Entre los recuerdos de mi infancia está el armario sin fondo de la habitación de mi abuela.
Como en los cuentos de hadas, este armario poseía cualidades mágicas. Allí entraba mi abuela (sí, casi entraba de cuerpo entero) y sacaba cualquier cosa. Rebuscaba sin dejarte mirar, y aparecía con caramelos, con un regalo, un libro, fotos, galletas, periódicos, un reloj de su infancia, un juguete de antes de la guerra...
Había noches en que mis padres nos dejaban allí para dormir mientras ellos se iban de cena y, como yo era el más noctámbulo de mis hermanos, acababa durmiendo en su gran cama.
Cuando abría el ropero a mí me daba pánico y excitación. ¿Qué sacaría esta vez de ese agujero negro?
Conozco a mucha gente como mi abuela, incapaz de tirar nada a la basura, recogiendo cada pizca de materia de sus recuerdos.
Yo, en cambio, soy especialista en tirar, en no coger cariño a lo material. Hacer limpieza y retirar todo lo que significa pasado. No por temor a nada, ni como protección inconsciente, creo, a que ataquen fantasmas venidos de otros tiempos.
Un coche, una casa, un reloj, una camiseta... no son más que materia.
Mi memoria no es especialmente rica ni detallista, pero prefiero jugar con mis emociones y el pequeño almacén de mis neuronas. No quiero enfrentar las pelusas de objetos venidos de otras vidas, mías, sí, pero que ya quedaron atrás.
5 comentarios:
Bufff. No sé si el texto me ha dejado un poco triste. Yo soy más como tu abuela, un poco tendente al fetichismo de lo material, coleccionista de reliquias de otras vidas -vidas mías, sí, pero que ya quedaron atrás-. Curiosa observación ésa, por cierto. Me refiero a las distintas "vidas" de cada uno. Yo es algo que tengo muy presente, siempre lo he sentido así. En fin, que me ha gustado mucho, y será porque en estos tiempos estoy tratando de empezar una de esas nuevas vidas; a ver si ésta me sale mejor :) Un abrazo.
ENTRE EL SÍNDROME DE DIÓGENES, LA TABLA PERIÓDICA, Y MIS ZAPATILLAS DE CORRER
Cuando nos negamos a despedirnos, a tirar, a decir adiós a ciertos objetos materiales que forman o han formado parte de nuestra vida y, además, lo hacemos de manera indiscriminada, podemos estar cayendo, sin darnos cuenta, en el síndrome de moda.
Pero por otra parte si todo va fuera por que es solo materia y la materia no tiene ni un ápice de sentimiento o de memoria, podemos estar pisando la raya que delimita el territorio de lo injusto. Yo he visto libros tirados a la basura, y son materia, yo mismo he quemado cartas de amor. Materia son las fotos de las personas queridas que ya no están, materia es lo que propicia la vida y, por tanto, la espiritualidad, las emociones. Materias, así en plural, hay muchas, y muy diversas. No son más que combinaciones distintas de átomos de esos elementos que forman parte de la tabla. Pero que diferentes son las unas de las otras, y es que también entre las materias hay clases, y ahí me duele, porque, en ese aspecto, yo soy clasista y desmemoriado, de tal forma que me niego a deshacerme de aquellas cosas que me recuerdan de donde vengo, de donde soy. Porque el mundo actual tiende a “globalizarnos” a “etiquetarnos” a “uniformarnos” y eso nos hace olvidar con facilidad.
Entiendo y respeto tu comentario, pero yo……..yo me niego a tirar mis viejas zapatillas Joma.
Saludos
Montgeron
Mira, a raíz del tema en torno a lo material, se me viene a la mente una frase muy oportuna: "Los recuerdos son aquello sin lo que las cosas sólo son cosas". Muy en mi línea, y en la de Montgeron :)
Fría y pragmáticamente, mi regla es: lo que en dos años ni te ha sido útil ni has recordado, sólo ha ocupado espacio, a la basura con ello.
Fernando
Jeje, también mi abuela tenía un armario similar...
Yo en cambio, Salva, sí soy de guardar cosas. Mil y un recuerdos míos y de seres queridos. Cuando me topo inesperadamente con ellos, a veces incluso cuando los busco premeditadamente, me convierten en una suerte de medium, permitiéndome revivir con asombrosa claridad momentos y sensaciones pasados.
Es el maravilloso mundo de los sentimientos, cada cual tiene su propia puerta de acceso.
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