Tras una semana de trabajo en Francia, me encuentro de vuelta a Sevilla en el aeropuerto de Orly.
Siempre temeroso de los atascos parisinos, tras llegar con el tiempo justo y esperar una enorme cola para facturar, al final de la fila de pasajeros me encontré con una azafata con cara y peinado de los años 50.
Con un francés exquisito, que hubiera cambiado a español de haberlo yo solicitado, me trató con una amabilidad insólita. Apenas un minuto de contacto para explicarme las cuatro cosas básicas que yo simulé desconocer por el placer de verla con sus ojos vivarachos dirigiéndose a mí.
Una frescura, simpatía y buena disposición que se reflejaba en sus ojos cristalinos de mirada directa.
Tomé mi tarjeta de embarque camino del kiosco de prensa de Orly diciéndome, ¡qué fácil es encontrar la felicidad en una sonrisa!
La vida es eso.
3 comentarios:
Completamente de acuerdo, Salva.
HAs conseguido que me enmore de ella.
Fernando
Douce France...
ANTÍPODAS
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