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domingo, febrero 26, 2012

Perder el tiempo

Hay una excelente mención en la prensa de hoy a la relación entre la inteligencia humana y el saber perder el tiempo.

Nada más sano.

La calidad humana de una persona puede verse, también, por su capacidad de abstraerse de lo cotidiano, de las supuestas obligaciones con que nos dotamos y hacemos nuestra vida más rígida, para liberarnos en momentos, ratos y días en que el único objetivo sea vivir sin objetivos, a la deriva, buceando entre los sueños mientras viajamos de la nevera al sofá.

La educación católica nos ha formado en el remordimiento continuo, ante todo y ante todos, de tal forma que no disfrutamos como merecemos de un sábado tonto, tirados en la cama y vamos dando excusas, continuamente, que nos justifiquen que no estamos para nada.

Noqueados por el continuo 'más y más' que la vida, como pareja insaciable de nuestra cotidianeidad, nos va solicitando, nuestra mejor estrategia es, de vez en cuando, bajar los brazos y esperar paciente a que deje de zamarrearnos.

Hacerse el muerto y disfrutar de la risa interior, de la desidia buscada sin complejos.

Perder el tiempo porque sí y sin proporciones, sin justificaciones ni contrapartidas. Sin escudarse en reflexiones ni proyectos de futuro.

Quizás me lo esté diciendo a mí mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo te puedo decir que, a la luz de ese artículo, debo ser inteligentísimo. La paliza que llevo dada al sofá este domingo a base de gofres, roiboos, gintonics, tweeter y lectura es de órdago.

Salu2

Fernando