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martes, marzo 04, 2014

Tombuctú

Hablaba de mi predilección por comprar productos de la tierra cuando alguien saltó:

'A mí me da igual si los tomates que compro vienen de Los Palacios o de Tombuctú'

Fundamentaba su idea en la falta de información acerca de dónde iba a ir ese dinero, 'quizás esté mejor empleado el de Tombuctú', o falta de apego a la tierra, 'no me une nada más a una persona anónima de Los Palacios de lo que me une a una de Tombuctú'.

Conversar con alguien que pone en tela de juicio tus principios es muy enriquecedor. A mí, al menos, me motiva que traten de echar por tierra, con respeto y en positivo, mis formas de conducta porque es una manera de meditar hasta qué punto mis razonamientos son acertados o no.

En el fondo, al decir que tengo preferencia por comprar tomates de Los Palacios o Conil, lo que ese hombre estaba criticándome era, no sin argumentos, mi compra a ciegas basada en criterios nacionalistas o provincianos.

Hay dos posibilidades inteligentes ante estas réplicas: o unirte al bando del que argumenta en tu contra o refutar con elementos más sólidos.

¿Por qué prefiero comprar productos de mi tierra?

Porque es mi humilde aportación a construir una sociedad más equilibrada, que sí, no deja de ser la mía, con lo que de comportamiento de tribu eso conlleva. Ante esa crítica me gusta defenderme llevando el razonamiento al extremo: si un familiar mío abre un negocio, hago por gastar en él. Pero éste también puede ser un argumento perverso. ¿Es que puedes comparar a tu ciudad, tu región o tu país con tu familia? Resulta poco convincente, entonces, mi razonamiento.

¿No se resume todo a un puro instinto de supervivencia tribal?

Consumo productos cercanos para favorecer a mi tribu y, de paso, no enriquecer a la otra.

El argumento 'sano' por tanto tiene que admitir un cierto punto de 'sentimentalismo' al abordar este principio, del que no me bajo, de querer consumir de lo cercano, de gastar el dinero en mi tierra.

Pero, ¿no es ése un razonamiento utilizado por el populismo más casposo? ¿No grita eso en sus mítines el Frente Nacional de Marine Le-Pen?

Quiero gastarme el dinero aquí porque en esta parte del mundo donde me tocó vivir hay mucha gente a la que quiero. No hay otra. Debo bajarme del burro y reconocer que en mi razonamiento aparentemente moderno y solidario hay un punto importante de nacionalismo-provincianismo-tribu que no me gusta reconocer.

Es todo un reto para mí encontrar bases más sólidas sobre las que construir esa convicción, tal vez equivocada, de que es positivo gastar tu dinero, en la medida de lo posible, en productos y negocios de tu tierra.

Me jode dudar de mis principios.

3 comentarios:

Sema dijo...

Salva, es quizá el concepto de Aldea Global lo que te hace dudar de tus principios, solidos. El termino aldea global en si mismo es una contradicción porque una aldea no puede ser global, pero esa distancia hacia la globalidad la recorren los medios de comunicación por uno mismo, cambiando las percepciones de lo que a uno le rodea y lo que no, ¿a cuantos no les tiembla el pulso en solidarizarse con damnificados en Asia, y sin embargo lo no hacen con el mendigo de su portal?, es el entorno mas inmediato que te rodea en el que notas los cambios mas rápidamente, y es lo primero por lo que luchamos, por lo demás también, pero mas tarde…
Me gusto mucho esa apreciación tan grande en si misma encerrada en una situación cotidiana.

Aun así no olvidemos que allá en Tombuctu los perros pueden decir la palabra tomate, y eso debe ser fantástico, por Tombuctú!.

Anónimo dijo...

Amigo, sencillamente debe consumir productos de la tierra y de temporada, para no contribuir con la locura consumista neoliberal que permite el uso de cualquier producto en cualquier lugar, a costa de empobrecer paises enteros, obligados a dedicarse a la exportación de materias primas para pagar deudas ilegítimas y negando su soberania alimentaria. Derrochando recursos (humanos y monetarios) para el transporte de millones de mercancias totalmente innecesarias con la correspondiente contaminación del planeta.

Anónimo dijo...

Un abrazo! Buen blog