría, Salva.
Qué alegría.
Te escribiré un correo.
Besos.

Anónimo dijo...

¿De que me suena la pretensión de ascender personalmente elevando la categoría, competencias e independencia del territorio que se administra????
ENG

TORO SALVAJE dijo...

No conozco Bélgica.
Quizás este verano.
De Gante me han hablado muy bien.

Anónimo dijo...

Pienso que una buena parte de la grandeza de un país, nación, lugar, sitio, o como c…Ño queramos llamarlo, está en la diversidad de ideologías, razas, costumbres, pensamientos, metas, y aspiraciones de sus pobladores. En ese aspecto (creo) aquí, en el sur, como dijo Benedetti,
cerca de las raíces
es donde la memoria
ningún recuerdo omite
y hay quienes se desmueren
y hay quienes se desviven
y así entre todos logran
lo que era un imposible
que todo el mundo sepa
que el Sur también existe.

Si los belgas están desorientados, que miren al SUR.
A lo mejor ven políticos, gobernantes u opositores, ineptos …pero la gente del sur …¡es la gente del sur!..y no somos mejores que ellos ..pero siglos de sufrimiento, y de ser, y seguir siendo, considerados los bufones de las “españas” nos han hecho las espaldas lo suficientemente anchas como para cargar con eso y estar, vitalmente, a la altura del mas “pintao”. Si algún pueblo ha sabido hacer de las diferencias con otro una ganancia, es el andaluz. ¿A quién que venga de fuera le ponemos “mala cara”?... generalmente a nadie, porque aunque quieran ponerse la aureola de misioneros o conquistadores provenientes de la Celtiberia interior o de las Galias (por decir algo)…al final siempre terminan pronunciando “carchuto”…como nosotros (y si no, se van echando, alegóricamente, espuma por la boca).

Y todo esto venía de un comentario titulado Gante. Como decimos en el SUR : ¡VAYA TELA!

Saludos
Monteront

Anónimo dijo...

Hay un enorme desconocimiento sobre el tema belga. Son tres las comunidades existentes en el país: Flandes al Norte, Valonia al Sur, y la pequeña comunidad alemana al Este. A ello hay que añadir la Región bruselense de mayoría francófona pero “deslizada” hacia territorio flamenco.
Históricamente hay tres regiones flamencas: Flandes holandés, Flandes belga, y Flandes francés, cuya capital es Lille.
Desde el punto de vista lingüístico en el Flandes belga, no se hablaba neerlandés, sino distintos dialectos flamencos, a veces muy diferentes entre ellos. Se escogió el holandés como lengua de enseñanza al tener una gramática y una norma definidas de la que carecen los dialectos flamencos.
Desde el punto de vista histórico es tal como tú lo cuentas. Habría que añadir que Valonia en general es más liberal y de izquierdas, mientras que Flandes es de derechas y de tradición más católica.
Los políticos de uno y otro lado se han dedicado a agitar los enfrentamientos entre comunidades, tal como ocurre aquí ,todo para ganar votos .En la calle no suele haber problemas :los valones veranean en la costa flamenca y los flamencos lo hacen en Las Ardenas. Evidentemente y también como ocurre aquí los exaltados son minoría.
En realidad Bélgica es un estado confederal, donde el gobierno central, solamente tiene competencias en política exterior, defensa, policía y seguridad social.
Si en algo coinciden los belgas de una y otra comunidad es que sus políticos son unos inútiles…y que el rey parece ausente.
El pueblo belga, y en especial los valones, con los que he tenido el placer de trabajar, son acogedores, generosos y muy educados.
Ojalá Bélgica siga unida.
Quiero terminar con tres testimonios: el primero de un amigo valón que me dijo: “ nací belga pero no me importaría morir francés, esto no tiene sentido…” El otro fue una pancarta que vi en una manifestación por la unidad en Bruselas : un flamenco + un valón = 2 belgas.
Por último el que hizo mi pareja: " Mira las casas,son de cuento de hadas , como las que dibujábamos cuando éramos pequeños".
La vie serait moins belle-ge sans vous.


Antípodas sur la Grand-Place.