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miércoles, mayo 16, 2012

Abstracción

La vida es hermosa viviéndola, pero lo es también, y mucho, cuando la piensas; cuando reflexionas acerca de la capacidad del ser humano para abstraerse de lo evidente y construirse realidades paralelas que le den satisfacción.

Creer, por ejemplo, que nuestras ciudades tienen alma y pensar en ellas como seres vivos, existentes y sensibles. Tomar la colectividad como algo más que colección de individuos, creyendo que Sevilla, por ejemplo, se apena o disfruta como una mujer a veces maltratada, otras seductora.

Integrarte, de lleno, en la historia bien contada de una novela, de una película. Tener esa predisposición natural a emocionarte, a reírte o sufrir con historias, a fin de cuenta, falsas.

Emocionarse ante el hecho inaudito de la música, grandiosa inutilidad, creada por el propio hombre; haber conseguido componer partituras irremplazables para hacernos volar a otros tiempos o a nuestro interior más recóndito de emociones. 

El hombre ha logrado, como ser excepcional que es cuando se lo propone, construir un conjunto de mecanismos potentes que dan a la vida un sentido mucho más allá del de la simple supervivencia a que se ven abocados el resto de seres vivos.

Construir un puente para pasar un río no sólo por la utilidad que supone, sino pensándolo para embellecer una ciudad.

Son miles los conceptos rebuscados en el análisis que el propio hombre hace de sí mismo, abstractos pero consistentes para definir su propia realidad, como la solidaridad, la empatía, el agravio, la indecencia, lo romántico, la perversión, el desasosiego, la añoranza...

Damos por hecho que la enorme capacidad para vivir con plenitud nuestras emociones con que el ser humano se ha ido dotando es consustancial en sí con el hombre, pero es mucho más atrayente cuando se observa con los ojos del análisis de la propia vida y el mérito que ha supuesto llegar ahí, a esta humanidad actual de la que somos protagonistas.

Cuando la vida se piensa, alucinas con su potencia.

Pena que haya tantos actos indignos, humanísimos también, que la manchen, la destrocen, la denigren.

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