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domingo, abril 01, 2012

A los ojos

Me contaba Mariángeles cómo una niña de su instituto le decía que había cortado con su novio por el 'tuenti'.

'¡Pero si es lo normal, maestra!'

No hay que ser muy avispados para darse cuenta que las nueves redes sociales ocupan un espacio que antes, necesariamente, se cubría de otra forma. Dicen que el número de amigos en facebook es inversamente proporcional a la estabilidad emocional de una persona, algo que suena exagerado, como cualquier frase que intente resumir una teoría, pero no va descaminado de la realidad.

Internet, facebook y las múltiples formas actuales de comunicación han hecho mucho bien por integrar a personas que no tenían forma de comunicarse de igual a igual debido a complejos, taras físicas, timideces o miedos, pero también parece confirmarse que se está creando una sociedad tendente a comunicarse menos a través de la palabra y más mediante la pantalla de un móvil.

No sabemos el riesgo que corren las nuevas generaciones, pero parece preocupante el que los chavales actuales no sepan mirarse a los ojos para decirse que se quieren, que se odian o que les apetece compartir un helado.

Cuánto no hay de narcisismo en estos espacios, en contar a los cuatro vientos nimiedades de nuestro día a día, en hacer ver al mundo que estamos vivos.

Dejar nuestro rastro para que nos sigan o nos pregunten y entrar a ver cuántas personas han dado al 'me gusta' puede pasar del juego a la obsesión.

Hemos de ser menos borregos, pienso, y más humanos. No está mal comunicarse a través de las grandiosas herramientas que nos proporciona la red, pero no por ello obviar las necesarias charlas, caricias, risas, confidencias y abrazos.

Corremos el riesgo de que nuestro subconsciente nos justifique, en cuanto al cuidado de nuestros amigos, con esos escuetos mensajes de texto, como si de pasar lista se tratase.

Hacerte ver o preguntar en la distancia no es estar ahí, es estar en otro lado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo estar mas de acuerdo contigo, las relaciones digitales, tan carentes de expresividad facial, no nos permite disfrutar de la realidad de una conversación. Yo soy poco usuario de estas tecnologías, no me gustan demasiado, y cuando las he usado, ha sido solo para algo puntual que se podría resolver con una llamada (que lástima no haber oído su voz).
No critico a quien las usa, pero quienes lo haces se pierden lo que para mí es una de las cosas más fantásticas de conversar con un amigo, y son los silencios cómodos, esos silencios con las personas de verdadera complicidad en los que no importa el tiempo de mutismo ya que no es necesario decir nada, simplemente la compañía sirve para pasar ratos valiosos. Esos silencios que culminan con una sonrisa al mismo tiempo, o con una mueca de complicidad, silencios más preciados que muchas palabras. Yo adoro los silencios con amigos de verdad, porque solo con los amigos sinceros no es necesario articular palabra, y eso, simplemente, se está perdiendo.